José María Melo, el olvidado presidente colombiano al que Petro reivindica

Colombia pide a México repatriar los restos del general, que luchó con Bolívar y encabezó el golpe de 1854

José María Melo, oficial del Ejército Libertador de Simón Bolívar, fue presidente de Colombia tras encabezar el golpe de 1854.BIOSIGLOS

La figura histórica de José María Melo (Chaparral, 9 de octubre de 1800 - La Trinitaria, 1 de junio de 1860) ha despertado fascinación en Gustavo Petro. Durante su primera visita oficial como jefe de Estado a México, hace una semana, el mandatario de izquierdas reivindicó con insistencia al general, un personaje relativamente olvidado que luchó junto al libertador Simón Bolívar y es probablemente el único presidente colombiano cu...

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La figura histórica de José María Melo (Chaparral, 9 de octubre de 1800 - La Trinitaria, 1 de junio de 1860) ha despertado fascinación en Gustavo Petro. Durante su primera visita oficial como jefe de Estado a México, hace una semana, el mandatario de izquierdas reivindicó con insistencia al general, un personaje relativamente olvidado que luchó junto al libertador Simón Bolívar y es probablemente el único presidente colombiano cuyos restos se encuentran en territorio extranjero, pues murió en México en las filas de Benito Juárez. Fue un tema obligado tanto durante su encuentro con su homólogo Andrés Manuel López Obrador como en sus discursos en suelo mexicano.

El tercero de los 16 puntos acordados en esa visita por las cancillerías de Colombia y México contempla “atender la solicitud de ubicación y repatriación de los restos del general José María Melo Ortiz, primer presidente popular de origen indígena de la República de Colombia, quien viajó a México para unirse a la causa del presidente Benito Juárez”. El comunicado conjunto añade que se debe comenzar a coordinar esos trabajos a la mayor brevedad, antes de que concluya este 2022. Esa manera de retratar a Melo, sin embargo, cuando menos divide opiniones.

La figura de Melo ha sido reverenciada por la izquierda colombiana por su ascendencia indígena, su internacionalismo liberal, su bolivarianismo y su juarismo, recuerda desde México el historiador Rafael Rojas. “Es decir, es una figura en cuya biografía se enlazan Bolívar y Juárez, dos próceres de ambos países. No por azar, un antecedente de localización de los restos en La Trinitaria, cerca de Comitán, Chiapas, tuvo lugar en 1940, siendo presidente Lázaro Cárdenas”, destaca Rojas al recordar que muchos políticos liberales colombianos han admirado a Juárez, Cárdenas y la Revolución Mexicana.

“Creo que el antecedente de aquel intento de ubicación de los restos de Melo, que fracasó, en tiempos de Cárdenas, y que luego intentó retomarse en 1989, está muy presente en dos gobiernos de izquierda, como los de AMLO y Petro, que intentan enfatizar sus lazos históricos por medio de ese personaje”, apunta. Algunos historiadores incluso ven a Melo como un caudillo republicano radical, al estilo de Juan Manuel de Rosas en Argentina, un antecedente del populismo del siglo XX, señala Rojas. “El interés del Gobierno de Petro en la figura de Melo apunta a una operación de memoria histórica similar a la que hemos visto en otros gobiernos de la izquierda latinoamericana, como el chavista, el kirchnerista o el lopezobradorista en México”, concluye.

Petro, con tres meses en el poder, ha sido muy hábil en sus mensajes y gestos simbólicos. Antes de posesionarse visitó a los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta y, en la propia ceremonia, su primera orden como presidente fue hacer traer la espada de Bolívar, entre muchos otros ejemplos. La guerrilla a la que perteneció en su juventud, el M-19, tenía un carácter bolivariano. En más de una ocasión también ha exaltado la figura de Melo para rescatarla del olvido.

“Fue el primer presidente indígena y progresista de Colombia. Derrocado por esclavistas, luchó en Nicaragua y fue fusilado defendiendo a Benito Juárez en México”, escribía hace dos años en una cadena de mensajes en sus redes sociales. También afirmaba que se inspiró en el socialismo utópico. “Dirigió la insurrección de los artesanos para construir la industria nacional protegiéndola de importaciones, adelantó la reforma agraria hasta que lo derrocaron a través de los esclavistas conservadores y los liberales librecambistas”, añadía en su interpretación. Su vida, concluía entonces, “ha sido ocultada a la sociedad colombiana contemporánea”.

En su visita a México, se reafirmó en varias de esas apreciaciones. “Es, ni más ni menos, el último oficial del ejército de Bolívar. En Colombia no se le recuerda por eso mismo, porque no se quiere recordar que por decreto los esclavistas de Colombia evaporaron, destruyeron, anularon, la existencia del Ejército Libertador”, dijo en su encuentro con la alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, cuando le dedicó a Melo su discurso. “Fue erigido por los obreros, el artesanado de la ciudad, como Presidente de la República”, afirmó. En esa mirada, Colombia “por primera vez tiene un Gobierno popular, similar al que representó por pocos meses, el general José María Melo”.

Algunos observadores advierten una mirada militante de la historia que desdibuja matices importantes. El general Melo fue protagonista de una época convulsa para la joven República de la Nueva Granada que se había establecido apenas en 1832. A mitad de siglo, una serie de reformas liberales tropezaron con gran hostilidad. Otro general, José María Obando, fue elegido presidente en 1853 y ese año se aprobó una nueva constitución que, entre otras, reconocía la libertad de cultos, estableció el voto universal masculino y dio autonomía a las provincias.

“El intento de someter a juicio al jefe del ejército, José María Melo, por el homicidio de un soldado provocó, el 17 de abril de 1854, un golpe militar, que buscaba ante todo la defensa del ejército y de la autoridad del gobierno central y que el presidente, descontento con las reformas constitucionales, no enfrentó con decisión, aunque se negó a asumir el poder que los golpistas le ofrecían”, cuenta el historiador Jorge Orlando Melo en su libro Colombia: una historia mínima. “El general Melo ejerció entonces el gobierno y, buscando respaldo popular, se declaró favorable a los artesanos bogotanos, enfrentados a los liberales librecambistas”, señala. Cuando vino la reacción, acabó expulsado del país.

“El golpe, que marcó el inicio de una guerra civil que duraría ocho meses, fue en realidad el punto de llegada de una proceso iniciado a finales de la década de 1840 y signado por las denominadas reformas liberales”, apuntan Angie Guerrero, Luis Ervin Prado y Ángela Roció Sevilla en su libro Cartas al general Melo: guerra, política y sociedad en la Nueva Granada, 1854, publicado este año por la Universidad del Rosario, que reúne centeneras de misivas de la época.

El episodio, entendido en su momento como un acto pretoriano, comienza a ser reinterpretado a partir de los años 70, pero sin información empírica, valora Prado, un profesor de la universidad del Cauca, en Popayán, dedicado a temas del siglo XIX. “El de Melo es básicamente un Gobierno de militares de carrera”, apunta. Realmente no tiene nada de socialismo y no tiene nada de radicalismo (…) el golpe hay que mirarlo como una reacción contra ciertas reformas militares”, afirma. En las cientos de cartas que estudiaron, “no hay ni una que hable de bajar impuestos, ni repartir la tierra, ni nada de eso”.

Su biografía es algo más compleja. Etiquetarlo como el primer presidente indígena “no tiene pies ni cabeza”, dice el genealogista Miguel Wenceslao Quintero, autor de Linajes del Cauca grande. “Él era parte de la élite granadina. Como la mayoría de nuestros próceres, descendía de Sebastián de Belalcázar”, un explorador y conquistador español, detalla. Aunque nació en Tolima, tanto su papá como su mamá pertenecían a las élites de sus respectivas poblaciones, Cartago y Buga, que fueron muy significativas en tiempos de la colonia. En términos documentales, explica, entonces se hacían padrones –censos– en los que se incluían las categorías de ‘blanco’ y ‘noble’. “Los ascendientes de Melo, sus abuelos, están dentro de esas dos calidades, o nobles o blancos”, argumenta. “Que tenía sangre indígena, claro. La élite colombiana, casi sin excepción, por ser tan antigua, tiene sangre indígena”, explica. “Decir que era un presidente indígena es una falacia”, concluye. El renovado esfuerzo por repatriar sus restos promete abrir más de un debate.

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