‘Un violador en tu camino’, de las calles al teatro y viceversa
El colectivo Las Tesis, autoras del himno feminista se presentaron en el Festival de Teatro de Manizales en Colombia
Dos mesas para planchar adornadas con luces, un sonido robótico, repetitivo y tres mujeres detrás de ellas con computadores y cantando un estribillo que se hizo mundial: “el violador eres tú”. El escenario, invadido de una atmosfera azul neón es una suerte de nave feminista, la nave de Las Tesis, el colectivo de artistas chilenas que inspiró en 2019 a mujeres de todo el mundo a protestar en las calles con su performance Un violador en tu camino.
La puesta en escena, que se hizo viral sin que ...
Dos mesas para planchar adornadas con luces, un sonido robótico, repetitivo y tres mujeres detrás de ellas con computadores y cantando un estribillo que se hizo mundial: “el violador eres tú”. El escenario, invadido de una atmosfera azul neón es una suerte de nave feminista, la nave de Las Tesis, el colectivo de artistas chilenas que inspiró en 2019 a mujeres de todo el mundo a protestar en las calles con su performance Un violador en tu camino.
La puesta en escena, que se hizo viral sin que ellas lo esperaran, volvió a su origen, al teatro. La pieza que presentaron en el Festival Internacional de Teatro Manizales, una ciudad construida en el filo de una montaña en Colombia, donde se hace el festival más antiguo del continente, es la muestra de los caminos de ida y vuelta de su pieza: de las calles a los escenarios y viceversa.
La historia de Un violador en tu camino que se convirtió en himno feminista comenzó, en realidad, como una obra de teatro que no se estrenó nunca. Dafne Valdés, Paula Cometa, Sibila Sotomayor y Lea Cáceres, docentes y artistas residentes en Valparaíso (Chile), se juntaron en 2018 con el objetivo de estudiar y difundir teorías académicas feministas a través de teatro, el collage o la performance.
En la pieza original incluían una canción que terminó siendo conocida en todo el mundo y del que se recuerdan versos como “el Estado opresor es un macho violador” o “y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía”, que fueron cantados por miles de mujeres en cientos de países. Esa revictimización que sufren las mujeres que son abusadas sexualmente por parte de las autoridades, de la policía, de la prensa está presente en esta pieza teatral donde una serie de nombres de mujeres violadas son leídos, también de forma robótica, coronados con una pregunta: ¿cómo estaba vestida? Y se proyectan imágenes de titulares de prensa que las culpabilizan.
Al tiempo, en vivo, se va armando un collage de las tesis feministas que nutren el colectivo y dieron origen a Un violador en tu camino: la argentina Rita Segato, que plantea que “la violación no es un acto sexual, es un acto de poder, de dominación, es un acto político”; la italiana Silvia Federicci (que escribe de la relación entre machismo y capitalismo), o la estadounidense Judith Butler (famosa por su trabajo sobre teoría queer y performance del género), entre otras.
Se trata de una puesta en escena corta, de apenas 15 minutos, porque sus creadoras buscaban un mensaje potente que sea capaz de meterse en un teatro, irrumpir en una calle o hasta en una fiesta electrónica, donde ya la han presentado. “Es un formato autosuficiente, con la idea de que es algo que sucede, que aparece y se va”, dice Valdés. Es, en suma, una micro obra que abre una ventana de información dura y directa sobre la violencia sexual y que tiene una apuesta audiovisual.
Pero comenzó siendo otra cosa. “Hace cuatro años estábamos preparando nuestro estreno, cansadas, chasconas, nerviosas, compartiendo micrófono y proyectando en una sabana sobre la ventana. En ese entonces se llamaba simplemente Lastesis, luego fue Patriarcado y Capital es Alianza Criminal y, con esta pequeña performance emprendimos un camino que con amor y convicción seguimos y seguiremos transitando”, contaban ellas.
Parte de ese camino las ha llevado a hacer talleres de collage con mujeres de todo el mundo, a producir otras obras como Resistencia y libros como Quemar el miedo, donde desarrollan un manifiesto y los distintos feminismos, así como la mirada desde el arte. También ahí cuentan cómo después del performance del 2019 fueron víctimas de acoso digital y se difundieron noticias falsas como que el colectivo era financiado por Hillary Clinton o Nicolás Maduro, las denuncias de la policía chilena en su contra por “desacato a la autoridad”, hasta el hecho de que un hombre quiso apropiarse la canción Un violador en tu camino e intentó registrarla como propia.
Pero el performance ahora tiene vida propia y más allá del propio colectivo. Ha sido replicado en muchos países, pero no en todos han estado ellas. “Lo que hicimos fue abrir la invitación a que las personas se autoconvoquen, a hacer disidencia donde sea que lo estimen necesario y urgente lo hagan y lo resitúen desde su lugar, lo adapten a sus propias necesidades, a sus propios luchas locales”, dice Sibila, que cuatro años después se asombra de las traducciones, los lugares y paisajes donde ha llegado su pieza.
Aunque para ella es una sensación dual. “Cuesta mucho comprender a nivel racional, pero también afectivo, lo que significa el cómo lamentablemente nos conecta algo tan terrible como es la violencia sexual, pero también cómo maravillosamente resistimos en esta colectividad transcultural e intergeneracional”, dice, para rematar hablando de las mesas para planchar que en su obra funcionan como un guiño para llevar lo doméstico hacia lo público, una idea central del feminismo que plantea que lo personal es político.
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