Rap filarmónico: del Bronx de Bogotá al teatro

Artistas callejeros del Bronx Distrito Creativo se unieron con el reconocido músico Francisco Zumaqué y la banda juvenil de la Orquesta Filarmónica de Bogotá para un proyecto social y musical

Concierto de rap sinfónico en Bogotá.Foto: Andrés Rincón | Vídeo: Juan Carlos Zapata

El antiguo Bronx de Bogotá respiraba hip hop. Grupos como Todo Copas o Engendros del Pantano rapeaban de las historias de la calle dura, de aquellos que estaban inmersos en esas cuadras también conocidas como El Cartucho donde la droga, la prostitución y la muerte eran el único mundo conocido, el mundo entero. Ahora ese Bronx, convertido en Distrito Creativo, sigue transformándose a través de la música. Y, para algunos de ellos, de una manera insospechada: a través de rap filarmónico.
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El antiguo Bronx de Bogotá respiraba hip hop. Grupos como Todo Copas o Engendros del Pantano rapeaban de las historias de la calle dura, de aquellos que estaban inmersos en esas cuadras también conocidas como El Cartucho donde la droga, la prostitución y la muerte eran el único mundo conocido, el mundo entero. Ahora ese Bronx, convertido en Distrito Creativo, sigue transformándose a través de la música. Y, para algunos de ellos, de una manera insospechada: a través de rap filarmónico.

Francisco Zumaqué, maestro y reconocido músico, está de espaldas al público dirigiendo a la banda juvenil de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. A unos pasos suyos rapea Phanton Killa, artista de Candelaria Cartel Club. Su canción, La economía se detiene, que habla sobre la corrupción de América Latina y los malos salarios, suena poderosa con más de cincuenta instrumentos detrás. Jóvenes de dos mundos unidos en el escenario: el de la música clásica y el de las calles, con el rap.

“Presentarnos con el maestro Zumaqué y la banda filarmónica es algo muy exquisito para nosotros, fantástico. Aprendimos más patrones musicales, porque solo conocíamos los del hip hop que es muy repetitivo”, dice. Para él, la Filarmónica potencia sus letras, hace más fuerte lo que quiere decir. “Es que mira cuántos instrumentos hay. Cantando con la banda filarmónica se te llena el cerebro de mucha energía para un show. Les digo que son como nuestro redbull, nos dan alas”, dice Phanton Killa sobre la producción musical que comparte con los músicos clásicos y con otros raperos como Área 14, Juanlo y Ambar BoomBap.

El maestro Francisco Zumaqué en plena función con la banda Juvenil de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, en Bogotá, el 2 de agosto de 2022.Andrés Rincón (La Fuga)

Zumaqué es una leyenda de la música en Colombia y concibe su vida como experimento. Arreglista, compositor, productor, autor de Colombia Caribe, cuyo estribillo “sí, sí, Colombia, sí, sí, Caribe” aparece en la memoria cuando juega la selección de fútbol, es hombre de múltiples escenarios y formatos. Por eso, cuando le propusieron hacer rap filarmónico con los artistas callejeros del centro de la ciudad, se lanzó de cabeza.

“Cómo así que el Bronx es Distrito Creativo, eso me pareció fascinante y más aún cuando me llevaron a la calle Diez con carrera 15, donde está ubicado. Lo que vi al acercarme a este proceso fue unos muchachos que vienen de una situación compleja socialmente y que, con una gran resiliencia, han podido superarse y están en un momento bueno, no solamente en el aspecto musical sino desarrollando emprendimientos”, dice. Zumaqué se había acercado al hip hop en Nueva York, cuando era arreglista y productor de La Fania All Stars. “Mi trabajo ha sido de música latina pero el rap influenció de alguna manera mi forma de ver la música popular”, agrega.

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El Bronx de Bogotá era conocido como el mayor mercado de drogas del país. Tres calles, cerca de 9.000 metros cuadrados, a las que acudían miles de personas en búsqueda de droga, un infierno en el centro de la ciudad y a la luz de todo. En 2016, tras su cierre y demolición, decenas de habitantes de calle se dispersaron por toda la ciudad, pero muchos se mantuvieron en procesos sociales y artísticos. Junto a la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, Zumaqué y su equipo hicieron talleres de música y también de motivación con algunos ex habitantes de calle y con artistas callejeros.

Phanton Killa no vivió en el Bronx, pero sí era un conocido artista del centro de la ciudad, donde hacía “batallas” de free style. “Yo no iba mucho pero casi todos mis amigos de una u otra manera estaban vinculados con el Bronx. Vivíamos muchas historias y situaciones en diferentes calles del centro”, cuenta. Se vinculó al hip hop en Miami, donde vivió varios años y luego, durante la pandemia por el encierro de la cuarentena, se convirtió en productor de sus propias canciones. Dos de ellas hacen parte de la producción musical.

El rapero Phanton Killa en un concierto de rap filarmónico.Andrés Rincón (La Fuga)

Juanlo (Juan López) es otro de los raperos que hace parte del proceso del Bronx Distrito Creativo. Sus letras que rememoran a Jorge Eliécer Gaitán tienen fascinado a Zumaqué. Tiene 16 años y es beneficiario del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud, una entidad de la Alcaldía que se ocupa de los jóvenes que viven o transitan en la calle.

“En lo personal esta ha sido una oportunidad muy grande porque no tenía mucha experiencia presentándome en escenarios. Pensé que me iba a dar miedo, pero sentí el apoyo del maestro y los músicos y fluyó bien. Esto nos da más fuerza”, dice Juanlo, que va por los barrios de Bogotá dando talleres de cultura ciudadana a través de la música.

“Con mis letras intento darle un poco de fe y esperanza a la gente. Contar que en un país que ha sido muy violento, la mayoría del tiempo en guerra, los colombianos tenemos perrenque, ganas de echar para adelante, y que todo eso de la tierrita crece”, dice, para ponerse a rapear su canción con la Filarmónica de fondo:

Dicen que no nacimos pa’ semilla pero sí para cultivar / la esperanza, la fe y la templanza de un pueblo que sin armas quiere avanzar / con la confianza de que la matanza en los campos ya no se extienda más.

Para los artistas clásicos la fusión con los raperos ha sido la oportunidad de ver la música desde otra orilla. “Nos ha enseñado a integrar todo el contexto social, político, poético en las letras y la música. Es enriquecedor de lo literario y desde el drum and bass. Ha sido un aprendizaje mutuo”, dice Carlos González, clarinetista de Huila. “Como joven me llama mucho la atención cuando ellos hablan de que nosotros con la música podemos sembrar consciencia. También de su búsqueda de surgir; de salir del bajo mundo, desde lo oscuro, y de cómo la música es una forma de reivindicación”, agrega.

El clarinetista Carlos González, de la banda Juvenil de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, en Bogotá, el 2 de agosto de 2022.Juan Carlos Zapata

Zumaqué habla también de resiliencia y de esta producción musical como “un acto de amor que trasciende lo musical”. “Yo creo que la música es lo primero en la cultura del hombre, el primer lenguaje. Los lingüistas dirán, ¡de qué está hablando!. Pero la voz cantada es lo primero que escucha un niño y ahí es cuando comienza a tener las primeras emociones”, dice. “Entonces con estos jóvenes estamos justamente volviendo a ese momento, a lo esencial”, concluye.

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