Vargas Llosa, el equivocado eres tú

El veredicto que hace el Nobel sobre Colombia puede sonar bien en Madrid, frente a sus áulicos, pero no en Bogotá

Mario Vargas Llosa, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en 2019.Getse Barrera

El escritor y premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa ha dicho a manera de sentencia que los colombianos votamos mal porque elegimos a un exguerrillero del M-19 como nuevo presidente del país. “Si actúa en la legalidad, bienvenido”, dijo con un gesto de escepticismo y de profunda desconfianza y, como si ya hubiera hecho su juicio sobre lo que le va a suceder a Colombia, dejó caer su ultimátum al con...

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El escritor y premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa ha dicho a manera de sentencia que los colombianos votamos mal porque elegimos a un exguerrillero del M-19 como nuevo presidente del país. “Si actúa en la legalidad, bienvenido”, dijo con un gesto de escepticismo y de profunda desconfianza y, como si ya hubiera hecho su juicio sobre lo que le va a suceder a Colombia, dejó caer su ultimátum al concluir que la elección de un exguerrillero en la presidencia ponía en peligro la legalidad que por años ha tenido Colombia. “Hay una legalidad que se ha mantenido todos estos años a pesar de que la guerrilla representaba otra cosa”, remató en su diatriba.

El veredicto que hace el Nobel sobre Colombia puede sonar bien en Madrid, frente a sus áulicos, pero no en Bogotá. Aquí su dictamen resulta ligero, injusto e irrespetuoso para con los 11 millones de colombianos que ejercieron su derecho al voto. Su dictamen parte del estigma y de la descalificación moral y convierte a los colombianos que votaron por Gustavo Petro en seres sospechosos, que no son de fiar.

Vargas Llosa se equivoca de cabo a rabo en su lectura sobre el proceso político que vive Colombia. Duque, el presidente que él tanto admira, nos deja un país sumido en una crisis institucional de inmensas proporciones. Bajo su gobierno, los clanes políticos que funcionan como mafias vivieron a sus anchas y se adueñaron de los órganos de control. Retrocedimos en casi todo: se incrementó de nuevo la pobreza, volvimos a estar en el rango de los países más desiguales del mundo, se deforestó la selva y se le puso freno a la implementación de la paz. La esperanza de cambio que se había desatado en todas las regiones afectadas por la guerra, luego del acuerdo de paz nunca fue atendida y Duque se dedicó a gobernar para los suyos y a viajar por el mundo, promocionando logros que los colombianos nunca vimos.

No votamos mal. Votamos por el cambio que Duque represó. No fue un acto suicida, como insinúa Vargas Llosa, sino una aspiración legítima, propia de las democracias que se van modernizando.

Ningún país vota mal, cuando se expresa en las urnas. Y menos cuando vota por un cambio y elige ese camino de manera consciente y libre.

Vargas Llosa descalifica a Gustavo Petro por haber sido guerrillero y, antes de que comience a gobernar, nos vaticina lo peor. Sin embargo, en Colombia las cosas no son tan tajantes. Petro dejó las armas hace más de 30 años, cuando la guerrilla del M-19 hizo un acuerdo de paz con el Gobierno de ese entonces. Desarmados, formaron parte de la Asamblea Constituyente que redactó una nueva constitución que rige hasta hoy. Desde entonces han sido grandes defensores de la legalidad, no su amenaza. Exguerrilleros del M-19 han llegado a ser alcaldes, gobernadores, ministros e importantes intelectuales. Algunos de ellos han militado incluso en las toldas del uribismo, pero la mayoría ha invertido su capital político en la construcción de una izquierda democrática que cortó su vínculo con la guerrilla y que se opone a la lucha armada. Pese a estos avances, la izquierda estuvo excluida del poder durante décadas enteras y solo se convirtió en una opción real luego de que las Farc desarmó su ejército en el 2016.

El triunfo de Petro es también un portazo a la lucha armada y a todo lo que significó en Colombia. Las guerrillas prosperaron en el país porque muchos líderes progresistas que intentaron llegar al poder fueron asesinados. Con la elección de Petro, se acabó esa conjura y la política se democratizó.

Vargas Llosa teme por el estado de derecho en Colombia y dice que ve a la “legalidad” amenazada, pero desconoce su verdadera naturaleza. Nuestra legalidad ha sido perversa porque durante la guerra aprendió a vivir con un pie en la ilegalidad. Eso lo acaba de decir el informe de la Comisión de la Verdad cuando afirma que el conflicto en Colombia no se dio entre dos bandos armados, sino que fue todo un entramado en el que participaron muchos sectores de la sociedad, legales e ilegales.

Vargas Llosa es un escritor y ensayista que ha cautivado al mundo. Sin embargo, cuando se mete en la política casi nunca acierta.

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