Colombia en el mundo, ¿a quién le importa?
En algunos países la posición de los candidatos en política exterior determina el resultado de las elecciones
En algunos países la posición de los candidatos en política exterior determina el resultado de las elecciones. Por ejemplo, desde la Guerra Fría, en Estados Unidos las posturas frente a Rusia influyen considerablemente al momento de elegir una cara en el tarjetón. En Colombia pasa mayoritariamente desapercibida la postura de los candidatos en asuntos de política exterior. Aunque el fantasma del castrochavismo ha actuado como una poderosa narrativa electoral para asustar a los votantes con que Colombia terminará siendo Venezuela -como si aquí el 39% no viviera ya en condiciones de pobrez...
En algunos países la posición de los candidatos en política exterior determina el resultado de las elecciones. Por ejemplo, desde la Guerra Fría, en Estados Unidos las posturas frente a Rusia influyen considerablemente al momento de elegir una cara en el tarjetón. En Colombia pasa mayoritariamente desapercibida la postura de los candidatos en asuntos de política exterior. Aunque el fantasma del castrochavismo ha actuado como una poderosa narrativa electoral para asustar a los votantes con que Colombia terminará siendo Venezuela -como si aquí el 39% no viviera ya en condiciones de pobreza- no se deriva en propuestas de política pública seria sobre las relaciones exteriores.
Con excepción del tema venezolano, los votantes colombianos no están muy preocupados sobre el lugar que ocupa Colombia en el mundo y qué planean hacer los posibles presidentes frente a ello. Y se entiende el desinterés, pues existen asuntos internos que superan en importancia y urgencia esa materia. En todo caso, el comportamiento de los hilos del poder global son fundamentales para los asuntos internos y por eso también es importante saber cómo quieren navegar los candidatos el barco en aguas internacionales.
Todos los candidatos están de acuerdo con que es necesario restablecer relaciones, por lo menos fronterizas, con Venezuela para recoger un poco del desorden que se ha asentado en los 2.219 kilómetros que dividen ambos países. Aunque todos coinciden en la necesidad de reabrir la frontera, no es muy claro cómo se puede lograr esa gesta sin restablecer algún tipo de relación binacional, a la cual por ejemplo Federico Gutiérrez se niega.
Para Gustavo Petro, el candidato más opcionado, también sería importante la conformación de una alianza internacional “antipetróleo”, la que describió como “una gran coalición de fuerzas de cara a la lucha contra el cambio climático”. Petro espera que a este esfuerzo se unan otros gobiernos similares, como el de Gabriel Boric en Chile o, en caso de vencer, Lula da Silva en Brasil. Aunque no se ha explicado mucho sobre la propuesta, la idea es eliminar gradualmente la dependencia del petróleo. También fue Petro el único que hizo una gira internacional por el mundo para apretar las manos del progresismo internacional. Un gesto poderoso y simbólico para demostrar que por fuera cuenta con aliados para un proyecto que jamás ha gobernado en Colombia.
La campaña del Pacto Histórico también ha acusado al actual embajador de Estados Unidos en Colombia, Philip Goldberg, de interferir en las elecciones presidenciales del país con acusaciones presuntamente infundadas contra su campaña. Según Francia Márquez, los llamados de los gringos a alertar por una posible interferencia rusa en la campaña electoral colombiana son una acusación indirecta a Petro. Una apuesta riesgosa cazar peleas con los norteamericanos sin siquiera haber entrado aún a la Casa de Nariño. Esta nueva polémica, que pasó un poco desapercibida, puede asustar a muchos empresarios que están dispuestos a perdonarle todo a un gobernante, hasta que sea corrupto, pero nunca que se distancie del Tío Sam.
Sergio Fajardo cuenta con un programa claramente delineado de política pública para las relaciones exteriores, desde la lucha contra las drogas hasta la importancia de una visión no ideologizada de las relaciones exteriores. Lo malo es que poco o nada de este programa ha sido comunicado a su electorado que cada vez cuenta con menos adeptos, si las encuestas todavía miden algo en Colombia. Rodolfo Hernández, últimamente la acción más cotizada en el mercado político, se ha limitado a repetir discursos xenófobos contra los venezolanos y a hacer propuestas absurdas sobre el servicio exterior.
Federico Gutiérrez cuenta con propuestas para los colombianos en el exterior, pero lo hacen también todos los otros candidatos porque ahí hay un botín electoral que no pueden desaprovechar. De resto, Fico solamente ha tratado el tema para volver a asustar con el castrochavismo, grito favorito de la derecha para impresionar electores, pero que poco o nada significa en términos de fijar posturas claras de Colombia ante el mundo.
En lo que sí coinciden todas las campañas es en abstenerse de asumir riesgos frente al creciente problema del litigio internacional de Colombia con Nicaragua en la Corte Internacional de la Haya, en el que en 2012 perdimos 75.000 kilómetros cuadrados de mar. Gutiérrez, recogiendo lo que va dejando Duque, ya dijo que nunca negociaría con una dictadura como la de Ortega, pero no ofrece otra solución. Mejor dicho, la política de la mula muerta atravesada. Los otros candidatos, si bien son partidarios de hablar con el dictador nicaragüense, no tienen claro sobre qué versaría ese diálogo ni tampoco qué hacer con el fallo adverso que ya se profirió contra Colombia. Y qué decir del pueblo pesquero del archipiélago, abandonado a su suerte tras la decisión.
Es pobre el debate electoral frente al tema. Parece que no es un asunto que motive a las masas, pero claro que debería ser materia trascendental de los comicios. Gran parte de las iniciativas relativas al proceso de paz dependen de la financiación de los gobiernos extranjeros y de la cooperación internacional. El ojo de la comunidad internacional terminará siendo determinante de la vigencia de los Acuerdos con las FARC y lo poco que de ellos dejó el actual Gobierno. Además, Colombia es y seguirá siendo un lugar estratégico para la posible Guerra Fría que ya se gesta desde hace años entre el Kremlin y la Casa Blanca. En el mapa político del mundo Colombia juega un papel relevante y lo que los futuros presidentes piensen sobre ello podrá incluso acercarnos a conflictos de carácter internacional.
Ojalá se discuta más el tema en los días que quedan hasta la votación de la primera vuelta el 29 de mayo y empecemos a pensar por qué importa el mundo, y cómo la postura de Colombia ante el plano internacional termina afectando asuntos de trascendental importancia interna. Ojalá superemos las frases vacías, propuestas abstractas, fantasmas lejanos y sepamos en qué lugar del mapa se para cada candidato.