Columna

¿En primera o en reversa?

La procuradora Margarita Cabello probablemente posesionó a Gustavo Petro como presidente, al suspender a su gran aliado, Daniel Quintero, alcalde de Medellín

Daniel Quintero, alcalde de Medellín, fue suspendido por la procuradora Margarita Cabello.

A comienzos de los ochenta, cuando me faltaba un par de años para hacerme bachiller, fui a ver la película “Gandhi”, con magistral actuación de Ben Kingsley. Tres horas y algo más. Pero en los primeros minutos de la cinta asesinaban al líder indio. Y ya. Superado el final, uno se concentraba en la historia.

Así que hoy, como en “Gandhi”, comienzo por el final: anoche, la procuradora Margarita Cabello probablemente posesionó a Gustavo Petro como presidente, al suspender a ...

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A comienzos de los ochenta, cuando me faltaba un par de años para hacerme bachiller, fui a ver la película “Gandhi”, con magistral actuación de Ben Kingsley. Tres horas y algo más. Pero en los primeros minutos de la cinta asesinaban al líder indio. Y ya. Superado el final, uno se concentraba en la historia.

Así que hoy, como en “Gandhi”, comienzo por el final: anoche, la procuradora Margarita Cabello probablemente posesionó a Gustavo Petro como presidente, al suspender a su gran aliado, Daniel Quintero, alcalde de Medellín. Una vez planteado el eventual final de la cinta, demos una mirada al guion total.

Aunque anoche la procuradora demostró que es proclive a pisar cáscaras y morder anzuelos, no le vamos a seguir el ejemplo. Y diremos que, en aras de una discusión sana, no vamos a cuestionar que aplicó las herramientas propias de su función. Claro, anotando que amplios sectores creen que desconoció una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que sostiene la imposibilidad de que la Procuraduría separe de su cargo a funcionarios electos (lo cual podría pasar después de la suspensión del alcalde Daniel Quintero), y que esa potestad recae solo en un juez. Y una procuradora no es juez.

En aras de una sana discusión, vamos a suponer que actuó correctamente en la aplicación de la ley. Pero quizás no midió los efectos políticos de su determinación. O los midió, pero tenía intereses que la hicieron dar el salto al abismo. Lenta y paquidérmica en todo pronunciamiento sobre funcionarios públicos que han ido más allá del retador video de Quintero metiendo primera en los cambios de su carro, incluido el general Eduardo Zapateiro (comandante del Ejército), fue rauda liebre para ajustar los clavos en la muñeca del alcalde de Medellín. Y podría decirse, como supimos en Caracol Radio, que su decisión no obedece al video, sino a una investigación contundente sobre el alcalde, al que la Procuraduría ronda hace tres meses. Sí. Todo eso puede ser, pero una cosa es lo que es y otra lo que buena parte de la opinión pública cree que es en realidad.

Porque hoy muchos colombianos creen que la exministra de Iván Duque, la procuradora complaciente con el gobierno, aplicó la ley del embudo y apretó clavijas a uno de los coroneles de Petro, haciéndose la de la vista gorda con las metidas de pata de ministros y militares. Porque una cosa es que su decisión sea jurídicamente correcta y, otra, que haya sido políticamente torpe y en el momento de mayor sensibilidad de la historia electoral del país.

¿Cuántas veces cae un rayo en el mismo árbol? Asistimos a la segunda vez en que alguien en el cargo de Procurador le sirve en bandeja el éxito a Gustavo Petro, porque parodiando a la famosa serie que traduzco como “naranja es el nuevo negro”, hoy Cabello es el nuevo Ordóñez.

Puede uno decir que podría aceptarse en términos legales su decisión sobre Quintero, pero las suspicacias son generosas y todas conducen al mismo cruce de caminos: Cabello dejó que los intereses políticos permearan la majestad de su cargo. No exhibió aquí la astucia que la llevó a conquistar almas para convertirse en procuradora y torpemente tiró la bomba atómica a escasas horas de la revelación del video de Quintero metiendo primera. Justo cuando la encuesta de Yanhass mostraba a un Petro probablemente ganador en primera vuelta.

Para plantearlo en una cruda metáfora de tiempos de guerra, Cabello le puso en la mano a Putin el botón de lanzamiento de un sofisticado misil balístico. Pudiendo actuar en derecho, lo reconozco, Cabello Blanco metió las de caminar y suspendió a Quintero con la efectividad que no tuvo el poco afortunado comité revocatorio. Para decirlo como hablamos en la calle, le hizo un favor a Petro. Y Petro, sabemos, nunca se priva de engullir la papaya que le sirven.

El país venía viendo cómo el combustible iba buscando caminos por el piso, pero el fósforo lo dejó caer la procuradora exministra duquista. Lo mío es el periodismo, jamás el activismo. No aplaudo candidatos, pero tampoco estoy para clavarlos a un madero, y esto es una columna de opinión que busca todo menos defender a un funcionario que, entre otras, sí ha arañado con fuerza las prohibiciones de intervenir en campaña. Pero no me impide eso pensar que la política ha hecho blanco en las actuaciones de Cabello Blanco.

Al mejor estilo de Rulfo, el Llano está en llamas y todos sabemos quién es la pirómana. Procuradora: lo menos que se puede decir de usted, y con algo de benevolencia, es que le faltó tacto y momento. Reeditaré lo que dije al principio de esta columna, que la procuradora Margarita Cabello, por un pelo, llevó a Petro a la primera magistratura. Corrijo, no quiero ser injusto: por un pelo, no. ¡Por una Cabello!

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