El Mobile World Congress de Barcelona cerró ayer sus puertas, con récord de visitantes (un total de 108.000) y cierta decepción en las apuestas presentadas. Los redactores de EL PAÍS y Cinco Días que, desde el pasado sábado están siguiendo la feria, destacan qué es lo que más les ha llamado la atención de esta edición, para bien y para mal.
Rosa Jiménez Cano
Lo mejor: Sin huelgas se vive mejor. Más puntualidad y menos aglomeraciones. En cuanto a lanzamientos, Xperia Touch ha sorprendido por proponer un nuevo uso de Android y pensar una nueva forma de interacción. Google ya no tiene un stand tan sorprendente, pero su zona de Android, al aire libre, explica muy bien su filosofía y posibilidades. Entretenido y didáctico, se convirtió en un oasis antiestrés.
Lo peor: La presencia de mujeres (que no sean azafatas) sigue siendo escasa en una de las industrias más pujantes. Se ha notado cierto bajón en cuanto a ponentes. Netflix y Pokémon Go tienen gran interés, pero se echa en falta a Mark Zuckerberg. Que un móvil sin apenas funciones, el Nokia 3310, se convierta en la estrella de la feria, dice mucho de la saturación de la industria. Nefasta la gestión de la expectación de Huawei el domingo en su presentación. El tumulto resultó peligrosa por momentos y decepcionante para los que se quedaron fuera.
Ramón Muñoz
Lo mejor. A falta de lanzamientos deslumbrantes, el MWC ha dejado de ser un escaparate de gadgets, y se ha hablado de asuntos de más trascendencia como la conducción autónoma, el 5G o incluso ha surgido el debate de si las máquinas que autoaprenden deben también pagar impuestos cuando sustituyan a trabajadores. De los aparatos, me quedo con el Huawei P10, con el que el fabricante se ha quitado ya la vitola de "móvil chino" y la ha cambiado por la de "clásico".
Lo peor. Que casi todos los lanzamientos de las grandes marcas se hacen el domingo, en la víspera de la inauguración del MWC, lo que provoca una cobertura informativa deficiente, con copia/pega de la nota de prensa en ocasiones.La fricada del Nokia 3310 como si HMD hubiera reinventado el móvil tonto, cuando fabricantes como Alcatel venden todos los años decenas de millones de este tipo de móviles para llamar y mandar SMS. La ausencia de Samsung, que ha preferido dejar su Galaxy S8 para el 29 de marzo, cambiando Barcelona por Nueva York. Y, ¿qué fue de la eSIM embebida que los medios vendimos en el MWC 2016 como la panacea que nos iba a permitir cambiar de operador cuando quisiéramos? Ni una línea de la eSIM en el MWC 2017. Si lo que vendemos resulta humo hay que reconocerlo luego.
Ana Pantaleoni
Lo mejor. Sin duda, lo mejor es recuperar el Nokia 3310. Había olvidado que existían teléfonos con una capacidad de batería de 22 horas en conversación, yo que voy cargando el mío en cualquier esquina. Aunque, como dice Rosa Jiménez Cano, si lo mejor del Mobile es el Nokia, igual a la industria le toca reflexionar.
Lo peor. Considero que es un problema la falta de más "personajes públicos o conocidos" en las ponencias. Destacaron los fundadores de Netflix o Pokémon, pero faltó el factor sorpresa.
Laia Reventós
Lo mejor. La tecnología móvil es ubicua. Y se integra en todos lados: robots, coches, wearables, gadgets del Internet de las cosas. El móvil ha dejado de ser el protagonista absoluto del MWC, feria en la que vemos un adelanto de lo que nos depara un futuro próximo.
Lo peor. La escasa presencia de mujeres, los atascos de tráfico y la ausencia del factor sorpresa. Será un éxito de visitantes, pero la sensación es que ha sido un Mobile más suave.
Jordi Pueyo
Lo mejor. Es muy gratificante ver que movilidad promete cada vez más un futuro mejor en aspectos como la medicina personalizada, la seguridad en la conducción, la lucha contra el cambio climático y el Big Data para un uso más eficiente de los recursos. Sin embargo, seguimos siendo humanos y el móvil no nos lo da todo. El alud de nostalgia que ha generado la reedición del Nokia 3310 es esperanzador ante los aspectos más frívolos de la notificación constante y la sobreexposición en las redes. A veces es necesario desconectar.
Lo peor. Por otra parte, no hemos podido ver nada similar a la recreación de la Rambla de Barcelona presente en el pasillo principal del Mobile World Congress en las dos pasadas ediciones. Cada espacio exterior de networking representaba un punto de la popular calle, como el Liceo o las paradas de flores. Algunas de las variopintas estatuas humanas también paseaban por el congreso. Este año, no ha habido tal referencia desenfadada a la ciudad. Cada terraza ha estado dedicada a una marca.
Lluís Pellicer
Lo mejor. La Mobile World Capital ha sabido consolidar el salón 4YFN como un espacio de referencia para las startups e integrarlo dentro del MWC, de modo que es casi de paso obligado para grandes corporaciones, mentores o inversores a la búsqueda de empresas en las que invertir o contratar. Prueba de ello es el estirón que han pegado en un año algunas de estas tecnológicas, entre las que, a falta de un unicornio español, empieza a haber ya los primeros grandes casos de éxito. Los proyectos que se acuden al evento cada año, además, son de mayor calidad, con mayor vocación internacional y con planes de negocio mucho mejor trabajados.
Lo peor. Salvo excepciones, algunas conferencias destacadas por parte de altos ejecutivos de grandes compañías o gurús no han dejado de ser meras presentaciones de la empresa a la que representan o de conceptos más que conocidos, cuando quienes acudían a ellas buscaban sobre todo consejos sobre fórmulas para desarrollar su negocio, cómo acudir a nuevos mercados o cómo hallar capital. Tampoco la restauración en el pabellón de Montjuïc ha brillado por su variedad.
Santiago Millán
Lo mejor. Uno de los factores positivos del MWC es el creciente peso industrial del evento, más allá de la pura tecnología. Pese a la ausencia de grandes figuras del sector como fueron otros años los fundadores de Facebook o WhatsApp, el congreso ha reunido de nuevo a cerca de 100.000 representantes de esta industria, lo que implica que muchas empresas, grandes y pequeñas, lo consideran estratégico, bien para establecer alianzas, vender productos o competir en el desarrollo de tecnologías como el 5G o la fibra óptica.
Lo peor. Por el lado negativo, distintos directivos y profesionales han advertido de que el éxito de tecnologías de nueva generación como la inteligencia artificial y su aplicación a las industrias van a obligar a replantear áreas claves para la sociedad como el mercado laboral. Quizá ha sido la edición del MWC en la que este debate y estos miedos ha estado encima de la mesa en mayor medida que en años anteriores.
Marimar Jiménez
Lo mejor. Cómo ha plasmado este año la feria el poder del dato y del machine learning (Inteligencia artificial). Dos ejemplos han bastado para demostrarnos lo que se nos viene encima, un mundo donde la recolección del dato y su buena o mala explotación serán clave. Uno ha sido la presentación de la cuarta plataforma de Telefónica, otro, las múltiples propuestas de coche autónomo y conectado. La industria del automóvil nunca será la misma. Los coches serán auténticos ordenadores con ruedas, escupiendo más y más datos, y dando lugar a formas de comercializar y utilizar los vehículos que ahora ni imaginamos. Como muestra Chevrolet, primer gran fabricante de coches en ofrecer conectividad ilimitada con cada vehículo vendido por 20 dólares al mes. En la parte de dispositivos, me quedo con dos: el Xperia Touch de Sony, que convierte en táctil cualquier superficie, y el dron DJI M200, capaz de advertir a su operador cuando hay aviones o helicópteros cerca.
Lo peor. La falta de diversidad en el Mobile. ¿De verdad no hay mujeres interesantes en la industria móvil como para que tengan más protagonismo en las ponencias principales? Y después la sensación de déjà vu que dejan ciertos temas como la ciberseguridad o el 5G (importantes sin duda) y la falta de sensibilidad de la industria móvil por el tema medioambiental. Solo he escuchado (y se lo aplaudo) al pequeño fabricante de teléfonos “éticos” Fairphone pedir una industria más sostenible, que fabrique dispositivos más fáciles de reparar y con una vida más larga, con el fin de reducir la basura electrónica que se genera. A ver si algún grande copia el discurso.