Cuando la ficción sirve de defensa
Sobre la mesa de trabajo de Alberto Manguel hay una pulcra fila de cuadernitos idénticos, un centenar, tantos como cantos tiene la Divina comedia. Cada día entre las seis y las siete de la mañana el escritor argentino lee un canto y anota en una de esas libretas sus impresiones. Luego desayuna.