Las palabras proteicas de García Márquez
Si sus criaturas están torneadas por el lenguaje, el mundo al que pertenecen está esparcido de palabras que son como destellos. Y una vez más, Gabriel García Márquez (Aracataca, 1927) lo ha demostrado en Memoria de mis putas tristes (Mondadori), novela en la cual reafirma su vocación de salvador de palabras a punto de ser jubiladas o de arcaísmos, y en cazador de otras que apenas sí se conocen más allá de su Colombia o cuya acepción es desconocida, sin olvidar su vena de inventor.