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Los cadáveres del ICE: 14 migrantes, 3 de ellos mexicanos, han muerto bajo custodia en el primer año de Trump

Desde 2019, 69 migrantes han perdido la vida mientras estaban a resguardo del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos

Abelardo Avellaneda Delgado tenía 68 años.
Carlos Carabaña

Se llamaba Lorenzo Antonio Batrez Vargas. Era mexicano, tenía 32 años y fue declarado muerto el 31 de agosto, mientras estaba detenido en el Central Arizona Correctional Complex en Florencia. Batrez se une a una lista infame. Desde 2019, 69 migrantes han muerto mientras estaban bajo custodia del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos, ICE por sus siglas en inglés. Solo desde que Donald Trump ganó las elecciones en noviembre de 2024 van 14 personas muertas en centros del ICE, tres de ellas mexicanas.

A Lorenzo le llamaban Lenchito. De acuerdo a una página de recaudación de fondos que su familia en Estados Unidos ha organizado para trasladar su cadáver y organizar su entierro, murió solo y probablemente debido a complicaciones derivadas de la Covid-19, sin recibir “la atención médica que él se merecía”. “Ninguna familia debería tener que preguntarse si la vida de su ser querido podría haberse librado con más compasión, más cuidado o más justicia”, desea el texto.

Su nombre se suma a los de Chaofeng Ge, Tien Xuan Phan, Isidro Pérez, Johnny Noviello, Jesus Molina Veya, Abelardo Avelleneda Delgado, Marie Ange Blaise, Nguyen Nhon Ngoc, Brayan Rayo Garzón, Maksym Chernyak, Serawit Gezahegn Dejene, Genry Ruiz Guillen y Ramesh Amechand. Migrantes de México, Guyana, Canadá, Ucrania, Etiopía, China, El Salvador o Haití, desde los 27 hasta los 75 años, muchos con décadas llamando hogar a Estados Unidos.

Es el caso de Isidro Pérez, ciudadano cubano de 75 años, que tras entrar en el país en 1966 fue detenido el pasado 5 junio en Cayo Largo (Florida) y trasladado a un centro en Miami. En menos de un mes, murió de lo que se describe como un infarto. También del mexicano Jesús Molina Veya, que a sus 46 años ya había sido expulsado dos veces de Estados Unidos y, tras ser detenido en abril en Atlanta, se suicidó el 7 de junio.

“Estamos ante una política y pedagogía de la crueldad, que si bien lleva ya 35 años, sí parece que una de las aristas del gobierno en Estados Unidos es la lógica de espectacularizar esta crueldad y utiliza, como artistas de reparto, a los migrantes en situación irregular”, explica Amarela Varela, estudiosa de la migración y profesora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. “Y, aunque haya matices, es la misma política con los republicanos y con los demócratas; no lo inventó Trump, solo lo está volviendo más cruel”.

Desde 2019, 69 personas han fallecido bajo custodia del ICE, de acuerdo con los datos de la propia agencia. Solo el año 2020, el último de la primera etapa de Donald Trump como presidente, supera el inicio de su segundo mandato. En ese ejercicio fiscal, que va del 1 de octubre al 30 de septiembre, fallecieron 21 migrantes a los que las autoridades de Estados Unidos deberían haber protegido.

A lo ancho y largo de Estados Unidos hay más de 200 centros de detención para migrantes. Estos incluyen cárceles públicas y privadas y ahora mismo tienen retenidas a 61.000 personas, casi el doble de las 37.000 que había cuando Trump volvió al poder. El 70% no tiene sentencia y, de los que sí están condenados, un número significativo es por delitos menores tipo saltarse normas de tráfico.

No puede decirse que Trump no esté cumpliendo sus promesas. Una de los pilares de su plataforma electoral fue ofrecer aplicar una política de mano de hierro contra la migración. “El primer día lanzaré el mayor programa de deportación en la historia de Estados Unidos para sacar a los criminales”, dijo en su cierre de campaña. Nada más jurar el cargo, firmó una orden ejecutiva que declaró en emergencia nacional la frontera con México; cerró la entrada en su territorio a los solicitantes de asilo, anunció otra vez un muro físico y mandó a agentes de la ley a ser una barrera humana; ordenó comenzar las detenciones de todos los migrantes en situación irregular y presentar contra ellos cargos penales, además de buscar un camino legal para quitarle la ciudadanía por nacimiento a sus hijos...

Desde entonces, se declaró temporada de caza de seres humanos. Los agentes del ICE vigilan las zonas cercanas a colegios, secundarias y centros de trabajo de todo el país para buscar víctimas; hubo cargas policiales contra jornaleros mientras recogían las cosechas de los campos estadounidenses —mataron a un trabajador mexicano—, se han anunciado operativos federales en las ciudades y jurisdicciones que se niegan a cooperar con estas políticas... La lista es demasiado larga, pero la ironía llegó el pasado junio, cuando Trump reconoció que las deportaciones masivas estaban afectando a sectores como la agricultura y la hostelería, que dependen justamente de la fuerza laboral migrante.

Personas detenidas en el centro de detención privado GEO Group ICE Processing en Adelanto, California, el 10 de julio.

“Trump está al otro lado del muro, pero las políticas migratorias de Estados Unidos llevan 30 años exportándose a América Latina a base de chantajear a los gobiernos de cualquier signo político”, reflexiona la académica Varela. México, uno de los corredores migrantes más transitados del planeta, atravesado por miles de ellos de todo el mundo que buscan llegar a Estados Unidos, no es una excepción.

Con el presidente Enrique Peña Nieto se instauró el Programa Frontera Sur, que buscaba parar a los migrantes nada más entrasen por Guatemala y, aunque Andrés Manuel López Obrador comenzó su sexenio (2018-2024) con la promesa de un trato más humanitario hacia los “hermanos migrantes”, Trump amenazó con imponer aranceles si México no cumplía sus exigencias. El país pasó de detener a 180.000 migrantes al año en 2018 a 1,2 millones en 2024. Además, el trato inhumano en los centros de detención de México se hizo patente con la muerte de 40 personas durante un incendio en una Estación Migratoria de Ciudad Juárez. Queda por ver cómo irá el sexenio de Claudia Sheinbaum, pero de momento hay una bajada en estas cifras.

En Estados Unidos, cada vez que un migrante muere en un centro de detención de ICE, la agencia manda un comunicado. Todos cierran con una misma mención: “El ICE mantiene su compromiso de garantizar que todas las personas bajo su custodia residan en entornos seguros, protegidos y humanos”. No parece que estén cumpliendo con ese trabajo.

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Sobre la firma

Carlos Carabaña
Periodista de EL PAÍS en México. Se especializa en investigar campos como medio ambiente, derechos humanos o corrupción. Es licenciado en Bellas Artes y máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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