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Haydée Milanés: “Me duele haber visto cómo Cuba se iba devastando cada día”

La artista, hija de Pablo Milanés, ha lanzado recientemente ‘Duele’ junto al rapero cubano El B, un nuevo canto por una Cuba libre. Atiende a EL PAÍS desde su exilio en Miami

Haydée Milanés en una imagen sin datar.Alejandro Gutierrez (CORTESÍA)

La cantante Haydée Milanés lleva a cuestas unos cuantos dolores de los que no presume, pero que puede evocar sin reparos: le duele la muerte de su padre, el cantautor Pablo Milanés, hace dos años; le duele su exilio; le duele haber dejado atrás a su madre Zoe Álvarez; le duele no poder cantar en Cuba y le duele Cuba, un dolor tan grande, tan definitivo, que parece contener en sí todos los otros. Hace unos días, lanzó el video de la canción que le puso música a su dolor. Después de seis años sin grabar y nueve sin lanzar un videoclip, Milanés (La Habana, 44 años) compuso Duele junto al rapero cubano El B, exintegrante del mítico dúo Los Aldeanos. Forma parte del disco en que trabaja, con los productores Yadam González y Eduardo Cabra. Desde Miami, a donde emigró en 2022, Milanés hace un sencillo con más de un rostro: es un canto al amor y la tristeza, a la patria y a la madre, es un susurro y un grito.

“A esta canción lo que hicimos fue inyectarle una fuerza, un deseo y un decreto de libertad, de esperanza, y de que sí lo vamos a lograr, vamos a lograr liberar a ese país, rescatarlo, ese país es de nosotros”, dice la cantante. “Este es un canto a Dios, a Oshún, a la Patrona de Cuba, un canto pidiendo a lo más grande que exista, para que nos muestre cómo salir de esta pesadilla y poder tener un país”. Duele también es la entrada de Milanés, una vez más y con fuerza, a la escena musical fuera de la isla. “Es romper ese hielo desde un espacio como Miami, donde no sabía si iba a poder volver a grabar o tener la posibilidad de costearlo”, asegura. “Yo tenía mucha necesidad de hablar del tema de Cuba en la música, lo estaba haciendo en mi vida social, pero tenía deseo de ponerlo en mis canciones, mis letras. Se dio un encuentro mágico con El B, una conexión espiritual en ese nivel de nuestro amor por Cuba, nuestro deseo de que el país esté bien, de que sea libre. Fue increíble poder trabajar con él, un gran rapero, un gran artista y un gran ciudadano. En la canción que hicimos hay una verdad, ahí están puestas las fibras de nuestra sensibilidad, de nuestro amor y de nuestros dolores”.

Pregunta. Aunque el título es muy explícito, ¿cuáles son sus grandes dolores como artista, como cubana?

Respuesta. A mí me duele haber visto cómo mi país se iba devastando cada día más. Mi ciudad, La Habana, que amo profundamente, mi espacio más querido, original, lo he visto destruirse todos los días poco a poco. He visto a la gente tan triste, en ese nivel de miseria, viviendo bajo una dictadura que no responde al pueblo. Es un país que podría ser maravilloso, pero hoy es un lugar donde la gente no es tomada en cuenta, la gente pasa hambre, no hay justicia social, no hay derechos, no hay respeto hacia las personas, no podemos ni siquiera decir lo que pensamos, porque te persiguen, te apresan. Eso es una cosa que duele, vivir en tu país con ese miedo. Y cuando empiezas a hablar, comienzan a hacerte creer que eres un traidor, un anticubano, entonces uno se siente mal en su propio país. Por eso, la canción es tan importante para mí, por el momento en el que estoy. Llevaba mucho tiempo sin poder grabar o dar a conocer mi música. En Cuba, en medio de esa vorágine, mi carrera estaba estrangulada.

P. Ha hecho denuncias públicas contra el Gobierno. ¿Cómo padeció el ostracismo?

R. Ellos tienen maneras de operar muy sutiles. No te dicen que estás prohibida, pero te enteras por las mismas personas que trabajan en esos lugares, que se arriesgan para poner tu música en la radio y la televisión. Yo sé que dentro de los medios de difusión públicos de Cuba estaba mi nombre en una lista de bajo perfil, y poco a poco se fue volviendo una prohibición. Eso viene desde muchos años atrás, siempre fui una persona que me expresaba y decía lo que pensaba. Me negué a cantarles a los Cinco Héroes o a los militantes del partido. Llegó el momento en que sentía que si quería cantar en un teatro, había cierta incomodidad, estaban predispuestos conmigo, había miedo, me ponían trabas. Después de 2009, no pude hacer más ninguna gira nacional, que es la posibilidad de poder cantarle a todo el país. En los organismos oficiales de cultura, me decían que no había transporte u hospedaje, mientras otros artistas sí lo podían hacer. Últimamente, yo salía del país, hacía conciertos en otros lugares y con ese dinero sufragaba los gastos de los que hacía en Cuba. Solo pude hacer un programa en 23 y M en toda mi carrera, nunca pude hacer un programa de fin de año, los más importantes, donde más visibilidad los artistas tienen, no me llamaban. En 2001, tenía unos conciertos en Santiago de Cuba, fue el mismo tiempo en que mi padre dio unas declaraciones en Miami donde dijo que ya no era fidelista y los conciertos quedaron cancelados. También me mandaron mensajes con amistades, con familia, personas muy cercanas para que tuviera cuidado con cómo me expresaba y lo que estaba diciendo. Me visitaron a mi casa altos funcionarios de la cultura por mis posturas en redes sociales, donde denunciaba la represión a los artistas, a los activistas o periodistas, o cosas elementales que yo, como ciudadana, sentía que era mi derecho y mi deber decir.

P. ¿Cuándo comenzó a adquirir una conciencia política y cívica en Cuba?

R. Lo que me hizo despertar fue vivir cerca de mi padre, y ver su realidad y todo lo que pasó, sus sufrimientos, la forma en que él intentó cambiar las cosas dentro de Cuba. Se enfrentó al poder en muchas ocasiones, intentó poner de su dinero para invertirlo en una fundación y le cerraron las puertas. No le dijeron “no lo puedes hacer”, pero enseguida le empezaron a poner trabas, porque sencillamente no les interesa que una persona que no sean ellos haga algo por el pueblo. Vi a mi padre luchar, decepcionarse de eso, algo en lo que él creyó.

Fueron cosas que él vivió y que mucha gente no conoce o no entiende lo que significan dentro de un país que es una dictadura, donde se supone que estés de acuerdo con todo, que te calles, y cuando no lo haces tienes que lidiar con las consecuencias.

P. ¿En sus últimos años, cuánto sufría Cuba Pablo Milanés?

R. Mi papá creyó en ese proyecto, creyó en la justicia social que prometía la revolución cubana. Le hizo canciones de amor porque confió en que eso iba a ser algo verdaderamente bueno para su gente, y poco a poco se fue dando cuenta de que no era así. Y siguió luchando y tratando de cambiar las cosas, pero esas decepciones eran mayores. Mi padre murió con el dolor de haberle cantado con ese amor a algo que fue un engaño desde el principio y que lo utilizó, algo que al final destruyó un país, una nación y a todo un pueblo. Eso te destruye el alma.

P. Tuvo la oportunidad de grabar un disco junto a su padre y ha hablado de cuánto le aportó como artista, ¿pero qué le aportó usted a él?

R. Él retomó la guitarra con ese disco, llevaba ocho años sin tocar guitarra y primero se negó. La guitarra es un instrumento que parece fácil, pero te hace callos en los dedos, te debes poner en posiciones incómodas, y las personas, cuando dejan de tocar un tiempo, les cuesta trabajo volver. Él se había acostumbrado a que la banda lo acompañara. Yo le insistí en que lo hiciera para este disco, que necesitaba que me hiciera una demostración de cómo sonaban esas canciones suyas en la guitarra. Lo obligué, le metí el pie varias veces. Decía que yo era muy dura con él, que lo llevaba muy recio, que era una torturadora. Pero fue algo grande y uno de los grandes logros de ese disco. Lo digo sin modestia: gracias a ese disco mi papá volvió a tocar la guitarra y siguió haciéndolo en sus conciertos. Para mí fue algo muy importante, porque mi padre y su guitarra eran algo mágico, no hacía falta nada más.

P. Ahora que ya no está, ¿cómo es la vida sin Pablo Milanés?

R. Del carajo. Pero para mí él sigue estando ahí. Yo incluso converso con él. A veces me cojo hablando con mi papá, le explico cosas, pienso mucho en él, en qué creería de algo. Pero físicamente no está y en ese aspecto es muy duro. Me gustaría poderlo abrazar, nosotros teníamos una relación de mucha ternura, me encantaba caerle arriba, darle besos, eso ya no lo puedo hacer. Me duele que no esté, es algo a lo que siempre temí en la vida, perder a mi papá.

Pablo y Haydée Milanés, en Ciudad de México, en 2019.Oswaldo Ramírez

P. ¿Qué hay de su madre en su arte, en usted misma?

R. Mi mamá me duele mucho también. De hecho, en la canción yo menciono a mi madre. Mi tierra es mi madre y mi madre es una parte muy importante de mi vida. Mi relación con ella es muy fuerte, muy profunda, y ella está en Cuba, está enferma, y esa es una de las cosas que más me duelen de haberme ido y una de las razones por las que no me fui antes. La recuerdo constantemente, sobre todo ahora con mi hija. Puedo entender mucho de ella, la puedo perdonar también en muchas cosas que no hizo bien. Mi madre fue una persona muy difícil, con un carácter fuerte, pero que creía mucho en mí, en mi musicalidad. Yo decía que quería ser corredora o bailarina, mi papá quería que yo fuera pintora, pero ella siempre luchó porque yo fuera músico.

P. ¿Cuán difícil le ha sido abrirse espacio como artista en Miami?

R. Ha sido un proceso de aprendizaje y de renovación. Hay una frase manida que dice que cuando te exilias, te mueres y vuelves a renacer, y es verdad. Una parte de ti muere y tienes que volver a nacer para poder adaptarte a ese nuevo lugar. Desde el punto de vista artístico, también. Ha significado un gran reto porque es entender cómo se mueve la música, cómo hacer conciertos, conectar con la gente, con los espacios, con los músicos. Ser artista no es fácil en ningún lugar, pero en esta ciudad aún faltan espacios para determinados tipos de música, como la que yo hago. Ha sido un reto poder grabar, filmar un video, conectar con músicos, con productores. Yo me siento con deseos de hacer cosas diferentes, me siento más abierta. Tengo deseos de romper un poco con esa Haydée de antes. Quiero arriesgarme, quiero decir cosas diferentes, moverme de una manera diferente, dar a conocer esa nueva Haydée que está naciendo.

P. ¿Existe una Cuba a la que vaya a regresar?

R. Eso es una cosa que se mueve dentro de uno de una forma muy misteriosa. Yo nunca quise irme de Cuba, hice todo lo posible por quedarme y no porque viviera de una manera privilegiada. No vivía en las peores condiciones, pero tampoco como una reina, yo trabajaba, me esforzaba muchísimo y traté como ciudadana de hacer algo porque las cosas cambiaran. Me di cuenta de que eso no era posible. Sentí que iban a acabar conmigo, que iban a acabar con mi salud mental, con mi salud física también, y yo soy responsable además de una niña. Me fui casi con una mano alante y la otra atrás, sin nada. Ha sido el momento más difícil de mi vida, mi padre falleció en España a los pocos meses de irme y no pude ir a verlo porque estaba en medio de mi situación migratoria. Ahora me siento aliviada, pero ya no soportaba más estar allí, estaba desesperada, alcoholizada, ese estado de desesperación te lleva a cualquier extremo. Y eso es lo que ellos logran con mucha gente. Por un lado, no quisiera ir a esa Cuba que está así, no voy a tocar en Cuba porque es lidiar con las instituciones oficiales y eso no lo quiero hacer más. Pero hay una parte de mí que quiere que Cuba cambie, poder regresar y poder formar parte de una reconstrucción de la Cuba que queremos; una Cuba libre, una Cuba en democracia, que pueda florecer, una Cuba de prosperidad, de alegría, de esperanza, de justicia, de unión, donde existan diferentes partidos; donde no estén esas personas dirigiendo, porque han demostrado ser personas corruptas, que le han dado la espalda al pueblo.

Haydée Milanés en la Habana, Cuba, el 13 de junio de 2019. Ismael Francisco (AP)

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