Hombre, latino y votante de Trump: “Soy un republicano muy humano”
Niover Licea, cubanoamericano de 49 años en Carolina del Norte, niega la contradicción entre ser migrante y apoyar al republicano: “La frontera en estos momentos tiene un descontrol tremendo”
El 5 de noviembre Niover Licea se fue a la cama cerca de la una de la madrugada, cuando supo que su voto era el voto de su Estado y los medios informaban que Carolina del Norte era completamente rojo en el mapa de la nación. Cuando al siguiente día se levantó a trabajar, el país ya tenía presidente para los próximos cuatro años.
—Dije wow, qué bien. Felicidades a Donald Trump, al presidente.
Niover nació en Manzanillo, al oriente de Cuba. Luego se fue a La Habana con su familia y en 2006, con 29 años, se agenció un viaje a México y cruzó la frontera. Todo lo que ha hecho desde entonces es trabajar durísimo. Ahora, a sus 49 años, maneja por las calles de Raleigh y se siente afortunado de presenciar el espectáculo del otoño, de ver el color que van tomando las hojas de los árboles, del sol que cae temprano, de la temperatura que se siente más fresca. De entender cómo la ciudad de ayer no es la misma ciudad de hoy.
Si hace unos días Carolina del Norte era un Estado indeciso en medio de la vorágine electoral, hoy es el sitio que eligió como presidente al candidato Donald Trump, quien tuvo el 51,0% de los votos frente al 47,7% de Kamala Harris. El viejo Estado del norte, codiciado a la altura de Georgia, Arizona, Wisconsin, Michigan, Pensilvania o Nevada, fue fiel al republicano como lo fue en 2016 y luego en 2020.
Niover ha sido muy criticado por darle su voto a Trump, como también hicieron en estas elecciones la mayoría de los hombres latinos según los sondeos. Pero cree que su voto no tiene que “complacer a nadie”.
— Con Trump llegamos a tener gasolina a poco más de un dólar, la comida no era tan cara, las rentas y los salarios se nivelaron, y tuvimos paz, no tuvimos guerras en sus cuatro años y eso es muy importante. Realmente es una persona que ama a su país y por qué no darle la oportunidad. Yo ya viví los cuatro años de él y fueron buenos.
Niover tiene una respuesta para cada cuestionamiento o encrucijada en que lo ha situado su decisión. Dice que Trump no es un misógino cuando elige como jefa de Gabinete a Susie Wiles; tampoco está en contra del aborto, solo del “indiscriminado”; no está en contra de las armas, pero sí de su posesión sin un examen previo; aunque no le gusta el olor, está a favor de la marihuana. Recuerda que el republicano Ronald Reagan, con su reforma migratoria, fue quien legalizó a casi tres millones de inmigrantes; que con Obama “los demócratas tuvieron Congreso, el Senado, la presidencia y hasta el Tribunal Supremo” y nunca llevaron a cabo una reforma migratoria; que Abraham Lincoln era republicano y fue quien le dio la libertad a los esclavos; que han sido los demócratas quienes implementaron el programa de Parole humanitario y ahora dejarán a miles de emigrantes en el limbo legal. Y sobre todo, Niover cree que hay que regular la frontera, la misma que atravesó hace ya varios años.
Eso no lo hace automáticamente una mala persona, explica. Si hay algo que sí le resulta insoportable es la creencia de que los republicanos son gente inhumana. Pues no lo son, dice. Al menos él no podría serlo.
—Yo vengo de abajo, yo no soy rico, ni mi familia es rica. Mis trabajadores son humildes. Tengo empleados que tienen el Estatus de Protección Temporal (TPS) y uno se siente mal porque llevan en este país muchos años. Yo no dejo de tener consciencia, pero lo que hago es que me vuelvo un republicano mucho más humano. Ellos saben que yo soy republicano. Conmigo pueden dialogar y les permito decir lo que quieran.
No ve una contradicción, por ejemplo, entre ser republicano y haber entrado por la frontera, o votar por Trump y haber traído a parte de su familia como beneficiarios del programa de Parole humanitario que el republicano amenaza con eliminar.
—Yo pienso que la frontera en estos momentos tiene un descontrol tremendo. Nadie está en contra de que entren personas. Pero Estados Unidos debe tener mucho más cuidado, mira cuántos criminales han entrado por la frontera, cuántos represores cubanos están establecidos descaradamente en Estados Unidos. Cuando Barack Obama, había niños que venían solos. No es menos cierto que necesitamos gente en este país, pero cómo se puede hablar de emigración cuando en este país hay millones de ilegales en las sombras, a quienes no les ha dado papeles, que tienen hijos estadounidenses, que son universitarios. No es justo que a esas personas se les esté negando el derecho de tener un permiso de trabajo y salir de la situación en que están, cuando llevan tantos años acá. La gente está en contra del emigrante que es criminal, pero no del que trabaja, porque el 90% de las personas que llegan son emigrantes como yo, que vinimos a trabajar y a seguir engrandeciendo a esta nación, que no por gusto es la democracia más grande desde hace 200 años.
Su elección roja sí le ha agenciado problemas familiares, o la pérdida de amigos de más de 20 años. Pero Niover podría enumerar las razones por las que es un cubano republicano, o por las que nunca vio en Kamala Harris a la próxima presidenta de los Estados Unidos: “Nunca vi en Kamala Harris a alguien para elegir. Estaban usando la imagen de que era mujer, de que era afroamericana, de que si era de origen hindú, pero su trabajo, lo poco que se le encargó, fue el problema de la frontera y resultó un desastre”. También podría explicar por qué un día fue un obamista y cinco años después votó por el exgobernador republicano de Massachusetts, Mitt Romney.
—Creía que Barack Obama era alguien fresco, diferente, que traía ideas, una persona muy locuaz, que estaba cerca de la gente, del trabajador. Representaba en ese momento los valores del trabajador de la clase media norteamericana que siempre representó el partido demócrata. Él hablaba y te hacía recordar esas cosas, que estaba cerca del pueblo estadounidense.
Cuando Niover pudo votar por primera vez en 2012 —luego de acogerse a la Ley de Ajuste Cubano y naturalizarse después de cinco años como residente permanente—, su opinión sobre el demócrata había cambiado completamente y le dio el voto a Romney.
—Si bien creo que Obama recuperó la economía, fue a costa de mucho sacrificio. Implementó el Obamacare pero a la gente se le olvida que si un empresario tenía más de cuatro empleados, tenía que brindar seguro médico. Sucedió que muchas personas terminaron teniendo trabajos part time, y los jefes no estaban obligados a darles seguro médico. Yo fui una de esas personas. Me quitaron horas y tuve que tener hasta tres trabajos. Desde que llegué a este país hasta que me hice ciudadano sufrí una transformación, me di cuenta de que dentro del partido demócrata había cosas extrañas, ya empezaban a evidenciarse corrientes progresistas o de izquierda.
Por ejemplo, Niover siempre consideró “un abuso aprovecharse de las estampillas”, o las ayudas de food stamps, Medicaid o dinero que lo beneficiaron durante sus primeros tiempos en Estados Unidos. “La gente aplicaba muchas veces al unemployment, la gente se acostumbró a no trabajar, a acomodarse. Yo solamente me beneficié de las estampillas cuando llegué en marzo. Apenas comencé a trabajar en mayo con mi permiso de trabajo, mi familia me dijo que tenía que renunciar a esas ayudas. Fui al departamento de Children and Family y renuncié a todo eso. Para cuando me tocó votar ya no me sentía cómodo con Obama, tenía tres trabajos, trabajaba muchísimo, la inflación era altísima, eran tiempos muy duros y yo estaba solo acá”.
Romney, sin embargo, le parecía alguien para admirar, que había echado a andar mucho antes que Obama su programa “Romneycare” como gobernador de Massachusetts en 2002, el cual brindaba acceso al seguro de salud a través de subsidios a nivel estatal. “Eso me gustaba. Yo nunca he entendido cómo Estados Unidos, siendo la primera potencia mundial, tiene un sistema de salud que no cubre todas las necesidades sociales. No estoy en contra de la privatización, pero no me siento cómodo de pensar que otras naciones europeas han logrado tener ese sistema de salud socializado y nosotros acá tenemos todavía esta situación”.
Si mañana los demócratas hicieran un mejor trabajo, cabría la posibilidad de que Niover votara por ellos. De hecho, no le dio su papeleta para gobernador de Carolina del Norte al republicano Mark Robinson sino al demócrata Josh Stein. Pero en Harris nunca vio una opción.
—Si Kamala Harris estuvo cuatro años siendo la vicepresidenta de este país, ¿todo lo que dijo que iba a hacer ahora por qué no lo hizo antes? ¿Por qué ahora se enteran de que hay inflación y de que el americano promedio no puede comprar una casa? Bernie Sanders, el único que realmente ha dicho que es socialista, admirador de Fidel Castro, se lo dijo bien claro a los demócratas: se alejaron del pueblo trabajador. Primero se les fueron los blancos, luego se les fueron los negros, y por último se les terminaron yendo los latinos. El demócrata ya no es aquel partido honorable de hace 40 años y la gente se cansó.