El escenario Trump

El discurso proteccionista del candidato republicano augura grandes alteraciones económicas si llega al poder

Donald Trump da un discurso durante un mitin este lunes en Raleigh, Carolina del Norte.Chip Somodevilla (Getty Images)

El desenlace de la campaña electoral norteamericana es un misterio. Las apuestas le dan el triunfo a Donald Trump, aunque por un margen, día a día, decreciente. Pero ...

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El desenlace de la campaña electoral norteamericana es un misterio. Las apuestas le dan el triunfo a Donald Trump, aunque por un margen, día a día, decreciente. Pero las encuestas insisten con un empate. Las grandes incógnitas sobre el futuro de los Estados Unidos, y sobre la proyección de ese futuro hacia el resto del planeta, están asociadas a una victoria de Trump. Es decir, a la posibilidad de un cambio.

El discurso económico del candidato promete ya alteraciones de primera magnitud. La promesa más inquietante es reforzar el proteccionismo que había caracterizado su primera experiencia en el gobierno. Ya no se trataría de una suba de aranceles de importaciones que impacte en un aumento de los precios del 0,3%, como la que se dispuso durante la primera presidencia. Esta vez Trump promete desplegar una barrera del 60% sobre todas las importaciones chinas. Expertos del banco JP Morgan calculan que esa medida forzaría un incremento de los precios del 1,1%. Si se le agrega un arancel universal del 10% como el que anuncia el líder republicano, los precios se dispararían un 1,5% adicional. Hay que contemplar la reacción de China, porque ese escenario, según los mismos economistas, recortaría el crecimiento del PBI de ese país en casi 2 puntos porcentuales.

Los adelantos de Trump, si de verdad se concretaran, tendrían consecuencias muy relevantes para la economía global. En especial porque es probable que esa carrera de precios frenará la caída en la tasa de interés que fija la Reserva Federal. El fortalecimiento del dólar derivado de esa decisión monetaria implicaría que el resto de las monedas se depreciarían. Y también perderían valor los títulos de los países afectados por ese movimiento. Este escenario, que no es más que eso, un escenario, hace suponer una derivación inesperada: que si triunfa Kamala Harris el sistema financiero festeje con una mejora inmediata en el precio de todos los activos. Habrá que ver.

En el campo institucional, Trump también amenaza con un gran cimbronazo. Prometió establecer una breve dictadura. Además del Senado, ¿los republicanos conquistarán la Cámara de Representantes? Si fuera así, el presidente de ese partido podría cumplir con su sueño: reestructurar el Departamento de Justicia, designando como jefe a un Attorney General de la máxima obediencia. Es el equivalente de un fiscal general, que lidera el Departamento de Justicia. Es el jefe del FBI, que tuvo a Trump como blanco desde que abandonó la Presidencia.

La otra gran agencia que podría estar sometida al ímpetu reformista del autodenominado dictador es la CIA. El candidato de la ultraderecha detectó allí filtraciones y, si se quiere, deslealtades, en especial en la rivalidad con los chinos.

Seguidores del candidato republicano cantan el himno nacional antes del comienzo del mitin de este lunes, en Raleigh. Jonathan Drake (Reuters)

La batalla con China es una materia de consenso con los demócratas que promueven a Kamala Harris. En la guerra de Israel contra Hamás y sus derivaciones, que terminan en los ataques selectivos a Irán, tampoco parece haber disidencias. Los senderos tal vez se bifurquen cuando aparezca el desenlace del conflicto. O, para decirlo mejor, cuando Benjamin Netanyahu, de regreso de esa guerra, se reencuentre con los problemas domésticos a los que sigue expuesto. La presencia de Trump en la Casa Blanca, es decir, la presencia del suegro de Jared Kushner en la Casa Blanca, podría ser un alivio. Kushner ha sido el puente más activo entre Trump y la política israelí.

El gran giro de la política exterior estadounidense, que podría verificarse con un cambio de signo político en el gobierno, está referido a Rusia. Vladimir Putin ha sido en estos años un factor de profunda disidencia en la política doméstica norteamericana. Es muy posible que el regreso de Trump al poder tenga una primera víctima en Volodimir Zelensky por la suspensión de la ayuda militar a Ucrania. Sería parte de un alejamiento general de Europa y de la OTAN. El Departamento de Estado alentaría un acuerdo que podría derivar en la existencia de dos Ucranias. De ese modo, Rusia alcanzaría su objetivo principal: dominar el Donbas. ¿Qué ganancias se fijaría Trump para esa negociación? Algunos expertos especulan con que América Latina estaría en las conversaciones a propósito de un solo tema: que Rusia deje de respaldar al régimen de Nicolás Maduro. Desde siempre el acercamiento de Putin a Maduro se vio como un impulso simétrico de las intervenciones de Washington en Ucrania. Y, por lo tanto, exótico.

La situación venezolana tiene relevancia porque ha sido, en la administración Trump, casi el único foco de interés en el mapa latinoamericano. ¿Seguirá siendo así? Hay algunos factores que explican cierta desatención. Uno de ellos es que la ecuación energética global se modificó desde la invasión rusa a Ucrania. Es la razón por la que el gobierno de Joe Biden retomó las conversaciones con el chavismo, olvidando que no reconocía a su gobierno, sino al de Juan Guaidó. Otro motivo es que es que la nueva situación del mercado energético mejoró las cuentas venezolanas, concediendo a su recrudecida dictadura una autonomía cada vez más próxima del aislamiento.

Migrantes haitianos y venezolanos son transferidos por la Patrulla Fronteriza antes de ser procesados, en Yuma, Arizona. John Moore (Getty Images)

Hay un impacto de un eventual triunfo de Trump que es indirecto. Se lo podría llamar efecto de convalidación. Los movimientos políticos que tienen afinidad con el líder republicano se verán ratificados en su orientación y, es muy posible, tomen más impulso. En el elenco político de la región se recortan dos amigos del candidato republicano: Jair Bolsonaro en Brasil y Javier Milei, el presidente de Argentina, que participó de la campaña de Trump. Milei espera que su socio norteamericano, además de convalidar su orientación general, lo ayude con la economía, sobre todo por la influencia de los Estados Unidos en el Fondo Monetario Internacional. Esa ayuda va a ser importante porque es posible que la política general que promete Trump perjudique a los países emergentes.

En lo político la dinámica es más nítida. Si los votantes de los Estados Unidos eligieran mañana de nuevo al empresario, es posible que la ultraderecha que encarnan esos dos líderes se radicalice, sobre todo en sus rasgos populistas, induciendo a una mayor polarización entre los argentinos y los brasileños.

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