“Los republicanos cada vez suenan más parecidos a los fascistas”
El cubano Alejandro Almaguer, residente en Nueva York, se ha movilizado durante la campaña como activista por la campaña de Kamala Harris en Pensilvania, Estado bisagra fundamental, tocando a decenas de puertas para hablar con votantes
En un barrio de Bethlehem, una ciudad industrial de unos 75.000 habitantes al este de Pensilvania, el cubano Alejandro Almaguer supo por primera vez que el “votante indeciso” no es un personaje de ficción, sino un hombre o una mujer común. Como la señora que le abrió la puerta de su casa molesta porque los multimillonarios son cada vez más ricos, mientras los pobres son cada vez más pobres, pero a quien le preocupa particularmente que los inmigrantes vengan al país y les quiten a ellos, los estadounidenses, los trabajos y los recursos que les pertenecen. “Asumía que todo el mundo ya tenía una opinión clara”, explica Almaguer, un touroperador de 34 años de la ciudad de Nueva York. “Pero la realidad es que muchas personas están demasiado ocupadas para prestar atención a la política o están tratando de decidir cuál candidato les desagrada menos”.
Estos meses, Almaguer ha tocado puertas de votantes de Pensilvania, uno de los siete Estados indecisos, al que ambos candidatos le han puesto esfuerzo y millones dólares: es el que reparte más votos (19) entre los swing states. Como parte del grupo Queers for Kamala, Almaguer salió en autobuses desde Nueva York hasta Pensilvania junto a amigos y activistas para hacer campaña por la candidata demócrata. “Dado que vivo en un estado demócrata y mi voto individual quizás no tiene tanto peso, entonces decidí participar de manera más activa”, asegura.
Bethlehem pertenece al distrito 7, de los llamados bellwether; es decir, donde los resultados particulares suelen reflejar los generales. Lo enviaron, junto a un grupo de más de 200 activistas, a tocar a las puertas de las casas de un vecindario predominantemente hispano y de bajos recursos como parte de una iniciativa para incentivar el voto. Se enfocó en llegar a casas de votantes registrados como demócratas o que han votado por los demócratas en el pasado, “para motivarlos a votar”. Tocaron en 5.000 puertas. “En la última elección presidencial, ese distrito se decidió por unos 2.000 votos”, dice Almaguer. “Tocar puertas fue una de las cosas más difíciles que he hecho, pero los estudios muestran que las conversaciones cara a cara son una de las formas más efectivas de hacer campaña, así que sentí que valía la pena el esfuerzo”.
Pregunta. ¿Cuál es su voto para el 5 de noviembre?
Respuesta. Ya voté temprano, por Kamala Harris.
P. ¿Qué es lo que más ha influido en su decisión?
R. Kamala Harris representa mejor mis valores y mis intereses. Voto por los demócratas, y no porque sea un gran fanático del partido. En realidad creo que ambos partidos representan a los ricos y las corporaciones, y sus políticas exteriores a menudo son una vergüenza. Sin embargo, uno de los partidos todavía defiende, al menos en teoría, ideales en los que creo: igualdad de oportunidades, igualdad de derechos, una democracia multirracial, los derechos de las mujeres y regulaciones a favor del medio ambiente. Mientras que el otro partido parece más enfocado en el fundamentalismo religioso, el aislacionismo, el culto a la personalidad y el uso del miedo como herramienta política.
P. De tener un encuentro con Donald Trump, ¿qué le diría?
R. Que se retire.
P. ¿Y a Harris?
R. Que no deje de lado las políticas progresistas por intentar ganar el voto de los republicanos.
P. ¿Qué es ser latino en Estados Unidos para usted?
R. Ser latino no es un monolito. Hay muchos distintos sabores, lenguas, costumbres, razas, inclinación política. Las características que más yo veo que identifican a la latinidad son la familiaridad, la nostalgia, la resiliencia, y la motivación a echar para adelante.
P. ¿Prefiere el inglés o el español (o el spanglish)?
R. Mi primer idioma siempre será el español, pero soy bilingüe.
P. ¿Ha sentido prejuicio o racismo en Estados Unidos?
R. El prejuicio es casi un reflejo natural frente a lo que es diferente. Pero aunque he sentido el prejuicio en varias ocasiones, también he sentido una aceptación radical y celebración de mi identidad. Todo está en cuál de esas dos conductas pongamos más atención. El racismo es mucho más difícil de identificar, ya que no es una conducta, es una estructura, es un sistema de castas, que no es siempre evidente.
P. ¿Qué le gusta de Estados Unidos?
R. Me gusta la diversidad, la capacidad de participar en el proceso de democrático, me gusta que se incentive el desarrollo personal, la libertad de expresión.
P. ¿Qué cambiaría como país?
R. Uno de los principales problemas es la polarización política. Cada cual dentro de su burbuja de información y cada vez las personas se aíslan más de sus contrapartes políticas. Recientemente, el partido republicano ha decidido utilizar a los emigrantes como chivo expiatorio por todos los problemas de este país, y eso tiene un efecto dominó. Cada vez los republicanos suenan más parecidos a los fascistas, tildando de sucios y criminales a los inmigrantes.
Para mí, uno de los problemas más graves es la influencia del dinero en la política, gracias a la decisión de la Corte Suprema llamada Citizens United, que permite que las corporaciones y los millonarios puedan comprar las elecciones. Esto hace que el gobierno esté más en función de quién dona que de a quién representa. Por eso tenemos un sistema de salud disfuncional, que está en función de las ganancias para los seguros y las farmacéuticas y no de en función de la salud.
P. ¿Cómo se imagina dentro de 10 años?
R. En la próxima década, tengo como objetivo seguir creciendo tanto personal como profesionalmente, con un mayor alineamiento con mi propósito interno y externo. Espero cultivar una felicidad y paz que sean resilientes y menos influenciadas por fuerzas externas como cambios políticos o tendencias. También quisiera seguir expandiendo mi comunidad de amigos y familiares tanto en Estados Unidos como en otras partes del mundo.