Alucinaciones

Fue un absoluto despropósito simular un triunfo ante derrota aplastante argumentando inferencias y corazonadas

Jorge F. Hernández

Es poco probable que el Ejército Mexicano tome ahora las iglesias de culto católico, asalte la Villa de Guadalupe e instale una sinagoga donde aún se alza la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Fue un absoluto despropósito simular un triunfo ante derrota aplastante argumentando inferencias y corazonadas, tanto como ilusorio suponer que un triunfo histórico para el género femenino remedie todos los males y evite...

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Es poco probable que el Ejército Mexicano tome ahora las iglesias de culto católico, asalte la Villa de Guadalupe e instale una sinagoga donde aún se alza la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Fue un absoluto despropósito simular un triunfo ante derrota aplastante argumentando inferencias y corazonadas, tanto como ilusorio suponer que un triunfo histórico para el género femenino remedie todos los males y evite el torzón.

La desgracia es mucho más sutil. Se irá tragando conforme pase lentamente el tiempo de lo que llaman transición, procurando mitigar más de lo mismo. Las secuelas de los pasados años, los desastres simulados y las mentiras descabelladas siguen pendientes y parece que aún supuran. La euforia no necesariamente procura el olvido y muchas llagas abiertas no son heridas superadas; de poco sirve ahora reconocer la inútil alianza de partidos políticos podridos, casi caducos, en el necio afán por fingir alianza o eso que ahora llaman sinergias como contrapeso al increíble ogro arrasador y salivante… que poco a poco irá demostrando desgracias, destrozos y desmadres mucho más dolorosos que los escalofríos contagiosos que rondan ahora en pura alucinación.

Efímera e impalpable, la alucinación parece contagiarse y ha cobrado una velocidad sin precedentes gracias a la mensajería instantánea, el virus de amnesia y la abierta estupidización crónica que nos asedia de tiempo atrás. Lo divertido de tanta predicción alucinógena es su simulada infalibilidad; es de risa larga comprobar que mientras más concisa sea la promesa alucinada, mayor credibilidad y uno se pregunta si habrá manera de vivir de ello. Es decir, ante los estragos del desempleo me pregunto si habrá alguna plaza vacante o si existe ya una Comisión Nacional del Alucine donde podamos proponer bulos, lanzar falsas verdades y elaborar breves memes dementes que alimenten el enrevesado ambiente de nuestra desolación.

Como propedéutico para lo propuesto en el párrafo anterior, intento desmentir aquí un puñado de nuevos alucines y delirios que el futuro inmediato desmentirá, o bien confirmará.

- Es poco probable que se levante una estatua de cuatro metros de alto y en pleno centro del Zócalo de la Ciudad de México donde tengamos que ver en bronce y para siempre la figura intemporal del Supremo Líder enfundado en un arrugado terno una o dos tallas más grandes.

- Aunque haya loquitos y loquitas que ya empiezan a extrañar las llamadas “Mañaneras”, es poco probable que la versión del Poder Ejecutivo prosiga con ese vodevil y más aún redinamizarlo con ayuda del Ballet Folclórico, la Banda de Huipanguillo y perritos amestrados.

- Es imposible añadir una Estrella de David al sagrado manto de la Virgen de Guadalupe y altamente improbable que se ponga de moda la cola de caballo en peinados feministas.

- Dudo de que alteren el escudo nacional y le quiten la serpiente que está siendo devorada por el águila, aunque ya se ventila abiertamente que el origen del mito fue más bien una alucinación española y es altamente improbable que el siguiente eslabón en la enrevesada relación de México y España sea exigirle huipil a Doña Letizia o renviar misiva a D. Felipe (habiéndole revisado su buzón electrónico en busca de algún posible spam).

- Sinceramente no creo que se realice una Guelaguetza Galáctica con Evo, Lula y Maduro y parece hoy más remoto seguir haciendo mutis ante los abusos y atropellos de un tal Daniel Ortega…

Más bien, deseo que una científica en el poder amaine y alivie el desprecio que se ha tragado la Academia en general; lectora de veras, esperemos que enmiende la ocurrencia inicial e intente revalorar la dimensión editorial que tuvo el Estado Mexicano y sanear la podredumbre educativa de quienes panfletearon los libros de veras y deseo que toda la neblina de alucinaciones de todos los colores y tendencias sirvan como inspiración para una buena cosecha de cuentos y novelas, cortometrajes y dibujos que conserven para siempre la perla patriota de caer en alucinaciones como pasto de sobremesas, entretenimiento de la bilis y distracción casi total ante las verdades y los hechos.

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