Las burbujas que chocaron en la elección

Muchas pompas informativas se rompieron tras el 2 de junio, sobre todo en el bloque opositor: se preguntaron cómo era posible que Sheinbaum hubiera sacado tantos votos si sus amigos y familiares iban a votar por Gálvez

Partidarios de Morena festejan en el Zócalo, este 2 de junio.Alfredo Martinez (Getty Images)

Por algo les llaman “burbujas” de información. El aire de una burbuja no se mezcla con el ambiente de afuera, no se contamina. Y su pared impermeable también hará que choque con otras burbujas.

El concepto resulta muy útil para analizar lo que pasó en la elección del 2 de junio. Muchas burbujas se rompieron cuando la realidad perforó las certezas que se pensaban impermeables, sobre todo en los simpatizantes del bloque opositor: el caso cl...

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Por algo les llaman “burbujas” de información. El aire de una burbuja no se mezcla con el ambiente de afuera, no se contamina. Y su pared impermeable también hará que choque con otras burbujas.

El concepto resulta muy útil para analizar lo que pasó en la elección del 2 de junio. Muchas burbujas se rompieron cuando la realidad perforó las certezas que se pensaban impermeables, sobre todo en los simpatizantes del bloque opositor: el caso clásico de los que se preguntaron cómo era posible que Claudia Sheinbaum hubiera sacado tantos votos si sus amigos y familiares iban a votar por Xóchitl Gálvez.

Las burbujas se formaron en el intercambio de información, no solo a lo largo de las campañas sino durante años de consumo de información, y ocurrió el mismo efecto que en el mundo natural: el aire dentro de la burbuja se mantiene puro y no sabe que el aire afuera cambia constantemente.

En cierto sentido, todos vivimos en una burbuja: nuestras relaciones más cercanas, familiares y amigos, suelen ser con personas de situación y antecedentes similares, con los que compartimos ciertos valores, costumbres o aficiones. Pero hasta hace muy poco, estábamos más expuestos a realidades distintas a la nuestra y más dispuestos a aceptar esas diferencias.

Las tecnologías de información distorsionan nuestros campos de visión cuando nos permiten vivir en compartimientos pequeños. En el mundo de la información ese camino ha sido claro: hace 30 años, antes del Internet, para enterarnos de noticias había que ver todo un programa de televisión o revisar todo un periódico. Quizá no todo el contenido nos parecía relevante, pero llegar a los temas que nos interesaban, significaba estar expuestos a otros y algo permanecía. Vemos lo que queremos saber, pero en el proceso estamos expuestos a lo que necesitamos saber.

El Internet nos trajo la posibilidad de personalizar. Si recibo noticias de un sitio web por correo o en el teléfono, pero no quiero enterarme de temas económicos, simplemente no palomeo esa opción al suscribirme. Si en redes sociales tengo un consumo constante de noticias de futbol, el algoritmo me va a bombardear con ese tema, pero no me va a mandar nada de beisbol. El mundo se reduce sólo a lo que queremos saber, dejando fuera mucho que necesitamos saber para un conocimiento más amplio.

De esa forma, nuestro campo de visión se hace angosto y reducimos la calidad de nuestra información. Dejamos de estar expuestos a una opinión distinta, incluso dejamos de reconocer la realidad, y estos huecos son aprovechados para la desinformación y la manipulación.

Esto lleva a creer cualquier cosa que justifique opiniones que teníamos previamente formadas pero que la realidad ha desmentido. Un simpatizante de la oposición en cuyo círculo Xóchitl Gálvez era popular recibirá un shock al enterarse que su candidata era impopular en otros y su conclusión inmediata es que debió haber fraude.

Del otro lado puede ocurrir el mismo efecto. Un simpatizante de Claudia Sheinbaum podría ver los resultados arrolladores de su candidata y cuestionar por qué candidatos de Morena a otros puestos perdieron. No puede ser posible si Sheinbaum era tan popular, pero ignoran que el cruce de votos es algo normal.

¿Qué se quedó fuera de las burbujas? Por un lado, que la campaña del PRI, PAN y PRD no pudo definirse frente a la popularidad del presidente López Obrador; o que los votantes todavía no quieren regresar al poder a partidos que no les cumplieron cuando tuvieron oportunidad de gobernar; o que la autodefinición “ciudadana” de Gálvez chocó con la percepción de los partidos que la postularon; o que opiniones negativas sobre el presidente no eran tan generalizadas como pensábamos.

Las encuestas de salida que analizaron el perfil de los votantes derrumbaron el mito que se había formado en torno a los votantes de Morena: que son personas de bajos ingresos y baja escolaridad beneficiarios de programas sociales. Pero cuando resulta que 50% de las personas que ganan más de 50.000 pesos al mes votaron por Sheinbaum, o que ella y Gálvez empataron en el voto de universitarios, el que haya creído este mito quedará confundido.

La pérdida de la memoria es otro efecto de las burbujas. En la disputada elección de 2006 muchos dijeron que desconocer los resultados era una falta de respeto a los ciudadanos que contaron los votos y se debilitaba el sistema electoral, pero ahora cuestionan el conteo de votos. Hace apenas unas semanas marchaban para defender al Instituto Nacional Electoral pero ahora dudan de sus resultados.

El concepto de las burbujas informativas tiene una relación estrecha con las “cámaras de eco”, cuando nuestras creencias o ideas son amplificadas y reforzadas a fuerza de repetición dentro de un sistema cerrado y no permite la penetración de creencias o ideas diferentes.

Romper estas burbujas y cámaras de eco es uno de los grandes retos para evitar la erosión de una democracia. Si reconocemos ideas distintas, toleramos creencias variadas y no confundimos nuestro mundo con el mundo quizá podremos empezar una conversación para entender qué pasó el 2 de junio.

@jagarzarmos

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