Estados Unidos y México plantan cara a las importaciones de aluminio y acero chinos

Biden eleva entre un 10% y un 25% los aranceles sobre los productos siderúrgicos que llegan al mercado estadounidense y no han sido fundidos o vertidos en EE UU, México o Canadá

Tubos de acero en un mercado comercial de Jinan, China, el 8 de mayo de 2024. LQilai Shen (Bloomberg)

El Gobierno de Estados Unidos escala su guerra comercial con China con el apoyo del Gobierno mexicano. La Administración Biden ha anunciado este miércoles nuevas medidas para luchar contra la elusión de aranceles estadounidenses sobre el acero y el aluminio chinos, que utilizan a México como puente acceso al territorio estadounidense. Bajo el marco del TMEC, la Casa Blanca ha ordenado que las importaciones de acero que no haya sido fundido ni vertido en México, EE UU o Canadá tendrá que pagar un arancel del 25%. En el caso del aluminio, el Gobierno de Biden ha fijado un arancel del 10% sobre aquellos productos que hayan sido fundidos o moldeados en China, Rusia, Bielorrusia o Irán. En línea con estos nuevos requerimientos, los importadores de productos a Estados Unidos deberán proporcionar un certificado de análisis a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos que muestre el país de origen de los metales.

En acuerdo con EE UU, el Gobierno de México ahora exigirá a los importadores de productos de acero más información sobre el país de origen de estos productos. “Ambos países implementarán políticas para prevenir conjuntamente la evasión arancelaria sobre el acero y el aluminio, y fortalecerán las cadenas de suministro de acero y aluminio de América del Norte”, declararon los presidentes Joe Biden y el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador, en un comunicado conjunto difundido por la Casa Blanca. Los mandatarios han prometido una mayor cooperación para proteger los mercados norteamericanos del acero y el aluminio de prácticas comerciales desleales.

Los nuevos requisitos de importación se producen en medio de crecientes preocupaciones sobre el exceso de capacidad industrial de China que inunda los mercados globales con exportaciones en medio de una débil demanda interna. Esta es la segunda acción contundente del Gobierno de Biden en este sentido, en mayo pasado el presidente elevó los aranceles sobre una amplia gama de productos estratégicos de China, incluidos acero y aluminio, vehículos eléctricos, baterías, semiconductores y minerales críticos. Desde hace meses, el Gobierno de EE UU ha puesto el punto de mira sobre el papel que puede jugar México como una tercera vía para que los productos chinos lleguen al mercado estadounidense, aprovechando el acceso libre de impuestos de México a través de las facilidades del TMEC.

La representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, ha calificado estas nuevas medidas resarcen el vacío legal arrastrado desde 2018, durante el Gobierno de Donald Trump. “Esta acción corrige una laguna dejada sin resolver por la administración anterior y sus políticas comerciales unilaterales, y demuestra que cuando actuamos juntos, fortalecemos nuestra posición para defender a los trabajadores y empresas estadounidenses de la capacidad global no de mercado que emana del enfoque económico y comercial dirigido por el estado de la RPC”, señaló.

En la antesala de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el presidente demócrata Joe Biden ha cortejado los votos de los miembros del sindicato y particularmente del United Steelworkers en su intento por la reelección en noviembre, oponiéndose a una adquisición por parte de la japonesa Nippon Steel de la U.S. Steel, con sede en Pittsburgh.

México es una de las economías más abiertas al comercio exterior en el mundo, sin embargo, su principal socio comercial, EE UU, lleva casi ocho años en una ofensiva comercial con China y el Gobierno mexicano, desde su trinchera, también ha elevado la cerca para impedir la masiva llegada de importaciones asiáticas al país. En abril pasado, la Administración de López Obrador impuso aranceles de entre 5% y 50% a 544 fracciones arancelarias sobre los envíos de aquellas naciones con las que el país no tiene un tratado comercial, como es el caso de India y China. La medida afectó a las importaciones de un grupo variado de productos: acordeones, manufacturas de aluminio y acero, sandalias, varillas, entre otros. En ese entonces, el Gobierno argumentó que esta decisión buscaba proteger a la industria nacional y potencializar el nearshoring. Sin embargo, especialistas advertían que de fondo existía la presión de EE UU, para frenar el avance de las mercancías chinas en la región norteamericana. Esta nueva alza de aranceles y de requisitos a las importaciones de aluminio y acero suman un nuevo capítulo en esta guerra comercial global.

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