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El Tribunal Superior de Justicia de Ciudad de México, ante el dilema de mantener o sacar a su poderoso presidente

Dos magistradas se presentan frente a Rafael Guerra para presidir el máximo órgano de justicia de la capital tras el asesinato del abogado David Cohen y las protestas de los trabajadores

El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Ciudad de México lleva seis años siendo el reino de Rafael Guerra. El jurista, cercano a Andrés Manuel López Obrador, es su presidente desde 2019 y este viernes busca volver a reelegirse. Pero esta vez, por primera ocasión desde su mandato, las voces que piden un cambio se han hecho fuertes. Las magistradas Celia Marín y Rosalba Guerrero —quienes ya se habían presentado como candidatas en otras elecciones— insisten en que es “tiempo de mujeres” y que la permanencia de Guerra ya no trae ni credibilidad ni buena gestión al máximo tribunal de la capital. El TSJ vive, además, un momento complejo tras el asesinato a sus puertas del abogado David Cohen y del rezago en cientos de asuntos judiciales por las protestas y paros de sus trabajadores.

El pleno del Tribunal Superior de Ciudad de México, compuesto por 79 magistrados, debe elegir este viernes a medio día quién ocupará su presidencia hasta 2027, fecha en la que el cargo saldrá a las urnas. Esta es la última ocasión en la que el titular del gran tribunal local será elegido por sus pares y no en unos comicios públicos. Para conseguir el puesto, el titular necesita al menos 53 votos, la mayoría calificada de dos tercios. “Ahora no los trae nadie”, afirma la magistrada Celia Marín a EL PAÍS. La juzgadora, adscrita a la Quinta Sala Penal, se presentó para 2019 y 2022 contra Rafael Guerra. En la última ocasión incluso se amparó ante la reelección. Sin embargo, en esas fechas no consiguió los votos ni tampoco la victoria judicial. También Rosalba Guerrero se presentó en la primera ocasión en que el actual presidente salió elegido. Sin embargo, ambas afirman a este periódico que el escenario ha cambiado desde entonces.

Un lunes de octubre, a plena luz del día, el abogado David Cohen fue asesinado en el corazón del poder judicial local. En una de las zonas con más presencia de agentes de seguridad por metro cuadrado en la ciudad, dos sicarios dispararon al litigante, que falleció horas más tarde en el hospital. El caso cimbró a la capital. La fiscal Bertha Alcalde ordenó revisar, como línea de investigación, todos los casos en los que Cohen había trabajado. Algunos expertos enmarcaron esta decisión en una afrenta a Rafael Guerra, el poderoso presidente del Tribunal, por su supuesta cercanía con el litigante. Guerra lo desmintió, también que ese mismo día fueran a encontrarse: “No hubo cita, ni encuentro informal, ni conversación entre Cohen y Guerra”.

Sea como sea, el ataque generó miedo a los trabajadores del poder judicial. “Nos sentimos inseguros. Ya son dos atentados en las puertas de nuestra institución, es muy grave”, describe la magistrada Marín, en referencia también al ataque a balazos a un chófer también a la entrada del TSJ. No solo eso, este año durante 34 días los trabajadores del Poder Judicial local mantuvieron un paro de sus funciones en protesta de las condiciones salariales y laborales. Los empleados afirmaron que el sistema judicial capitalino estaba “al borde del colapso” por los años de “rezago, simulación e improvisación”.

En su período, Guerra extinguió 24 juzgados en materia civil y 12 en materia familiar, de proceso escrito, para implementar el llamado Código Nacional de Procedimientos Civiles y Familiares. “Teníamos hasta abril del 2027 para echarlo a andar, creo que nos apresuramos y se hizo sin una buena planeación. Esto ocasionó el paro por el descontento del personal que vio incrementadas las cargas de trabajo con el mismo salario”, explica Rosalba Guerrero. “Guerra tiene toda la responsabilidad. Él gestiona lo administrativo, los recursos, lo jurisdiccional… Él fue el que generó todo este caos", incide Celia Marín. Ambas mencionan el tremendo rezago que impera en el TSJ, agudizado por la extinción de 36 juzgados.

“El último bastión patriarcal”

Las dos magistradas insisten en que ha llegado el momento de que una mujer tome las riendas del alto tribunal de la capital. Sería la segunda vez en la historia. La primera pasó hace ya 37 años con Clementina Gil. Tanto Marín como Guerrero, por separado, enumeran que ya hay una mujer en la presidencia, una jefa de Gobierno y 12 gobernadoras, también paridad en el Congreso. “Este tribunal es el último bastión patriarcal”, remarca Celia Marín, que lleva más de 30 años en el TSJ: “El patriarcado permea a las capas más profundas de la institución, se refleja en el personal y en las sentencias. Desde la presidencia no se visibiliza esa necesidad de igualdad y de paridad de género, sino que este patriarcado se permite, se tolera y se fomenta”. Rosalba Guerrero, de la Quinta Sala Civil del TSJ y con 36 años de trayectoria en este órgano, afirma que “resolver con rostro de mujer no es una moda”.

Las dos candidatas, preguntadas por este periódico, no encuentran el valor que puede aportar Guerra al frente del TSJ. Una fuente de dentro del tribunal —que prefiere mantener el anonimato— recuerda que Guerra es muy “cómodo para el régimen”. Celia Marín también apunta en esa línea: “Son temas de corrupción, clientelismo político, de voto duro [por Guerra] por otros compromisos”.

No es un secreto el poder que ha adquirido Guerra dentro del máximo órgano de justicia local. El magistrado, que debía terminar sus funciones el 1 de septiembre, consiguió que un día antes el Congreso capitalino le prorrogara hasta final de año y le permitiera presentarse como presidente de nuevo. En la elección judicial, Guerra trató de ser candidato a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), pero no pasó la selección por no llegar al promedio académico.

Tras este revés, se dio una maniobra —avalada por el Gerardo Fernández Noroña en el Senado— para que su esposa, Verónica de Gyves, que estaba en el Consejo de la Judicatura Federal (CJF) y no contendía por ningún puesto, pasara automáticamente a la lista de candidatos para el Tribunal de Disciplina. De Gyves —igual que Celia Maya y Bernardo Batiz— apareció en los acordeones preparados por Morena para guiar el voto y hoy es una de las cinco integrantes del órgano vigilante de todo el poder judicial. El viernes se conocerá si su esposo también sigue siendo uno de los rostros más poderosos desde el corazón de la ciudad.

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