El primer Grito de Sheinbaum: una reivindicación de las mujeres y una defensa de México en tiempos de Trump
La primera mujer en llegar al poder en la historia del país celebra la conmemoración de la Independencia mexicana en una ceremonia cargada de simbolismo: “¡Vivan nuestras heroínas anónimas!”
El Zócalo recibió exultante a la primera presidenta en la historia de México en conmemorar el inicio de la Independencia. En el corazón de la capital, Claudia Sheinbaum celebró la noche de este lunes el Grito ante una plaza abarrotada con casi 140.000 asistentes. Volvieron los “vivas” de un acto protocolario y breve con poco margen para la improvisación. Pero donde siempre cabe algún mensaje con el sello propio del presidente, ahora presidenta, en turno. Este año, Sheinbaum encontró su hueco con una fórmula donde tuvo cabida el feminismo, los derechos de los migrantes y hasta un mensaje para Donald Trump: “¡Viva un México independiente y soberano!”.
Desde el balcón del Palacio Nacional, acompañada de su marido, la intervención de la presidenta estuvo cargada de gestos simbólicos. Empezando por el morado feminista de la falda de su vestido. La parada, durante el recorrido hasta llegar al balcón, enfrente de un retrato de Leona Vicario, una de las pocas heroínas nacionales. O la entrega de la bandera de manos de ocho mujeres cadetes militares. Hasta la breve y tradicional arenga, que fue casi una prolongación de los puntos fuertes de su año de mandato. Se mezclaron los vivas a Hidalgo, Morelos, Josefa Ortiz (a quien nombró por sus apellidos de soltera) o a la propia Leona Vicario; con “las heroínas anónimas de la patria”, “nuestras hermanas y hermanos migrantes” y la coda final a la soberanía nacional, un mantra de cualquier político mexicano, pero más del morenismo en tiempos de Trump.
La intervención presidencial, de apenas un minuto, concluyó con el repique de la campana de Dolores, colocada sobre el balcón presidencial. Una recreación de la arenga original del cura Miguel Hidalgo el 16 de septiembre de 1810 en Guanajuato, episodio histórico y mito fundacional de la Independencia mexicana. Después llegó el turno del himno nacional, los fuegos artificiales, el son jarocho y Cielito lindo.
Con este acto conmemorativo, tremendamente popular en México, Sheinbaum continúa, tras casi un año de mandato, marcando su camino con sello propio. No solo como primera mandataria mexicana en más de dos siglos, sino como sucesora en el cargo Andrés Manuel López Obrador. El fundador de Morena, el partido en el poder, y factotum de la izquierda mexicana, apartado por decisión propia de la vida pública tras el relevo presidencial, implantó un estilo de hacer política volcado en los gestos y los símbolos. Su rechazo a la ostentación del poder, su tono campechano y sus guiños constantes a las capas populares fueron una de las claves de su éxito arrollador en las urnas en 2018.
Seis años después, Sheinbaum ganó con aún más votos, récord histórico, y cierra su primer ciclo político con una popularidad altísima, del 79%, según una encuesta de Enkoll para EL PAÍS. Un apoyo incluso mayor al que cosechó López Obrador al final de su primer año (que llegaba al 73%). Todo eso en un año en el que la mandataria ha enfrentado la polémica de la reforma judicial (una herencia obligada de la etapa de López Obrador, que dejó planchada la reforma), la interminable negociación ante las amenazas de Trump y la guerra intestina del crimen en Sinaloa. La violencia allí ha obligado incluso a cancelar los festejos del día de la Independencia en las calles.
Con un estilo más sobrio, más técnico y analítico que su antecesor, que algunos analistas han bautizado como “izquierda excel”, la presidenta está sabiendo combinarlo también con lo simbólico. Durante la semana previa a la conmemoración, ya fue soltando píldoras sobre cuál sería su sello. Adelantó que la ceremonia sería “muy austera”, acompañada solo de su gabinete, al igual que la cena posterior. Solamente con ese grupo reducido, sin la presencia de embajadores o invitados internacionales como ha sido habitual en administraciones anteriores, incluida la de López Obrador.
También publicó un video del bordado de la banda presidencial que lució para la ocasión. En las imágenes se ven a cuatro mujeres militares, de la Dirección General de Fábricas de Vestuario y Equipo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), bordando a mano el dorado del águila y el verde de la serpiente y el nopal, los colores y los símbolos del escudo nacional.
Otro guiño fue el anuncio este mismo viernes de la incorporación en el calendario de festividades de figuras históricas femeninas, mujeres que nunca habían estado en las efemérides de México. “El día de hoy lo reconocemos, así está ya en la Ley, como el Día de las Heroínas Anónimas de la Patria, muchas mujeres que en la historia de México dieron y dan su vida por este maravilloso país”, anunció por la mañana.
Ya desde la campaña electoral, el programa de la ahora presidenta resaltaba por un pronunciado acento en los derechos de las mujeres. En un país donde se cometen de media más de 10 feminicidios al día, su triunfo se interpretó dentro y fuera de México como un considerable impulso a la causa feminista. Una de sus primeras medidas tras tomar posesión el 1 de octubre fue presentar una batería de decretos para blindar los derechos de las mujeres. La más simbólica, además de crear una secretaría de las Mujeres, fue incluir en la Constitución la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, la igualdad salarial y el derecho de todas las personas a vivir una vida libre de violencia.