La oposición mexicana, relegada por el oficialismo en el primer informe de Gobierno de Sheinbaum
El Congreso ha dado el pistoletazo a un nuevo año con el acento en una marcada confrontación entre la oposición y el oficialismo
El ruido de las sirenas que salían de una docena de megáfonos y los carteles con críticas al Gobierno, sujetados por senadores y diputados del PRI, liderados por Alejandro Alito Moreno, han logrado manchar la entrega del primer Informe de la Administración de la presidenta, Claudia Sheinbaum, al Congreso mexicano. Un informe que la mandataria presentó por la mañana, previo a la entrega al Legislativo y al que la oposición no fue convocada. PAN, PRI y Movimiento Ciudadano (MC), han sido marginados del mapa político del oficialismo. ”No recibimos ninguna invitación”, dijo el dirigente priista. Lo mismo ha pasado con Jorge Romero y Jorge Álvarez Máynez, los dirigentes del panismo y el emecismo, respectivamente. El Congreso ha vivido un día histórico este 1 de septiembre por partida doble. La primera rendición de cuentas de la primera mujer en ocupar la silla presidencial y la toma de protesta de la primera generación de ministros, magistrados y jueces electos por voto popular. El punto de partida de un nuevo Poder Judicial después de la reforma que lo tocó en lo más profundo.
La oposición había guardado las formas institucionales pese al desdén del oficialismo. La entrega del documento al presidente del Congreso, Sergio Gutiérrez Luna, de manos de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, quien en un hecho inusual, que no inédito, no emitió ningún discurso —Adán Augusto López evitó los mensajes en las dos entregas de informes que encabezó (2021 y 2022) durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador —, se limitó a entregarlo. La llegada y la salida de la funcionaria del recinto legislativo habían logrado desarrollarse con decoro hasta el momento en que las distintas fuerzas políticas fijaron sus posicionamientos. “¡Alito, entiende, el pueblo no te quiere!”, la arenga se cruzaba con otra “¡Desafuero!, ¡desafuero!”, ambas caían contra Moreno.
El beligerante líder del PRI, que días atrás protagonizó una trifulca con el entonces presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, que ocupó el foco nacional e internacional, dirigía un mensaje que no recibieron bien los legisladores de Morena y aliados: PVEM y PT . “¡Están construyendo una narcodictadura comunista!”, lanzó desde la tribuna. Los ánimos se elevaron y el frente oficialista respondía con más ánimo pese a los llamados a la calma de la presidencia. “No les tengo miedo, aquí los voy a enfrentar con la ley y la razón, bola de narcopolíticos y corruptos que destruyen el país”, siguió el priista. El PRI se cobró la afrenta. Senadores y diputados abandonaron por minutos el salón de plenos para regresar con artillería.
El ruido aturdidor de los megáfonos, que se contaban por decenas, lograron silenciar los gritos de la mayoría. “¡Desafuero!, ¡desafuero!”, se escuchaba desde las curules oficialistas, como una especie de amago a Morena que arrastra una solicitud de procedencia entregada por la Fiscalía de Campeche que lo acusa de presuntamente desviar la millonaria suma de 83,5 millones de pesos, cuando gobernó la entidad sureña. Morena tiene los votos necesarios en la Sección Instructora —órgano jurisdiccional de la Cámara de Diputados que procesa los juicios de desafuero— y en el pleno, para despojarlo de la inmunidad procesal que le da su escaño en el Senado. Ricardo Monreal, el coordinador de Morena en la Cámara baja, logró conciliar y calmar la incipiente tempestad que puso en riesgo la continuación de la sesión y con ello la agenda del resto del día, aunque logró retrasar la toma de protesta en la sede del Senado de la nueva camada de juzgadores que ha dejado la elección judicial.
“Lo que están haciendo es romper el régimen democrático”, dijo Moreno sobre la falta de convocatoria a las fuerzas contrarias al oficialismo. López Obrador tampoco requirió la presencia de la oposición. En los gobiernos priistas y panistas, los opositores fueron bienvenidos en actos protocolarios. El resto de las bancadas opositoras han tenido una participación más laxa. Movimiento Ciudadano ha dado algunas pinceladas al debate. La bancada naranja le ha recordado a Morena sus escándalos: desde Hernán Bermúdez Requena, el secretario de Seguridad de Adán Augusto López, hoy coordinador de los morenistas en el Senado, cuando gobernó Tabasco, vinculado con la delincuencia organizada, hasta la polémica por la vida opulenta de un puñado de pesos pesados del movimiento. “Morena es La Barredora”, “es Rubén Rocha Moya y la crisis de violencia en Sinaloa”, “es el viejo régimen”, lanzó Alejandra Barrales, senadora emecista.
El PAN ha tenido una participación menos combativa. La falta de acuerdos para elegir a la próxima presidenta de la Cámara de Diputados, que debe salir de las filas panistas, parece conducirlos con cautela para evitar cualquier confrontación innecesaria que rompa la delgada línea de los acuerdos. El Congreso mexicano ha arrancado sus trabajos legislativos con un choque de fuerzas que se alista, sea la constante en este periodo ordinario, donde los presupuestos y una treintena de reformas constitucionales y legales marcarán el ritmo de los próximos meses.