Una hora, 1.500 pesos y un poco de sentido común para sacar la licencia de conducir permanente en Ciudad de México
El procedimiento para obtener el carnet, que ha puesto en marcha el Gobierno de Brugada, deja en evidencia los vacíos del sistema burocrático
Sábado por la mañana, el Macromódulo de trámites de Ciudad de México, a pocos metros del Autódromo Hermanos Rodríguez, está abarrotado de gente lista para tramitar su licencia de conducir permanente. Pese a las largas filas, la multitud avanza a buen ritmo. La credencial, lanzada hace un mes, fue una de las primeras políticas que puso en marcha la nueva jefa de Gobierno, Clara Brugada. Pero el procedimiento para obtenerla deja en evidencia los vacíos del sistema burocrático mexicano. Para sacar la licencia de conducir permanente en la capital no se requiere probar el conocimiento básico de saber conducir. Solo se necesita una hora de tiempo, 1.500 pesos y un poco de sentido común para responder a 20 preguntas que por momentos rozan lo insólito.
El turno asignado a la reportera da comienzo al trámite sobre las 11.30 de la mañana. Para aquellos que no han obtenido nunca una licencia en Ciudad de México, el requisito es rendir un examen de manera presencial. Otros, que ya cuentan con el carnet tradicional, pueden hacer el proceso directamente por internet. Una serie de carteles marcan el camino a recorrer dentro del enorme galpón, que en época pandémica se usaba para vacunar contra la covid-19. Ahora, decenas de escritorios equipados con computadoras retratan otra realidad: la ciudad ha seguido adelante. Los recursos se han reacomodado y los intereses a finales de 2024 son otros.
La primera parada del recorrido es el examen. 25 minutos para responder 20 preguntas que conforman la única valoración del conocimiento que tiene el futuro conductor. Aún así, las interrogaciones se pasean por medio ambiente, partes del coche o la moto, y también por algunas reglas viales. Pero de esto, un poco menos. Si un transporte público circula, ¿cuántos vehículos privados se ahorra la calle? El transporte público, ¿implica el movimiento de menos gente a cambio de más contaminación? ¿O es al revés? ¿Qué gases contaminantes emite un escape? ¿Qué tipos de freno tiene un vehículo? ¿Cuáles son los comandos manuales? Si hay un accidente, ¿a quién protege la carrocería de un coche? ¿Al que viaja en ese coche o al de afuera?
Tímidamente asoma también alguna pregunta sobre quién tiene prioridad en un cruce de dos calles o cuál es la velocidad máxima en los colegios y hospitales. El examen es diferente para cada quien, lo que evita que la gente se copie las respuestas. Eso y el control de algunos funcionarios que van regañando a quien saca el teléfono. “No se puede fijar en internet”, repiten. El sitio oficial del Gobierno capitalino comparte el reglamento de la Ley de Movilidad para que los usuarios se puedan preparar, entre sus 193 páginas, para el examen. Sin embargo, las respuestas a muchas de las preguntas no figuran allí. Más bien se esconden en el sentido común y entre las opciones de respuestas que da el sistema.
Cada pregunta vale medio punto y el examen se aprueba con ocho. Es decir, unas 16 preguntas correctas. El examen dura menos de lo que tardan los funcionarios, en el resto de las etapas, en cobrar los 1.500 pesos que vale la licencia y expedir la tarjeta. Una foto por acá, una huella dactilar por allá. A cada paso le antecede una pequeña e improvisada sala de espera. El atestado Macromódulo funciona solo los fines de semana y emite cada día decenas de nuevas licencias de conducir.
Las operaciones allí, según ha dicho Brugada, continuarán hasta diciembre de 2025. A la par, se podrá tramitar en 35 módulos distribuidos por toda la ciudad que operarán de lunes a domingo durante el próximo año. “Conducir un vehículo es una gran responsabilidad, así que vamos a establecer mecanismos muy estrictos y claros para garantizar la protección de peatones, ciclistas y de la seguridad vial”, dijo la jefa de Gobierno capitalina al presentar el proyecto. “El derecho a una movilidad segura, accesible y ágil será uno de los objetivos estratégicos de mi gobierno”, insistió.
Aquel sábado, la reportera sale del Macromódulo una hora después de su llegada con la licencia de conducir permanente en mano. Como a todos los que pasaron el examen y pagaron, se la dieron sin haber demostrado en ningún momento si sabía o no manejar un coche. La puerta de salida de paso al agitado —y por momentos violento— tráfico capitalino.