Las caravanas migrantes caen en el limbo de México

Ninguno de los seis grupos que salieron rumbo al norte en los últimos meses han llegado a Ciudad de México o más al norte. La política de desgaste y la burocracia tratan de frenarlos, mientras Trump no desiste en sus amenazas

Migrantes caminan en caravana en Tapachula, México, el 17 de diciembre de 2024.Damian Sanchez (REUTERS)

Una nueva caravana migrante con unas mil personas ha salido este miércoles desde Tapachula, Chiapas. Su destino, como el de otros grupos, es llegar a Ciudad de México y de ahí, tratar de alcanzar la frontera con Estados Unidos. Sin embargo, ninguna de las caravanas recientes ha logrado llegar a su objetivo, tampoco este 18 de diciembre, Día Internacional del Migrante. Desde que Trump ganó las elecciones, la mayoría han sido disueltas a los pocos días de comenzar, convencidas por las autoridades mexicanas para que desistan en su empeño de continuar hacia el norte.

Las amenazas del próximo presidente de Estados Unidos con aumentar los aranceles a México si no existe más control de la migración han sido el disparador para que el Gobierno de Claudia Sheinbaum refuerce su estrategia de contención. En total seis caravanas han recorrido el sur de México este último mes. Todas han sido detenidas horas después en la frontera entre Chiapas y Oaxaca, excepto una que fue interceptada a la altura de Veracruz. La desesperación por la cita del CBP One que no llega, la amenaza del crimen organizado y la posibilidad de ser secuestrados, extorsionados o algo peor, provocan que miles de personas emprendan el camino por su cuenta.

Se estima que unas 3.000 de las más de 4.000 personas que salieron en las caravanas estas últimas semanas han sido dispersadas, según apunta la prensa local. “Las personas migrantes caminan juntas para intentar disminuir su exposición a eventos de violencia a cargo de los múltiples actores armados que operan en un trayecto de unos 3.000 kilómetros entre las fronteras sur y norte”, explica Daniel Bruce, responsable de la base de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Tapachula.

Cientos de ellos han sido trasladados a puntos alejados de su ruta inicial. A finales de noviembre, autobuses cargados de migrantes llegaron a Michoacán y Guerrero. Otro grupo fue llevado hasta Yucatán y varios grupos de personas de Venezuela, Haití y Colombia fueron detenidas en Ciudad de México y regresadas de nuevo a Tabasco, casi en la frontera con Guatemala. Cansados de caminar, enfermos y sin recursos, muchas de estas personas acceden a ser trasladadas. Las autoridades han declarado que, a cambio del traslado, se les ofrece una visa humanitaria para transitar por el país, pero esto varía dependiendo del caso.

La mayoría de las caravanas salen desde Tapachula, cerca de Guatemala, aunque una más lo hizo desde Tuxtla Gutiérrez, la capital del Estado. Chiapas se ha convertido junto a Tabasco en el Estado que más entradas irregulares de migrantes registró este año, en total más de 925.000 personas cruzaron de enero a agosto, según datos del Instituto Nacional de Migración (INM), un 131% más el año pasado. Más de 100.000 son niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, aunque los cruces han aumentado, cada vez menos personas logran llegar al norte.

Desde Médicos Sin Fronteras señalan que este fenómeno es solo “la punta del iceberg” de la crisis migratoria que vive la región. La inestabilidad política y económica en varios países y la amenaza de Donald Trump contra los migrantes, han provocado que estos grupos traten de acelerar el paso. Sin embargo, chocan con un muro que está a miles de kilómetros de Estados Unidos y empieza en las autoridades migratorias de México.

Ahí es donde la política de desgaste y dispersión, en coordinación con los operativos del INM y los controles del Ejército y la Guardia Nacional, están logrando frenar las caravanas. El objetivo, a toda costa, es evitar que las imágenes de 2019 con la frontera abarrotada en varias ciudades como Piedras Negras, Juárez o Tijuana se repitan. “No están llegando caravanas a la frontera norte porque son atendidas en México”, señaló la presidenta Sheinbaum hace unas semanas, después de mantener la primera conversación con Trump sobre el tema. La mandataria aprovechó la comunicación para recordarle a Estados Unidos que México ha logrado reducir en el último año un 75% los cruces en la frontera norte.

Sheinbaum ha aprovechado la fecha para reconocer la labor encomiable que realizar los migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos y los ha calificado como “héroes y heroínas”. También ha asegurado que México estará preparado ante la deportación masiva de connacionales y aseguró que se está reforzando y mejorando la red de consulados mexicanos en Estados Unidos. La semana Sheinbaum anunció una reunión con los cónsules de El Paso, Nogales, Tucson y un grupo de organizaciones para trabajar de manera conjunta. La presidenta ha asegurado que se contratará a abogados migratorios para atender cualquier posible caso de deportación. “No están solos y tenemos las herramientas necesarias, para que si se requiere, puedan hacer valer sus derechos”, ha señalado este miércoles el secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente.

Tras cruzar Centroamérica, Sudamérica o incluso el Atlántico, cientos de miles de personas caen en el limbo mexicano. “Los flujos migratorios se han reducido no por una estrategia, sino porque México está deteniendo una gran cantidad de migrantes”, señalaba a este diario Eunice Rendón, coordinadora de la organización Agenda Migrante. La Administración de Sheinbaum señala, por su parte, que muchos de estos migrantes deciden buscar una oportunidad de trabajo en México, otros prefieren regresar a sus países y los menos continúan hacia el norte.

Rendón señala que más allá de las amenazas de Trump, Estados Unidos no ha dejado de presionar a México con la migración, también en la Administración saliente de Joe Biden. Desde este verano, el Gobierno estadounidense permite solicitar una visa humanitaria a través de una aplicación llamada CBP One, de la oficina de Aduanas y Fronteras. Sin embargo, a medida que las solicitudes de asilo han ido aumentando, los tiempos de espera se han vuelto más extensos. Las caravanas surgen como una manera segura de avanzar mientras el destino de miles de personas depende de que les concedan una cita en la frontera. Se desconoce si la Administración Trump mantendrá el mecanismo o lo acabará desmantelando. Muchos no quieren quedarse para comprobarlo y han acelerado el paso.

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