Racismo, insultos a Sheinbaum y teorías de conspiración: México en Truth Social, la red de Donald Trump
La plataforma retrata al núcleo duro del presidente electo y se ha convertido en un megáfono con millones de usuarios para la propaganda, la desinformación y los mensajes xenófobos
“Construyan el muro y depórtenlos a todos”. “La presidenta mexicana no entiende que sin Estados Unidos, su país no es nada”. “Mejor que se preocupen por su país de criminales”. Esas son algunas de las respuestas a una publicación que hizo Donald Trump esta semana en Truth Social, su propia red social. El próximo presidente de Estados Unidos no tuvo que hacer prácticamente nada para encender los ánimos de su horda de seguidores. Ni siquiera tuvo que teclear una sola palabra. Apenas se limitó a copiar y pegar el enlace de una editorial que alababa su amenaza de imponer aranceles a sus vecinos para frenar la inmigración y el tráfico de fentanilo. El mensaje se compartió más de 2.200 veces y tuvo 8.500 me gusta.
Tras el escándalo del asalto al Capitolio y la suspensión de su cuenta de Twitter por “el riesgo de incitar a la violencia” en 2021, Trump dobló la apuesta y lanzó un año más tarde Truth Social, bajo la premisa de ser una plataforma “sin censura” y con moderación mínima, el último bastión que cuenta la “verdad”. Aunque en un inicio se refugió en otras redes ligadas a la extrema derecha como Parler o Gab, el magnate vio una oportunidad: crear su propia caja de resonancia sin la necesidad de intermediarios ni de compartir las ganancias con ellos. “La misión de Trump Media and Technology Group es acabar con el asalto a la libertad de expresión de las grandes tecnológicas al abrir el internet y devolver a la gente su voz”, se lee en un comunicado corporativo de octubre.
Referida en los medios estadounidenses como un “clon de Twitter” ―se publican truths y no tuits, y hay retruths en vez de retuits, por ejemplo―, Truth es un universo donde reina Trump: domina las interacciones, encabeza las tendencias y está entre los primeros perfiles que se sugiere seguir al registrarse, junto a sus familiares, colaboradores y medios afines. La plataforma no suele dar a conocer cifras como su número de usuarios, aunque asegura tener “millones”. Los datos que reporta son un debate en sí mismo. El presidente electo tiene 8,3 millones de seguidores, mucho menos que los 95,7 millones que tiene X (el sucesor de Twitter, al que volvió el año pasado gracias a Elon Musk), pero bastante más que las cinco millones de visitas que tiene la página cada mes, según consultoras especializadas recientemente citadas por AP. En contraste, sitios como Tik Tok o Facebook superan los 3.000 y 2.000 millones de vistas mensualmente, de acuerdo con esa fuente.
Invasiones, carteles y complots comunistas
“Es hora de hacerles pagar un precio muy alto”, escribió Trump en una publicación del pasado 25 de noviembre, donde anunciaba que su paciencia con México y Canadá se había agotado y que iba a imponer aranceles del 25% a todas sus exportaciones tan pronto como llegara a la Casa Blanca. La embestida del republicano fue celebrada con más de 50.000 me gusta y disparó las tensiones con el Gobierno de Claudia Sheinbaum, que respondió con una carta en la que aseguró que “a un arancel vendrá otro en respuesta”. La polémica parecía haber terminado con una llamada entre ambos dos días más tarde, que la mexicana calificó como “excelente” y el estadounidense, como “maravillosa”.
Pero la calma duró sólo unas horas, porque ambos dieron versiones completamente distintas de lo que se habló. “Ha accedido a detener la migración a través de México y hacia Estados Unidos, cerrando de hecho nuestra frontera sur”, aseguró Trump. Sheinbaum lo negó tajantemente en X y dijo que la postura de su país “no es cerrar fronteras sino tender puentes”. El choque, que sigue teniendo repercusiones en el terreno diplomático, fue el gran detonante de miles de comentarios sobre el país latinoamericano en Truth. “Le creo más al presidente Trump que a una socialista, marxista y comunista como la presidenta de México”, comentó uno de los usuarios.
Teclear México en el buscador de la red social es como escuchar en bucle mil veces los insultos de Trump con el volumen al máximo. Están presentes todos los elementos obvios, como el muro, las deportaciones masivas y la guerra comercial. Pero también sus versiones más exageradas y ridículas. “¡Estúpido México! No nos amenacen”, señala otro usuario en un grupo de simpatizantes del Partido Republicano, que culpa al país latinoamericano de “ordenar una invasión” y pide que se lance una guerra en territorio vecino. Incitados por Trump, varios perfiles coquetean con “invadir” territorio canadiense y mexicano, y anexarlos como los “Estados 51 y 52″. El republicano juguetea también con la idea y subió, por ejemplo, una imagen falsa viendo al horizonte con la bandera canadiense y la frase “Oh Canadá”, poco después de reunirse y poner contra las cuerdas a Justin Trudeau.
El mito de “la gran invasión” fue clave para el triunfo de Trump en las elecciones del pasado 5 de noviembre, con cientos de candidatos republicanos repitiendo la consigna de que la llegada de inmigrantes indocumentados era una amenaza para Estados Unidos. Pese a que los flujos han caído un 75% de diciembre a octubre, según cifras oficiales, el discurso aún resuena al máximo en el núcleo duro del trumpismo. “¿Un millón de inmigrantes en cubierta desde México? ¿Acaso está en camino a Estados Unidos un tsunami que destruirá la frontera?”, insinúa el anfitrión de un programa de radio ultraconservador. Además de rumores infundados, se diseminan noticias falsas para adular al próximo presidente, pero que incluso lo contradicen. “Los migrantes en México optan por regresar a sus casas por miedo a las políticas migratorias de Trump”, aseguró un portal esta semana, justo cuando él insistía en “la invasión”.
En la red social, Trump es el superhéroe y Sheinbaum, una de las grandes villanas. “La presidenta mexicana decide cavar la tumba de su país al imponer aranceles en represalia a Estados Unidos, en respuesta al valiente plan de Trump”, refiere otro portal de noticias falsas. La llaman “corrupta”, “aliada de los carteles y los demócratas” y “enemiga de Estados Unidos”. Es también el blanco de todo tipo de falacias y conspiraciones: desde “los masones” hasta conjuras con “el Partido Comunista Chino y Corea del Norte” para inundar Estados Unidos con fentanilo. “No se puede confiar en ella, tampoco en México”, dice un seguidor de Qanon, una de las teorías de conspiración más populares en la extrema derecha. Incluso, hay montajes con Inteligencia Artificial que imitan su voz y la ridiculizan.
La mayoría de las opiniones sobre la mandataria son abiertamente misóginas y antisemitas, a pesar de que ella no se define como practicante. “¿Por qué México tiene una presidenta judía?”, cuestionan varios usuarios. “Es porque los mexicanos son muy ignorantes”, contesta uno. Un neonazi la acusa de ir contra “la raza blanca”. Alguno más sube una imagen con una estrella de David sobre el territorio de México y una fotografía del multimillonario George Soros. “Se te vienen aranceles, perra”, celebra otro en español.
De las redes a la vida real
La presencia de usuarios mexicanos es nimia, con grupos dedicados al país que apenas tienen actividad. También la de los latinos, con apenas una veintena de grupos que no superan los 200 miembros. Pero las redes no cuentan toda la historia sobre el regreso de Trump a la Casa Blanca. El magnate echa mano de la misma caja de herramientas que otros líderes populistas: agita los sentimientos nacionalistas, capitaliza la desinformación y se desenvuelve con comodidad ofreciendo soluciones simplistas, demonizando a sus rivales y recurriendo estratégicamente a los extremos. Pero también ha sabido apelar a los miedos, frustraciones y deseos de una base más amplia.
“Para entender a Trump hay que entender lo que ha pasado en la sociedad estadounidense en los últimos 20 años”, afirmó Gerónimo Gutiérrez, exembajador mexicano en Washington, en una entrevista con este diario. “Su triunfo es el resultado de factores subyacentes como el achicamiento y deterioro de la clase media o la altísima polarización entre los partidos políticos”, agregó. Marco Rubio, su propuesta para el Departamento de Estado, explicaba así su victoria en el voto popular y su crecimiento entre los latinos: “¿Por qué hay tantos en los medios sorprendidos de que los hispanos votaran para bajar el costo de vida, impedir que sus hijos sean enviados a pelear a una guerra y proteger a sus familias de migrantes ilegales criminales?”.
Tres días antes de las elecciones, el portal ProPublica publicó una investigación en la que aseguraba que Truth subcontrató a programadores en México para realizar labores técnicas en la plataforma, al mismo tiempo que Trump hablaba de patriotismo y se revolvía por la fuga de puestos de trabajo hacia el sur de la frontera. Pero eso no hizo mella en sus seguidores. Sólo el 3% de los estadounidenses revisan noticias con regularidad en Truth, según un estudio del Pew Research Center de agosto. Pero el 57% de sus usuarios la señalan como una fuente principal de noticias. La red es una burbuja de irrealidad y aún no tiene un impacto más allá de los sectores más recalcitrantes.
A la vez, será el principal megáfono del presidente del país más poderoso del mundo. Es también un reflejo de quienes son los destinatarios de sus discursos más salidos de tono. Trump aseguró esta semana que Sheinbaum le dijo durante la llamada “¿Por qué me haces esto?” para ridiculizarla, ante el alarido de sus fanáticos. “Él tiene una manera de comunicar”, respondió la mandataria, que negó que eso sea cierto. “Nunca vamos a agachar la cabeza ni a ser indignos en una conversación”, zanjó el viernes. “Hay que evitar caer en cualquier provocación”.