Incienso de copal: origen y significado en el altar de Día de Muertos
El copal se ha usado de manera tradicional en las celebraciones religiosas desde la época prehispánica y es un elemento imprescindible en las ofrendas
El copal es uno de los elementos indispensables en las ofrendas del Día de Muertos. Si bien ningún altar es igual a otro y varían de una comunidad a otra, existen elementos comunes que todos comparten. Por ejemplo, los caminos o tapetes hechos con pétalos de cempasúchil que guían a los difuntos a encontrar el altar; las velas y veladoras en la ofrenda; el pan de muerto en todas sus variantes; las calaveras de azúcar; las bebidas y alimentos que fueron del gusto de los familiares fallecidos, y los sahumerios con copal.
El Día de Muertos es una celebración que honra la memoria de los difuntos. Es una de las expresiones culturales más antiguas en el país y se considera que representa uno de los ejemplos más importantes del patrimonio vivo de México. La creencia señala que los difuntos regresan durante algunos días para convivir con sus familiares y seres queridos. Esta fiesta se lleva a cabo cada año a finales de octubre y principios de noviembre, un periodo que marca el final del ciclo anual del maíz.
Por su relevancia cultural e histórica, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) proclamó la festividad como ‘Obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad’ en noviembre de 2003.
El significado del copal en el Día de Muertos
La palabra copal viene del náhuatl copalli, que significa ‘que huele’ o ‘que tiene aroma’. El término se refiere tanto a las resinas aromáticas como a los diferentes árboles que las producen: Bursera bipinnata (copal blanco), Bursera copallifera (copal santo), Bursera glabrifolia (copalillo), Bursera citronella (almáciga o xarapiscua) y Bursera linanoe (linaloe).
En las ofrendas de Día de Muertos, el copal tiene un uso ceremonial-religioso que está ligado a los sahumerios o tlémaitl. Se dice que el aroma ayuda a las almas a encontrar su camino a casa. Según la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), el acto de sahumar se refiere a “dar humo aromático a una cosa con el fin de purificarla o para que huela bien”.
El humo blanco que desprende esta resina al quemarse se ha usado en rituales para bendecir las semillas, pedir por las lluvias, detener tormentas y agradecer por las cosechas. También se utiliza como aromatizante y para armonizar los hogares, así como en fiestas patronales en diversas comunidades.
El uso religioso del copal data desde antes de la llegada de los españoles a América. Las culturas prehispánicas creían que el humo de copal propiciaba el vínculo entre los humanos y las divinidades regidoras de la naturaleza. Tenochtitlan, por ejemplo, recibía 1.600 dotaciones de copal cada 80 días en forma de pellas —equivalentes a un puño de copal envuelto en hojas de la mazorca del maíz—.
Se ha documentado que la gente usaba el copal con mucha frecuencia, al menos dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche. Prácticamente no había ceremonia que no estuviera acompañada de copal.
Cómo se obtiene el copal
El copal es una resina que se ha aprovechado durante al menos cinco siglos. En el Templo Mayor de Tenochtitlan se han encontrado restos de copal blanco dentro de bolsas de papel amate, y en la laguna de La Luna, en el cráter del Nevado de Toluca, se han hallado restos de la resina en ofrendas antiguas.
El copal se obtiene de la corteza de los árboles; los más comunes provienen de la familia Burseraceae que crecen desde Sinaloa hasta el extremo noroeste de América del Sur y la extracción se lleva a cabo con métodos tradicionales.
Los copaleros se internan en las montañas y hacen pequeños cortes en las cortezas de los árboles de copal para extraer la resina. Dan golpes sobre la zona con un mazo de madera y colocan pencas de maguey a manera de recipiente para recolectar el líquido. Una vez sólida, la resina se retira, se empaca y se transporta para venderse en los mercados locales.
Los árboles de copal son de propiedad comunitaria y los copaleros cuidan de no sobreexplotarlos con demasiadas incisiones. Luego de la extracción, se espera hasta dos años para volver a realizar los cortes para prevenir que los árboles se debiliten, o incluso mueran.