El primer y último derroche de amor de López Obrador y Beatriz Gutiérrez Müller en ‘las Mañaneras’
A menos de un mes del final del sexenio, la esposa del presidente acude a la conferencia matutina “porque generó interés” saber de ellos como pareja
Faltan 19 días para que se acabe el sexenio y Beatriz Gutiérrez Müller ha decidido acudir por primera vez a las Mañaneras para hablar de la relación con su esposo, el presidente. “Él me invitó y acepté porque creo que es una buena oportunidad”, ha dicho la escritora y académica, “porque generó algún interés saber de mí, de nosotros, de este andar no solo del sexenio, sino a lo largo de casi dos décadas”. Durante más de 90 minutos, la investigadora ha contestado a decenas de preguntas de los periodistas: sobre su futuro, su hijo, los retos que ha vivido desde Palacio Nacional, su opinión sobre Claudia Sheinbaum, el perdón que Andrés Manuel López Obrador pidió a España, su trabajo para recuperar los vestigios arqueológicos, sobre el penacho de Moctezuma, sobre el exterminio yaqui, pero, sobre todo, ha hablado de su matrimonio.
Gutiérrez Müller, de 55 años, se casó en 2006 con López Obrador, ahora de 70 años. Era el segundo matrimonio del político, quien estuvo casado con Rocío Beltrán, madre de sus tres hijos mayores: José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo Alfonso. Ella falleció en 2003, cuando López Obrador era jefe de Gobierno de Ciudad de México. El presidente sigue escribiendo en cada aniversario un agradecimiento a su primera mujer. “No se podría dirigir un movimiento de transformación sin el apoyo de una compañera”, ha dicho este martes, sobre lo “fundamental” que fue el apoyo de Rocío porque él estaba “metido, trabajando, en la construcción de un movimiento para transformar a México” recorriendo pueblos y plazas, con cinco reuniones diarias, y no podía ni llevar a sus hijos “al circo”.
Este martes, unos meses después de atajar los rumores de un divorcio y un par de semanas antes de dar un paso al lado de Palacio Nacional, López Obrador se ha abrazado a Gutiérrez Müller y frente a las cámaras, a decenas de periodistas y al medio millón de espectadores en redes sociales, ha convertido la Mañanera en una declaración de amor.
—Quien se quedaba con mis hijos era mi finada esposa. Cuando ella se nos adelanta, yo necesito también de una compañera, porque la lucha sigue, la lucha continúa, y me apoyo en Beatriz, en momentos muy difíciles, y ella me respalda, me sostiene y me da fuerzas, y cariño, para ir hacia delante, para no claudicar.
Ella lo interrumpe, y se ríe:
—Decía mi mamá cuando lo conoció: “¡Qué suertudo eres, te llevas a mi hija Beatriz!”.
—Eso dicen también mis adversarios, los conservadores, de que ¿cómo ella se enamoró de mí? Porque está bastante enamorada...
—¡Qué barbaridad!
—¡Qué barbaridad!
—Ella tan delicada, tan exquisita, estudiosa, doctora...
—Uy, ¿doctora en ciencia ocultas o qué?
—No, ¡¡literatura!! Para un mazorral de Tepetitán, Macuspana, Tabasco. Indio patarrajada.
—Está guapo el indio patarrajada.
Y explotan las risas.
La escena no tiene precedente para Gutiérrez Müller, quien ha tratado de mantener un perfil bajo durante estos seis años. “Mi principal agobio es que yo no soy una persona pública, no quiero ser pública, y para mí fue muy difícil estar siendo retratada, difamada, aplaudida. Ese fue mi mayor reto. Yo tengo pánico escénico, por un trauma que tengo desde los 15 años por un evento que me pasó. No se me nota porque lo trabajo, pero no me rentaría para ser persona pública”, ha reconocido esta mañana a punto de abandonar el cargo de esposa del presidente.
La académica decidió ya en mayo de 2018, antes de que López Obrador ganara las elecciones, que ella no iba a ocupar el papel de “primera dama”, tampoco quería el título. “Yo lo tenía muy claro, no quería hacer lo de quienes me habían precedido. Planteé pensar distinto sobre el espacio público de las mujeres, su presencia en la vida política, en este caso accidental, porque así me considero: un accidente en la política, y dejar atrás ideas rancias sobre el papel de las esposas de los gobernantes”, ha explicado este martes, sobre un tema del que ha llegado a escribir un libro, Feminismo silencioso.
Igual que rechazó ese primer papel, dice que descarta ahora dar el salto ella a la política. “Yo me considero muy política, pero no está en mis planes la postulación a ningún cargo público, lo vengo diciendo desde hace mucho, no es la nota de hoy. Mi cuota de participación política social ya la pagué, y yo me siento muy satisfecha. Esto no quiere decir que no cambie de parecer, en un sentido que acepto que nunca hay que decir nunca, pero al día de hoy, en este momento, mi respuesta es no”, ha zanjado. Sobre si su hijo Jesús Ernesto López, de 17 años, querría dar ese salto, no tiene respuesta: “No sé, la verdad. Es un chavo, como todos los hijos de mi esposo, que ha sido formado en un ambiente altamente político y politizado, es el tema de muchas sobremesas”.
Desde el 2 de octubre se abre un nuevo período para el matrimonio. López Obrador —quien ha recordado este martes la importancia de estar cerca de los hijos— se va a vivir a Palenque, Chiapas, y Gutiérrez Müller se queda en Ciudad de México para cuidar a Jesús Ernesto. “Nosotros somos una pareja felizmente casada. Somos una pareja muy unida, que ha pasado de todo, como todos los matrimonios de este mundo. Lo que cambia ahora es que él se va a Palenque, y es donde él quiere estar y yo lo he apoyado muchísimo, porque se merece todo, porque es una persona que ha sido un gran mexicano, opositor, después gobernante, ha trabajado muchísimo, soy testigo de sus desvelos, desmañanadas, bostezos, de sus esfuerzos, decepciones, ilusiones. Se merece mi esposo irse a donde quiera ir y que se sienta muy feliz”, ha dicho de corrido la académica.
“Yo no lo puedo hacer, aunque vamos a estar viéndonos muy seguido, ¿verdad? Porque yo tengo un hijo, bueno, [se ríe], tenemos, que es menor de edad y que tiene que ir a la escuela, me queda un trabajo, nos queda un trabajo importante con Jesús Ernesto, y estamos ahora en tercero de preparatoria, en pocos meses este muchacho tendrá que decidir que quiere estudiar, tengo que apoyarlo, tengo que estar con él. La presencia de sus padres es muy importante, vamos a estar cerca de su papá, pero la carga, y la recibo con mucho gusto, pero la carga principal va a ser para mí. Necesito pastorearlo, acompañarlo, darle fuerza, orientarlo lo mejor posible. Es mi gran misión de la vida, y vamos viendo cómo nos acomodamos”.
“Gracias presidente por permitirme estar en tu conferencia de prensa”, y con una leve inclinación y “permiso”, Gutiérrez Müller abandona la escena pública casi por última vez.
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