La urgencia de frenar el dengue: un problema de salud pública que se ensaña con América Latina
La infección está desatada en México, donde los investigadores apuestan por el desarrollo de fármacos antivirales ante la complejidad del virus y las dificultades de las vacunas disponibles
No existe en el mundo una infección viral transmitida por mosquitos que se propague más rápido que el dengue, un grave problema de salud pública en más de 100 países. De acuerdo con la OMS, el 40% de la población mundial está en riesgo por infección de esta enfermedad tropical que cada vez tiene mayor capacidad de dispersión en los territorios donde era endémica pero también en los nuevos que está colonizando. Al tiempo que América Central, Sudamérica y el Sudeste Asiático concentran con difer...
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No existe en el mundo una infección viral transmitida por mosquitos que se propague más rápido que el dengue, un grave problema de salud pública en más de 100 países. De acuerdo con la OMS, el 40% de la población mundial está en riesgo por infección de esta enfermedad tropical que cada vez tiene mayor capacidad de dispersión en los territorios donde era endémica pero también en los nuevos que está colonizando. Al tiempo que América Central, Sudamérica y el Sudeste Asiático concentran con diferencia la mayor carga viral, en los últimos años el dengue se está propagando a nuevas zonas, como Europa, un continente sin climas tropicales o subtropicales hasta hace poco absolutamente desconocido para Aedes aegypti, el mosquito que ejerce de principal vector transmisor.
A pesar de los esfuerzos por frenar los estragos de esta infección, los expertos prevén que este insecto responsable de su expansión se adapte cada vez mejor a diversos ambientes. “El calentamiento global, los cambios de suelo y de los patrones de lluvia le están permitiendo sobrevivir y prosperar en entornos y regiones que antes eran desfavorables”, asegura Luis del Carpio, médico veracruzano experto en esta dolencia e integrante de la Sociedad Mexicana de Virología.
Con 4,1 millones de contagios y 2.049 fallecidos en 2023, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), América Latina nunca había registrado tasas más altas como las recientes. Este año, los brotes están activos en 15 países provocando las crisis más letales en Argentina, Bolivia o Brasil, regiones que alcanzaron un récord de casos registrados. En México, la epidemia se propala sin freno. “Los últimos datos de la Secretaría de Salud reflejaron que los afectados por esta enfermedad en las primeras semanas de 2024 ya superaron los 5.000, hasta cinco veces más que en ese mismo período del año pasado, cuando no llegaban al millar”, señala de Carpio, testigo de cómo los casos clínicos que atiende en su consulta se presentan en formas cada vez más anómalas y preocupantes. En el 2023, más de 200 personas murieron por la picadura del mosquito maldito en México, siendo los estados más afectados Guerrero, Quintana Roo, Yucatán y Veracruz.
En este último, habituado al azote de la infección, del Carpio jamás había observado la gravedad con la que se está apareciendo, con efectos desconcertantes. “Los síntomas se solían centrar en fiebre, dolor de cabeza, vómitos, dolores musculares... Pero, desde el año pasado, los casos que tratamos en consulta son atípicos, con cuadros respiratorios preocupantes; pacientes que presentan hepatitis por dengue o neumonías graves. De hecho, en muchas ocasiones pasan por contagios de Covid-19″, detalla el virólogo. Su equipo de investigación es uno de los responsables de haber descubierto cómo el DENV-3, una de las cuatro variedades circulantes del patógeno, es el que más terreno va ganando a los otros serotipos en México. “Estábamos acostumbrados a los brotes provocados por DENV-2 pero es el DENV-3 es el que está asolando a México desde el 2023, un cambio en la enfermedad que nos toma por sorpresa, con la aparición de más casos, de mayor severidad y atípicos”, declara.
“Actualmente los cuatro serotipos del virus circulan en México, pero antes del 2006 los serotipos que predominaban era el DENV2 y DENV3, introducidos en el continente en el 1982 y 1995, respectivamente”, explica José Manuel Reyes, del Centro Médico Nacional Adolfo Ruiz Cortines en el Puerto de Veracruz y miembro también de la Sociedad Mexicana de Virología. Si bien esta última variedad se ha asociado con el dengue grave desde finales de los años 1980, su reintroducción en Brasil y su diseminación por todo el continente americano ha aparecido en los últimos años en diversas formas. “En la actualidad son las distintas variedades genéticas de de DENV3 las que establecen un gran reto para la Salud Pública de nuestro país”, matiza el investigador.
Además de los cuatro serotipos que conforman al patógeno, cada uno de ellos abarca genotipos propios, es decir, subvariaciones en el genoma. Y es en esta versatilidad del agente infeccioso, que afecta tanto a su capacidad de transmisibilidad y peligrosidad para atacar al organismo humano, donde radica la gran complejidad para hacerle frente. “En el caso del DENV3 es el genotipo 3 el que está asociado a estos brotes tan agresivos que conducen a cuadros graves en India, África y América Latina, sugiriendo un papel de la genética viral en la gravedad por dengue. Las secuencias más recientes del linaje GIII-American-I del DENV-3 se reportaron por primera vez en México en 2021″, detalla Reyes, que lleva más de una década investigando la enfermedad tan difícil de erradicar.
Los esfuerzos para frenar al dengue
Hasta el momento, existen dos alternativas principales para hacer frente a la infección. Colombia y Honduras, por ejemplo, han optado por evitar la picadura con la enfermedad a través de método wolbachia: la liberación de ejemplares aedes modificados con la bacteria wolbachia, incapaces de transmitir el dengue para que se reproduzcan con la población local y terminen por reemplazarla. En México ya se probó este método. “En Baja California Sur se implementó en el 2018 un programa de control similar tras un grave brote. Pero no sabemos si funcionó porque no hay resultados publicados”, advierte del Carpio.
La segunda arma científica con la que cuentan las autoridades son las vacunas, método por el que ha apostado de forma pionera Brasil, con más de 1.684.781 casos y centenares de fallecidos en lo que va de año, los peores datos en las últimas cuatro décadas. Para poner fin a la dramática situación, el gobierno decidió vacunar a más de 3 millones de su población con la vacuna Qdenga, convirtiéndose en el primer país en ofrecer un inmunizante contra el dengue en el sistema público de salud universal.
De la farmacéutica japonesa Takeda, esta inyección es la segunda que salió al mercado y presenta muchas mejoras que la pionera, Dengvaxia, sobre la que se ciernen tantas polémicas. Estudios posteriores a su implementación en distintos países advirtieron del riesgo incrementado que conlleva a desarrollar formas graves de dengue tras la administración de esta vacuna a personas sin contacto previo con el virus. “Las personas vacunadas que no habían pasado dengue nunca sufrirían efectos más severos de la enfermedad con esta vacuna”, asegura Reyes recordando los diversos escándalos sanitarios que provocó esta inyección en algunos lugares del mundo, como en Filipinas, donde tras su administración, en el 2017, se dio una elevada tasa de hospitalización y muerte en niños que habían sido inyectados con el fármaco.
El año pasado, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) de México lanzó un comunicado de urgencia sobre el uso de este inmunológico tras haber detectado que este biológico había sido suministrado a menores de 9 años. Una medida desaconsejada por los organismos expertos. En la actualidad, Dengaxia, que ni siquiera cuenta con el registro actualizado en México, sólo está aprobada para la prevención del dengue en personas de 9 a 45 años de edad con infección previa por dengue confirmada mediante una prueba de laboratorio. “Algo tan difícil de conseguir en comunidades rurales de México, los lugares más azota la infección”, señala del Carpio.
“Y, aunque los últimos ensayos con Qdenga han mostrado su eficacia a largo plazo en la prevención del dengue sintomático causado por los cuatro serotipos en personas expuestas previamente, los datos sugieren una falta de eficacia contra DENV-3 en aquellos que nunca se contagiaron”, agrega Reyes.
Recientemente, salieron publicados los resultados preliminares de una tercera vacuna en estudio fase 3 desarrollada por el Instituto Butantan de Brasil. Butantan-DV consta de una sóla dosis y parece presentar beneficios prometedores en personas de 2 a 59 años. “Pero el inmunizante todavía se encuentra en fase de desarrollo. A pesar de los avances y la disponibilidad de las vacunas, existe todavía la necesidad de contar con una sea realmente segura y eficaz independientemente del estado serológico, es decir, al margen de que alguien haya pasado la infección previamente o no. Por eso hay mucha fe en los estudios con antivirales, sobre todo para tratar casos graves en México. Nuestro país se inclina por la investigación con fármacos con potencial para combatir el dengue”, asegura del Carpio.
En ese campo trabaja desde hace más de una década Reyes, quien explica que “tanto para prevenir como tratar la enfermedad se está tratando de posicionar fármacos ya aprobados por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS). Medicamentos que sabemos que son seguros y se usan para otras enfermedades”. Es el caso metformina (MET), utilizado para el tratamiento de la diabetes tipo 2, y que ya ha demostrado un efecto en el bloqueo de la replicación del virus.
El estudio está todavía en las primeras etapas. “De momento solo ha demostrado su efecto en ratones, en los que disminuye malestares y alarga la vida”, recalca Reyes, parte del equipo involucrado en la búsqueda de antivirales. De acuerdo con el investigador, “lo más novedoso de los posibles tratamientos que se están investigando para abatir la infección por dengue es la combinación de algunos fármacos de uso común”, como la mezcla de atorvastatina, para la prevención de enfermedades cardiovasculares, con ivermectina, un antiparasitario de animales y para tratar la sarna en humanos.
Mientras los laboratorios ensayan por sacar adelante soluciones cada vez más eficaces contra el mal que azota América Latina, ambos expertos coinciden en la importancia de dirigir esfuerzos a la vigilancia epidemiológica del dengue sin apartar la mirada de otras infecciones asociadas. El mosquito aedes no sólo transmite el dengue, sino otros arbovirus, como el zika y la chikungunya. “Lo que deriva en diagnósticos incorrectos y enfermedades subsecuentes. Algunos pacientes pueden presentar contagios múltiples. Y se pueden además dar coinfecciones con otros patógenos, como con SARS-CoV-2, enterovirus o influenza, provocando reacciones exacerbadas”, puntualiza Reyes, parte del equipo que detectó los primeros reportes de pacientes infectados al mismo tiempo con dengue y SARS-CoV-2 reportados en México.
Además de reforzar los sistemas de prevención y control de la enfermedad, los expertos hacen un llamado a poner especial atención al papel crucial que está jugando el cambio climático tanto en la explosión como expansión de los brotes. “El dengue va ganando territorio en el mundo, los vectores responsables muestran cada vez una mayor competencia, capacidad y potencial, y están superando su presencia a alturas jamás registradas y rompiendo paradigmas. Por eso, no sólo debemos estar atentos a las alteraciones en los casos clínicos sino a la evolución de adaptación que están haciendo esos mosquitos tan batalladores y a su impredecible comportamiento”, concluye de forma tajante del Carpio.
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