Raymundo Ramos y los presidentes espías
El espionaje al presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Nuevo Laredo tomó nuevos rumbos: “te puedo decir con certeza que en ocasiones hasta nos siguen”
Han pasado 100 días desde que se confirmó el espionaje al activista Raymundo Ramos. El 7 de marzo pasado, la organización R3D, Red por los Derechos Digitales, ...
Han pasado 100 días desde que se confirmó el espionaje al activista Raymundo Ramos. El 7 de marzo pasado, la organización R3D, Red por los Derechos Digitales, presentó una investigación donde confirmaba lo que ellos habían dado a conocer en octubre de 2022: al presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, Raymundo Ramos, lo espiaron a través de su teléfono móvil con el malware Pegasus, con el objetivo de proporcionar a la Policía Ministerial Militar información para desprestigiarlo.
Esta vez no solo se trataba de la confirmación en un laboratorio externo para identificar Pegasus, esta vez se contaba con documentos hackeados por el grupo Guacamaya, en poder de R3D, que señalaban puntualmente el área secreta del Ejército que espió a Ramos -Centro Militar de Inteligencia-; su objetivo, “informar las actividades de Jesús Raymundo Ramos Vázquez”, así como la acusación contra el activista, de “desprestigiar a las Fuerzas Armadas con fines de lucro y en beneficio del Cártel del Noreste”. El documento contaba con fecha, folio y dejaba claro que esta información era del conocimiento del General Secretario, Luis Crescencio Sandoval.
¿Qué significa dar a conocer públicamente que el ejército te espía de manera ilegal? En la búsqueda de justicia, casi nada. “En mi opinión sigo siendo espiado, probablemente con una versión mucho más sofisticada que la anterior. Seguimos siendo víctimas de campañas de desprestigio desde la mañanera. Y las instancias del Estado mexicano a las que tenemos acceso, por ejemplo la Fiscalía y CNDH, pues no están funcionando, no están haciendo su labor. La investigación de la Fiscalía está muy lenta, tengo entendido que Sedena oculta información, retrasa información, no responde con oportunidad a los requerimientos del Ministerio Público y mientras el presidente descalifique el espionaje y no lo reconozca, pues yo creo que la autoridad también de ahí se agarra para no investigar con celeridad”, nos dijo Raymundo Ramos en entrevista telefónica.
Además, informó que a principios de abril recibió de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) la respuesta a su queja contra la Sedena por el espionaje, interpuesta en noviembre de 2022: el organismo presidido por Rosario Piedra Ibarra le respondió que la secretaría “niega categóricamente haber realizado intervenciones de manera ilegal en su contra” y, como tampoco existe procedimiento ni denuncia alguna en la fiscalía de Justicia Militar, “procede la conclusión del asunto”. La CNDH que otrora respaldó públicamente a Ramos ante los ataques en su contra y los intentos de desprestigio que sufre desde el sexenio anterior, hoy da carpetazo a su queja simplemente porque Sedena negó los hechos.
No obstante, la Comisión “orienta” a Ramos a visitar su página web para consultar la Recomendación general 47/2022, en la que la CNDH advierte al Congreso federal, a la secretaria de Seguridad federal y al Fiscal Gertz Manero de los riesgos de comprar Pegasus sin una regulación jurídica para su uso. La recomendación para Raymundo es que “se imponga de su contenido”... una respuesta vacía y sin sentido por parte de la CNDH.
En el mismo tenor, la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez es otro de los funcionarios que han obstaculizado la investigación sobre el espionaje con Pegasus. Por lo menos, se negó a rendir cuentas ante el Congreso por este caso: durante la comparecencia del gabinete de Seguridad ante la Comisión Bicameral, el pasado 31 de mayo, el senador Emilio Álvarez Icaza cuestionó a la secretaria sobre el espionaje, a lo que ella respondió que “no ha lugar” a esa pregunta.
De avances en la investigación, nada. La Fiscalía abrió una carpeta de investigación derivada de una denuncia de Ramos por el espionaje, pero en 100 días no ha ocurrido absolutamente nada con ella. “En 2017 hubo 15 denuncias por el tema Pegasus y solo hay una persona detenida, que es un empleado de la comercializadora que le vendió al gobierno mexicano el programa. ¿Qué podemos esperar nosotros, que solamente somos tres los demandantes, si de 2017 —hace seis años— solamente han detenido a una persona? Te das cuenta que no hay voluntad del Ministerio Público, de la Fiscalía de investigar a fondo. En mi opinión, pudiéramos decir que estamos en una investigación simulada”, sentenció Ramos.
100 días después, en lo personal, haber informado públicamente que fue espiado por el ejército SÍ ha cambiado la vida de Raymundo Ramos. Porque antes tenían sospechas y ahora tienen la certeza de que son vigilados. “Sales de tu casa y no sabes qué te espera, cuando tienen acceso a tu agenda, a tus conversaciones, a tu ubicación en tiempo real. Yo me doy cuenta del espionaje porque en reuniones que tenemos con víctimas, sobre todo, que las vemos en lugares públicos como cafeterías, bibliotecas, centros culturales, etc., llegan personas extrañas a querer oír, a tomar fotografías, videos… Te puedo decir con certeza que en ocasiones hasta nos siguen: estaba en la Ciudad de México y de repente estoy esperando un Uber y llega una persona, me da una palmadita por detrás, sin que yo la conozca, afuera del hotel donde me hospedo, como diciendo ‘aquí andamos’”, puntualizó Raymundo.
También lo nota en las reuniones con familiares en una plaza pública, porque empiezan a rondar los vehículos militares alrededor, sin que haya una situación que amerite su intervención.
Asegura que la intención de las Fuerzas Armadas es desacreditarlo para que las víctimas no confíen en su trabajo; para que los medios y los organismos internacionales de derechos humanos no confíen en él, avalados por la opinión del propio presidente de la República. “¿Qué puede pensar un militar? ¿Qué puede pensar el director de un centro militar de Inteligencia? ¿El secretario de la Defensa? ‘Tenemos el aval del presidente para seguir haciendo lo que estamos haciendo, no tenemos que rendirle cuentas a nadie’. Eso en otro país, cuando menos se le inicia un juicio político al presidente”, lamentó Ramos.
Pocas marcas tan evidentes en este sexenio como el espionaje, el presidente López Obrador fue espiado por el gobierno en sexenios anteriores y él con el poder en mano lo utilizó con la misma impunidad y con mayor fuerza. Igual a los de “antes”, quedará como otro más de los presidentes espías.
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