Cómo mejorar los programas sociales de la 4T
El Gobierno federal se fija pocas metas y desatiende el 31% de ellas. Para poner a los pobres primero, esto debe cambiar
Cada año el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) presenta un informe que resume qué tanto ha mejorado el diseño, ejecución y resultados de los programas sociales. El presentado esta semana no pinta tan bien. El Gobierno de López Obrador no parece tener mucho interés en mejorarse a sí mismo y se fija metas cada vez menos ambiciosas.
La 4T tiende a desestimar las evaluaciones y sacar malas notas. De hecho, el Gobierno incum...
Cada año el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) presenta un informe que resume qué tanto ha mejorado el diseño, ejecución y resultados de los programas sociales. El presentado esta semana no pinta tan bien. El Gobierno de López Obrador no parece tener mucho interés en mejorarse a sí mismo y se fija metas cada vez menos ambiciosas.
La 4T tiende a desestimar las evaluaciones y sacar malas notas. De hecho, el Gobierno incumple con mejorar sus programas sociales y se fija cada vez menos metas. De acuerdo con los datos del Coneval, las dependencias encargadas de los programas sociales federales se fijan 59% menos objetivos de mejora que en 2017-2018 y los incumplen mucho más (la tasa de incumplimiento de 23% a 31% al momento de reporte). La diferencia persiste si se comparan datos de antes de la pandemia.
Además, el sello del Gobierno federal se ha vuelto ponerse metas cada vez más fáciles. Por ejemplo, que no requieren de colaboración con otras áreas para resolverse. Mientras que en 2018 el 29% de las metas implicaban trabajo de varias instituciones, en 2022 es solo el 10%.
Lo que está haciendo la 4T está mal. Se deben fijar metas ambiciosas y cumplirlas para que el gasto social cumpla su objetivo de reducir desigualdades. Sin ellas, el Gobierno se vuelve, en el mejor de los casos, ineficiente, y en el peor, corrupto.
La evaluación es más importante hoy que nunca porque con Andrés Manuel López Obrador se ha vuelto cada vez más común que los programas sean transferencias monetarias a las personas, lo que puede prestarse a malversaciones. En este sexenio el presupuesto de programas sociales con componentes monetarios ha aumentado en 45% y la cantidad de dinero que la gente reporta recibir del dinero en 48%. Hoy en día, 30% de los hogares de México reportan recibir alguna forma de transferencia del Gobierno.
Lo más urgente para el Gobierno de López Obrador es atender el diseño de sus programas sociales. Es ahí donde la 4T saca las peores notas, pues desatiende el 65% de los objetivos de mejora. Esto es grave porque supone que el problema de la mayoría de los programas viene de raíz.
Para mejorar la política social de la 4T se debe analizar la lógica y congruencia de cada programa, su vinculación con la planeación sectorial y nacional, su consistencia con la normatividad, y sobre todo, si existen complementariedades o coincidencias con otros programas.
México tiene demasiados programas sociales redundantes. Es urgente simplificar. De acuerdo con el último inventario del Coneval, en México existen 153 distintos programas sociales federales. Tan solo la Secretaría de Educación Pública (SEP) tiene 41 distintos.
Para simplificar la oferta de programas sociales se debe buscar crear padrones de beneficiarios para el 39% de los programas sociales que no tienen uno. Solo así será posible saber si la misma persona está beneficiándose con programas redundantes.
También es importante poner atención a ciertas dependencias que se han hecho de la costumbre de incumplir con sus metas de mejora. Por ejemplo, la Secretaría de Cultura, a cargo de Alejandra Frausto, incumple el 83% de sus aspectos susceptibles de mejora. Esta dependencia es por mucho la peor, seguida del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Zoé Robledo (15%) y Agroasemex de Breno Lorenzo Madero (14%).
Quedan dos años de sexenio. El legado del Gobierno de López Obrador debe ser más ambicioso de lo que actualmente se está planteando. Es momento de que cada dependencia se tome en serio su relación con Coneval y comience un proceso que les permita mejorar su desempeño. Las evaluaciones no deben ser puramente informativas, sino un mapeo de cambios estratégicos que deben suceder en el Gobierno federal.
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