Nuevo León da por terminada la cuarta ola de covid: “Tenemos que aprender a vivir con el virus”
La secretaria de Salud, Alma Rosa Marroquín, explica las razones y los riesgos asumidos detrás de la decisión de reanudar el 100% de las actividades en el Estado norteño
Nuevo León, el tercer Estado más productivo de México, ha dado por terminada la cuarta ola de coronavirus y ha reanudado el 100% de las actividades económicas y en espacios públicos a partir de esta semana. A pesar de que el número de casos, hospitalizaciones y muertes por covid ha caído a nivel nacional desde hace prácticamente un mes, los neoleoneses han sido los primeros en p...
Nuevo León, el tercer Estado más productivo de México, ha dado por terminada la cuarta ola de coronavirus y ha reanudado el 100% de las actividades económicas y en espacios públicos a partir de esta semana. A pesar de que el número de casos, hospitalizaciones y muertes por covid ha caído a nivel nacional desde hace prácticamente un mes, los neoleoneses han sido los primeros en probar una nueva relación con el coronavirus, a dos años de que se detectara el primer contagio en el país. “Tenemos que aprender a vivir y a convivir con el virus”, afirma en entrevista Alma Rosa Marroquín, secretaria estatal de Salud desde octubre pasado.
“Tenemos gráficas que visualmente son muy contundentes y que hablan del final de la cuarta ola”, asegura Marroquín, que toma el teléfono un par de horas después de que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador declarara que la pandemia en el país, tras un inicio de año complicado por el embate de ómicron, estaba alcanzando niveles “mínimos”. Nuevo León fue uno de los primeros Estados en reconocer la existencia de una nueva ola de contagios a finales de diciembre, incluso un par de semanas antes que las autoridades federales. El primer caso con la nueva variante se detectó en la entidad el pasado 23 de diciembre. Casi un mes después, el 20 de enero, se alcanzó el pico de personas contagiadas: más de 7.200 casos. “Tuvimos semanas críticas”, reconoce la funcionaria “se han tomado muchas decisiones difíciles”. El martes, en cambio, hubo apenas 79 positivos, casi cien veces menos que en el punto álgido, según los conteos oficiales.
Nuevo León, que acumula más de 16.000 defunciones y 467.000 contagios, había destacado por asumir una posición más bien cauta frente a ómicron. Fue uno entre más de una decena de Estados que aplazaron el regreso a clases presenciales y no fue hasta el 14 de febrero que los alumnos volvieron a las aulas. Dos semanas después, sin embargo, eso no se tradujo en repuntes de casos graves ni en más muertes, comenta Marroquín. Tampoco tuvo un efecto significativo el incremento en la movilidad. Además de las características particulares de la nueva variante, mucho más contagiosa pero con olas más cortas que las anteriores, hay una cobertura del 91% de la población con al menos una dosis y ha habido una respuesta favorable a la vacunación de refuerzo, dice la funcionaria, y cita experiencias favorables en países como Sudáfrica y el Reino Unido.
La decisión de volver a abrir las actividades sin restricciones al aforo, de acercarse a una ansiada normalidad aunque preservando medidas de prevención como el uso de cubrebocas y el lavado de manos, se ha acordado con legisladores locales, empresarios, personal médico del sector público y privado, así como un comité de seguridad sanitaria, entre otros. “Esta no es una estrategia del gobernador o de la secretaria de Salud, es algo que se analiza de forma muy meticulosa y que después se anuncia a la ciudadanía”, señala Marroquín. “Estamos buscando un equilibrio individual y colectivo entre la salud física, mental, la educación, la movilidad y la economía”, agrega.
Los principales actores del Estado, uno de los motores industriales del país, han dado el sí a la reapertura. Pero si se revisa el semáforo epidemiológico presentado por el Gobierno federal, Nuevo León aún permanece en color amarillo, en un nivel de alerta medio. No es ni la entidad con el menor número de casos activos, acumulados ni en términos per cápita, aunque sí está por debajo del promedio nacional. El semáforo, sin embargo, parece haber perdido trascendencia como herramienta de regulación de actividades y comunicación para la población.
Marroquín justifica que Nuevo León tiene su propio semáforo epidemiológico, que considera datos de farmacias y consultas privadas, y que la pandemia va a velocidades diferentes en cada una de las regiones. “Hay diferentes escenarios en cada Estado, asumir la responsabilidad de decir abrimos todos o cerramos todos se ve complicado en este momento”, asegura la funcionaria. “Nosotros hemos atendido todas las recomendaciones que nos ha hecho la federación, pero nos hemos anticipado porque no podíamos esperar a que existiera una declaratoria federal cuando aquí ya veíamos el problema y lo estábamos tratando”, agrega.
No es el único punto en donde la estrategia federal y la estatal toman caminos diferentes. El Gobierno de López Obrador se resiste a impulsar una cobertura universal de vacunación en niños y adolescentes, uno de los temas más polémicos y politizados de la gestión de la pandemia, al argumentar que son menos vulnerables que otros grupos de edad y que tienen que priorizar las vacunas disponibles. Nuevo León, que colinda con Texas, recurrió a un programa de vacunación transfronterizo para menores de 5 a 14 años.
“Realmente difiero de la estrategia nacional, como pediatra he visto la diferencia entre el antes y después de la vacuna”, dice Marroquín sobre la covid-19 y otras enfermedades. “La decisión, si estuviera a mi alcance y si tuviéramos la disponibilidad, es que avanzáramos en la cobertura de niños más pequeños, son agentes que transmiten la enfermedad, que realmente se pueden complicar y pueden contagiar a las personas que conviven con ellos”, comenta.
La reanudación de actividades en Nuevo León puede ser un reflejo de lo que se juega en el resto del país en los próximos meses, en una pandemia que ha cambiado varias veces de rostro y ha obligado a modificar en varias ocasiones los planes que se tenían. Estados Unidos y varios países europeos han relajado también las medidas sanitarias, en un intento por descifrar si se puede establecer una nueva relación con el virus o si habrá un nuevo revés que dispare otra vez los casos y obligue a retroceder como en otras fases de la epidemia. “Muchos estadounidenses en la mayor parte del país ya han podido estar libres de mascarillas”, dijo Joe Biden en su discurso del Estado de la Unión, por ejemplo, ante un Congreso que también se quitó el cubrebocas mayoritariamente. “Sé que algunos hablan de vivir con la covid-19, esta noche les digo que jamás lo aceptaremos”, enfatizó Biden.
“La pandemia no ha terminado y el riesgo existe, no estamos exentos de las complicaciones que ha dejado en los últimos dos años”, insiste Marroquín, “estamos buscando ese equilibrio”. En el terreno gris entre el fin de una ola de contagios y el anhelo por salir de la crisis sanitaria, entre la necesidad de cuidar a los más afectados por la covid y la urgencia de no parar la economía, el intento neoleonés de convivir con el virus será puesto a prueba. México acumula más de 5,5 millones de contagios y 318.835 decesos, según los últimos datos oficiales disponibles.
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