Tolerancia cero contra la ostentación: el mensaje de López Obrador para la 4T
La salida de Santiago Nieto y el encarcelamiento de Emilio Lozoya son la última muestra de que los escándalos sobre derroches y lujos no se perdonan en el bloque gobernante
Los dos últimos terremotos políticos en México han sido provocados por una boda en el extranjero y una cena en un restaurante lujoso de la capital. Santiago Nieto, un funcionario clave en la lucha anticorrupción, renunció este lunes después de celebrar una polémica boda en Antigua, Guatemala. El descorche de botellas de champaña, un misterioso sobre con miles de dólares que apareció en un avión privado y los acuerdos de confidencialidad...
Los dos últimos terremotos políticos en México han sido provocados por una boda en el extranjero y una cena en un restaurante lujoso de la capital. Santiago Nieto, un funcionario clave en la lucha anticorrupción, renunció este lunes después de celebrar una polémica boda en Antigua, Guatemala. El descorche de botellas de champaña, un misterioso sobre con miles de dólares que apareció en un avión privado y los acuerdos de confidencialidad que firmaron los asistentes, entre ellos varios miembros de la élite política mexicana, molestaron al presidente, Andrés Manuel López Obrador, que calificó el asunto como “escandaloso”. Unas 14 horas después de la reprimenda presidencial, Nieto abandonó su cargo como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera.
Semanas antes, Emilio Lozoya, exdirector de Petróleos Mexicanos en la anterior Administración y principal acusado de la trama de Odebrecht en el país, vio cómo su estatus de testigo colaborador se tambaleaba tras la publicación de una serie de fotografías en un lujoso restaurante de la capital. El juez dictó prisión preventiva la semana pasada contra Lozoya, quien súbitamente cambió el pato laqueado y el buen vino por el uniforme beige de la cárcel. Ambos casos son un mensaje claro de que para la llamada Cuarta Transformación, el proyecto político de López Obrador, los excesos y la ostentación son imperdonables.
El mandatario, un adepto de los símbolos políticos, ha enarbolado la bandera de la austeridad desde que llegó al poder en diciembre de 2018. El presidente dijo que él también fue invitado a la boda entre Nieto y la consejera electoral Carla Humphrey del pasado fin de semana, pero aseguró que no acudió porque “no es correcto”. “Tengo muchas ocupaciones y además no acostumbro hacerlo”, afirmó. “Hay que recomendarles a los servidores públicos que actúen con moderación”, agregó, “todo esto que se echó por la borda durante el periodo neoliberal, de saqueos y corrupción. [Lo] estamos superando, pero todavía queda inercia”.
La política de cero tolerancia a la frivolidad de los últimos días contrasta con la laxitud con la que se valoran otros escándalos en los círculos cercanos al poder. Los señalamientos de corrupción en investigaciones periodísticas, la falta de resultados en las carteras gubernamentales y las declaraciones salidas de tono o francamente desafortunadas pasan inadvertidas. Las fotos filtradas a la prensa de suntuosos banquetes, no.
En el torbellino de la boda de Nieto salió salpicada también Paola Félix, la secretaria de Turismo de Ciudad de México, gobernada también por Morena, el partido del presidente. Félix aterrizó el viernes en un avión privado en la capital guatemalteca acompañada de otra decena de pasajeros, entre ellos Juan Francisco Ealy Ortíz, el dueño de El Universal, un diario que está a menudo en la diana presidencial. En un control rutinario, los policías de la aduana se incautaron de 35.000 dólares en efectivo no declarados en una de las maletas. Félix negó cualquier relación con el dinero, pero puso su cargo a disposición de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que confirmó su salida del Gabinete apenas una hora más tarde. Sheinbaum no hizo alusión al polémico sobre, sino al vuelo privado. “Nada de usar aviones privados, aquí somos ciudadanos gobernando ciudadanos”, dijo la mandataria en rueda de prensa.
No son casos aislados. En mayo de 2019, Josefa González Blanco, entonces secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, también presentó su renuncia después de que se diera a conocer que había ordenado retrasar en casi 40 minutos la salida de un avión de Aeroméxico para poder abordar. “No podemos ser tolerantes con actos de prepotencia”, dijo en esa ocasión López Obrador.
Más similar a la polémica por la boda de Nieto y Humphrey fue el caso de César Yáñez, uno de los hombres de mayor confianza del presidente durante más de 15 años. El casamiento de Yáñez y la empresaria Dulce Silva fue portada de la revista de sociales Hola en octubre de 2018, apenas cuatro meses después de la elección que llevó al poder a Morena, un hecho que tampoco gusto a López Obrador. Con todo, Yáñez llegó a la Coordinación de Política y Gobierno de la Presidencia, pero se mantuvo relegado de los círculos de toma de decisión desde entonces.
El reemplazo de Nieto será Pablo Gómez, un experimentado político de izquierdas, sobre todo en el Congreso. Pero el mensaje de fondo en la segunda mitad del Gobierno de López Obrador es que los símbolos seguirán pesando y que los códigos desde la tribuna presidencial son claros. Se trata de un punto determinante para diferenciarse, al menos en el discurso, de los políticos tradicionales, que aún luchan por recuperarse del tsunami que los arrasó desde las votaciones de 2018. Y para retener el apoyo de la mayor base electoral del país en la carrera por la sucesión presidencial de 2024.
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