Sheinbaum defiende a López Obrador de la burla de Aznar: “Es la diferencia entre un humanista y un racista”

La jefa de Gobierno de Ciudad de México rechaza las mofas del expresidente español y llama a avanzar “hacia un mundo sin discriminación”

La jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente Andrés Manuel López Obrador, durante un acto en julio pasado.Pedro Martin Gonzalez Castillo (Getty Images)

La primera dirigente de peso del entorno de Andrés Manuel López Obrador en salir en defensa del presidente mexicano ha sido Claudia Sheinbaum. La jefa de Gobierno de Ciudad de México ha respondido la tarde de este jueves a las burlas lanzadas por el exjefe del Ejecutivo español José María Aznar (PP), con una comparación señalándole “la diferencia entre un humanista y un racista”. Lo ha hecho al resaltar las disculpas que el mandatario ofreció el martes a la comunidad indígena yaqui, que habita el desierto de Sonora, en el norte del país, por las que calificó como “guerras de exterminio”.
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La primera dirigente de peso del entorno de Andrés Manuel López Obrador en salir en defensa del presidente mexicano ha sido Claudia Sheinbaum. La jefa de Gobierno de Ciudad de México ha respondido la tarde de este jueves a las burlas lanzadas por el exjefe del Ejecutivo español José María Aznar (PP), con una comparación señalándole “la diferencia entre un humanista y un racista”. Lo ha hecho al resaltar las disculpas que el mandatario ofreció el martes a la comunidad indígena yaqui, que habita el desierto de Sonora, en el norte del país, por las que calificó como “guerras de exterminio”.

“Aquí está, señor Aznar, la diferencia entre un gobernante humanista con visión y un racista”, ha escrito la regidora de la capital en su cuenta de Twitter. “Es el Estado español quien pierde una oportunidad histórica al no reconocer las atrocidades cometidas contra los pueblos indígenas. De hacerlo avanzarían hacia un mundo sin discriminación”, ha agregado Sheinbaum, uno de los nombres favoritos para la sucesión del presidente en las elecciones de 2024. La dirección nacional de Morena, el partido de López Obrador, ha emitido un comunicado en el que “repudia tajantemente las declaraciones” de Aznar, lo llama “instigador bélico”, en referencia a su apoyo a la guerra de Irak, y le afea no haber tenido el valor del Papa o del rey Juan Carlos I, “quien tuvo la decencia de reconocer los arbitrios cometidos en el pasado contra el pueblo sefardí”.

Aznar había cargado por la mañana, en la convención nacional del PP que se celebra en Sevilla, contra la petición de perdón por los desmanes de la conquista que el Gobierno mexicano solicitó en 2019 a Felipe VI y a Francisco. El Pontífice reconoció esta semana, con ocasión del Bicentenario de la Independencia, los “errores cometidos en el pasado”. Aunque evitó ofrecer abiertamente disculpas, su carta ha sido interpretada como un gesto de buena voluntad, mientras que España nunca contestó. Aznar ha ido más allá de la crítica institucional y política y se ha lanzado al terreno de la pretendida ironía. “Pero usted, ¿cómo se llama? Andrés Manuel López Obrador. Andrés por parte de los aztecas, Manuel por parte de los mayas, López es una mezcla de aztecas y mayas... y Obrador, de Santander”, se ha burlado durante una intervención junto a Pablo Casado, actual líder del PP, quien ha atinado a terciar un “los incas...”.

Estas palabras llegan después de las afirmaciones de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, que durante una gira por Estados Unidos esta semana llegó a recriminar al Papa su mensaje a México y aventuró que España solo trajo a Latinoamérica “libertad, prosperidad, paz, entendimiento”. O que el indigenismo es el “nuevo comunismo”. Estos exabruptos, sin sustento histórico, se enmarcan en la batalla política que se libra en España dentro y fuera de su partido. Ayuso, como Aznar, pertenece al sector más radical del PP, el que se ha venido a llamar “sin complejos” o, lo que es lo mismo, sin filtros ni matices para gustar al electorado más derechista. Ese es el sector que no solo quiere disputar ese voto, sino que está dispuesto a pactar, como Ayuso en su Gobierno madrileño, con la formación ultraderechista Vox.

A su vez, el líder de este partido, Santiago Abascal, recaló hace semanas en Ciudad de México buscando adhesiones a la llamada Carta de Madrid, un manifiesto “en defensa de la libertad en la Iberosfera”. Esa es la guerra cultural que quiere convertir en el eje de su pugna política, una cruzada que pretenden librar en España y en América Latina agitando el espantajo de una supuesta amenaza comunista. Abascal arañó una foto con senadores del Partido Acción Nacional (PAN) e incluso dos políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y recibió el aplauso de algunos sectores minoritarios del fanatismo religioso mexicano.

Santiago Abascal, junto a líderes del Partido Acción Nacional (PAN) en el Senado, el 3 de septiembre.VOX (Europa Press)

Abascal fue cargo medio del PP, admirador de Aznar, y en 2013 fundó Vox al considerar a su antiguo partido, que mezcla un ideario conservador y neoliberal más amplio, demasiado tibio. Y en ese sentido, las palabras del expresidente español han sido interpretadas también como una crítica al sector más moderado del PP y al actual Ejecutivo, encabezado por el socialista Pedro Sánchez.

Con estas premisas, desde el Gobierno mexicano dudan sobre qué dimensión darle a la polémica para evitar entrar en el juego de la extrema derecha. España no participó esta semana en los actos del Bicentenario de la Independencia de México. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, aseguró que no recibió invitación oficial. A pesar de la frialdad, desde el Gabinete de Sánchez o desde el PSOE nadie hizo ruido ni alimentó esas fricciones. No lo hicieron en los últimos dos años y no lo han hecho ahora.

La derecha las utiliza, en cambio, como caballo de batalla no solo porque en la disputa del nacionalismo se juega su proyecto político y, sobre todo, su éxito electoral en las próximas elecciones. También porque la deriva de algunos Gobiernos latinoamericanos, como el de Nicolás Maduro en Venezuela o el de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua, les ayuda a agitar el espantajo del chavismo en clave local. En este sentido, Ayuso, Aznar y Abascal tratan de colocar, de nuevo, América Latina en campaña.

El líder de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier, aseguró en las redes sociales que el apellido Aznar viene del latín asinarius y significa “el que cría o cuida asnos”. “Así que origen es destino, se convirtió en uno de ellos. Qué duda cabe”, zanjó. Para el presidente del partido, Mario Delgado, Aznar es “un instigador de guerra que apoyó abiertamente” al expresidente mexicano Felipe Calderón, quien declaró la guerra militar al narcotráfico. “Si no pidió perdón al pueblo español por la corrupción y su mal gobierno, no podemos esperar nada de él”, esgrimió Delgado.

“Gracias a nuestros antepasados México es un país libre, independiente y soberano. Nuestras raíces son indígenas y derivamos de un mestizaje de inmigrantes, razón por la cual nuestros nombres, apellidos y hasta color de piel lo refleja”, escribió en redes la secretaria de Energía, Rocío Nahle.

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