El halcón y el ariete, los nuevos fichajes de Claudia Sheinbaum con vistas a la campaña presidencial
La jefa de Gobierno de Ciudad de México incorpora a Martí Batres como secretario de Gobierno y a Sebastián Ramírez como coordinador de Comunicación. Ambos son del ala más de izquierda del partido y muy cercanos a López Obrador
Claudia Sheinbaum no lo ha dicho, pero ha empezado a mover el timón. La jefa de Gobierno de Ciudad de México ha hecho coincidir los tiempos —el de los baños de masas, el del destape del presidente y el de los nuevos nombramientos— como un aviso de que comienza la carrera hacia...
Claudia Sheinbaum no lo ha dicho, pero ha empezado a mover el timón. La jefa de Gobierno de Ciudad de México ha hecho coincidir los tiempos —el de los baños de masas, el del destape del presidente y el de los nuevos nombramientos— como un aviso de que comienza la carrera hacia 2024. La científica ha afinado estos días su equipo y el lunes presentó los nuevos fichajes. El hasta ahora senador Martí Batres se incorpora como secretario de Gobierno y Sebastián Ramírez, quien dirigió durante un año el canal público Capital 21, entra en el puesto de coordinador de Comunicación. Perfiles dispares bajo un mismo paraguas: hombres de izquierdas, insistentes en la retórica de la autodenominada Cuarta Transformación y cercanos a Andrés Manuel López Obrador. Serán ellos, el veterano halcón y un polluelo de la política, los que tengan que ayudar a Sheinbaum a lograr el frágil equilibrio entre no descuidar la ciudad ni tampoco al presidente. La jefa entra ahora en la doble jornada: el trabajo que requiere gobernar un monstruo urbano, con la mitad de la capital en manos de la oposición, y el que necesita para ser elegida por Morena y optar a convertirse en la primera presidenta de México.
Martí Batres, un viejo cazador rodeado de enemigos
Todo salió como estaba pensado cuando le llamaron Martí. Sus padres, dos militantes del Partido Comunista, nombraron a su único hijo varón en honor al político y poeta cubano José Martí —para sus hermanas reservaron Lenia, Valentina y Viétnika (por Lenin, por la primera astronauta de la Unión Soviética y por las guerras de Vietnam y Nicaragua)—. El nuevo secretario de Gobierno capitalino empezó en política con 14 años repartiendo panfletos para el Partido Socialista Unificado de México. Lo dicen sus amigos y los que no lo son tanto: Batres es, sobre todas las cosas, un hombre de izquierdas. Sus principios son rígidos y él, consecuente con ellos; no importa la negociación, Martí Batres (Ciudad de México, 1967) no se sale de lo que él cree desde la cuna.
La trayectoria del político es larga y está llena de barro. Cursó la preparatoria en la UNAM, donde se erigió como uno de los líderes del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), se licenció en Derecho por la Universidad Humanitas y desde entonces ha sumado varios diplomados en políticas. Batres estuvo desde el origen en la fundación del PRD (Partido de la Revolución Democrática) y fue líder del partido en Ciudad de México en 2005. Dejó el cargo y se incorporó en el equipo del entonces jefe de Gobierno Marcelo Ebrard como secretario de Desarrollo Social. Abandonó su credencial perredista en 2012 para seguir a López Obrador en la creación de Morena, donde se convirtió en el primer presidente del partido en la capital. “Él no viene del PRI [Partido Revolucionario Institucional]”, se repite como aviso y halago al preguntar por el nuevo secretario.
Leal hasta la médula al proyecto del presidente, Batres ha llegado a Ciudad de México a atrincherar a la jefa de Gobierno detrás de un discurso fuerte e ideologizado. “Va a ser una dinámica parecida a la que tiene el presidente de captura de la agenda permanente, desbordamiento de la marca de las obras de Sheinbaum y de las políticas sociales”, apunta el analista político Salvador Camarena. “El presidente considera que Claudia está rodeada de sus expertos y científicos, pero son gente que está en detrimento de la política”, apunta Camarena, “Claudia es una mujer seria, pero si se avienta algún discurso beligerante, no es lo que mejor le sale”.
Ese es el hueco que debe llenar Batres, especialmente después de la tragedia de la Línea 12, en la fallecieron 26 personas y otras 100 resultaron heridas. El accidente y su gestión socavaron la popularidad de una afianzada jefa de Gobierno. “El hecho de esconder a la directora del metro fue terrible. Fue muy evidente que no tuvieron capacidad del manejo de crisis y ahí Batres tiene mucha más mano izquierda. No se le puede negar a Martí esa experiencia, conocimiento y caradura”, apunta Raúl Flores, presidente del PRD en Ciudad de México hasta 2019.
Sin embargo, la llegada de Batres al Gobierno de la ciudad no parece un movimiento de Sheinbaum, sino de Palacio Nacional. “Aunque lo han tratado de ocultar, el nombramiento de Martí es una imposición que viene del presidente. Llega como procónsul”, afirma Flores. Fuentes de Morena niegan que se trate de una orden unidireccional de López Obrador, pero sí abren la puerta a que Sheinbaum haya buscado consejo en el mandatario: “Claudia consultó todo su Gabinete al presidente, y sus movimientos más importantes los consulta al presidente, a quien admira y quiere. Para ella es muy importante la aprobación de López Obrador”. Estas mismas fuentes reconocen que Batres es una elección rara para la doctora, a quien le hubiera convenido un perfil más centrista e incluyente.
Espadachín de los conflictos, Martí Batres acumula rivales de cada etapa. En el Gobierno federal guarda una vieja rencilla con Ebrard: el canciller, también en la carrera de la sucesión de López Obrador, lo echó en 2011 de su Gabinete cuando era jefe de Gobierno de Ciudad de México, porque Batres criticó en público que Ebrard hubiera acudido a un acto del entonces presidente Felipe Calderón. “Fue una imprudencia”, apostillan una fuente de Morena. En la organización del partido, Batres ha llegado a calificar a Mario Delgado como “el primer presidente neoliberal de Morena”, y en el Senado, en la presidencia, está el verdadero enemigo político de Batres, Ricardo Monreal. “Martí se ha peleado con todo y con todos con el poder, es una acaparador de poder”, apostilla el expresidente del PRD en Ciudad de México.
El conflicto con Monreal comenzó después de la opaca encuesta de 2017 que definió a Sheinbaum, entonces delegada de Tlalpan, como candidata de Morena en la capital. La doctora ganó frente con Delgado, Batres y Monreal. Mientras los demás reaccionaron con deportividad, Monreal salió dando un portazo e inició un movimiento amenazador de acercarse a la oposición.
Antes de que eso ocurriera, Morena otorgó al de Zacatecas el liderazgo del Senado. Pero el primer año de presidencia en la Cámara alta lo ocupó Batres. Cuando este trató de extender su mandato, Monreal “lo aplastó” y después “operó para destruirlo políticamente”, afirman fuentes de Morena. “Monreal lo destronó con una rudeza innecesaria”, apostilla Camarena, sobre otro de los hombres fuertes del partido, que también planea competir en la carrera presidencial.
Después de estar dos años castigado en el Senado, para Batres el nombramiento de secretario de Gobierno es una reanimación política que lo acerca a lo que algunos consideran su verdadera aspiración: ser jefe de Gobierno de Ciudad de México. Además, su puesto de senador lo va a ocupar ahora uno de sus hombres más cercanos, César Cravioto, hasta ahora encargado de la Comisión de la Reconstrucción. Preguntado por este periódico, Cravioto afirma que llega a la Cámara a fortalecer la Cuarta Transformación y a apuntalar la unidad de Morena. El periodista Salvador Camarena apunta: “Es un enroque doble, mientras Martí está en el Gobierno de la ciudad César se va a ir a hacer campaña nacional por Claudia en el Senado”.
Sebastián Ramírez, un adolescente político en la arena más combativa
Sebastián Ramírez ha entrado con mal pie en su nuevo traje político. Al recién anunciado coordinador de Comunicación del Gobierno de Ciudad de México le buscaron el sonrojo apenas unas horas después de su nombramiento. El lunes ya empezaron a circular imágenes de 2018 en las que Ramírez afirmaba que la prensa en México era “inmunda”. En un programa de La Tanqueta, la televisión en la que se divertían los jóvenes morenistas, se ve a Ramírez decir: “Qué prensa tan chafa tenemos en este país, salvo La Tanqueta, todo lo demás es basura, lo digo así claramente”. Las mismas declaraciones repetía en Foro TV el ahora encargado en la capital de las relaciones con los periodistas.
Este nombramiento ha sorprendido a la vieja guardia de la prensa, habituados a habilidosos de la diplomacia y el buen trato como Óscar Argüelles, hombre de medios de Marcelo Ebrard, al que todavía buscan los periodistas, o César Yáñez, del propio López Obrador. En un país en el que las formas importan tanto como el contenido no han caído bien las declaraciones groseras. Sin embargo, fuentes de Morena mantienen que Ramírez es un joven de trato agradable y afable, un millenial que exageró sus comentarios para divertirse y hacer escándalo, un provocador subido al “tren del mame”. “No cree en eso que dijo, no está pensando en censurar a la prensa ni en ponerles un bozal, va a ser un tipo tolerante”, apunta esta fuente, que conoce bien al treintañero.
Lo que sí reconocen en su partido es que al nuevo coordinador le falta experiencia política. Egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, en el campus de Xochimilco, no terminó la carrera de Sociología; en 2015 y durante tres años fungió como coordinador de Morena en la alcaldía Benito Juárez; en 2019 fue delegado regional de la Secretaría federal de Desarrollo Social y al año siguiente, Sheinbaum lo eligió como director del canal local Capital 21. Una decisión también polémica puesto que Ramírez no cumplía con los requisitos de experiencia y de no afiliación a un partido político. Sin embargo, su labor al frente de la televisión le terminó de granjear la confianza genuina de la jefa, quien lo aupó como candidato a diputado por el distrito 30 de Coyoacán. No ganó, pero igual se llevó premio.
No hay consenso sobre las razones de su nombramiento justo en un momento clave para Sheinbaum, preparada para la arena de 2024. Hijo de una funcionaria federal y familiar de los propietarios de la farmacéutica que distribuye la vacuna rusa Sputnik en México, Ramírez es definido como un hombre muy honesto pero sin fuerza política propia. Sí comparte con Batres los principios férreos de la izquierda y una retórica convencida sobre el papel de la autodenominada Cuarta Transformación, además de una cercanía con López Obrador —a Ramírez lo sitúan como uno de los mejores amigos del hijo del presidente, Gonzalo López Beltrán—. Al adolescente político le va a tener que salir el plumaje en el ring hacia la presidencia.
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