Simón Pérez, la última víctima de la lucha de las comunidades indígenas contra el crimen organizado en Chiapas
El activista por los derechos humanos fue asesinado tras trabajar en una denuncia formal y colectiva para frenar los desplazamientos forzados, las extorsiones y las amenazas de los grupos armados que han llegado a la región
Simón Pedro Pérez López había salido el lunes a las diez de la mañana a comprar acompañado de uno de sus cuatro hijos. Cerca del mercado del municipio de Simojovel, una moto detuvo su marcha y le apuntó directamente a la cabeza. Un solo tiro certero y rápido acabó con la vida de este indígena tsotsil de 35 años y activista por los derechos humanos. Nueve días antes, había acompañado a los pobladores de Pantelhó a presentar una denuncia formal ante la Secretaría de Gobierno. Pedían la intervención de las autoridades ante el avance de los grupos armados que llegaron hace seis años a la región de...
Simón Pedro Pérez López había salido el lunes a las diez de la mañana a comprar acompañado de uno de sus cuatro hijos. Cerca del mercado del municipio de Simojovel, una moto detuvo su marcha y le apuntó directamente a la cabeza. Un solo tiro certero y rápido acabó con la vida de este indígena tsotsil de 35 años y activista por los derechos humanos. Nueve días antes, había acompañado a los pobladores de Pantelhó a presentar una denuncia formal ante la Secretaría de Gobierno. Pedían la intervención de las autoridades ante el avance de los grupos armados que llegaron hace seis años a la región de Los Altos de Chiapas para sembrar el terror a base de violencia y armas. El asesinato de Pérez López es la última marca en la estela de desplazamientos forzados, extorsiones y violencia en la lucha por los territorios codiciados por narcotraficantes.
El velorio por Simón Pérez ha reunido este martes a varios indígenas de la región para conmemorar su labor y su vida. El sacerdote Marcelo Pérez Pérez ha pedido a los asistentes que no se dejen llevar por los deseos de venganza y ha recordado la trayectoria de Simón como presidente de la sociedad civil de Las Abejas de Acteal. Esta asociación lleva 23 años pidiendo justicia por la masacre de Acteal en la que perdieron la vida 45 miembros del grupo que mediaba entre los zapatistas y el Gobierno. Las mujeres, niños y hombres fueron ejecutados por tsotsiles armados que habían sido adiestrados por el Ejército para identificar y detener más levantamientos, según narra la asociación. Mientras esperan que sus reclamos de justicia sean oídos, operan como canal para denunciar a grupos criminales que han tomaron el control de las regiones indígenas tsotsiles en Chiapas, un Estado azotado por la pobreza y la violencia.
Pedro Faro, director del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, recuerda que todo empezó hace seis años. Su asociación comenzó a registrar una ola de indígenas en Los Altos obligados a dejar sus tierras bajo amenaza para que grupos armados pudieran aprovecharlas. Ese año las abejas también perdieron a un activista en circunstancias parecidas a la ejecución de Simón Pérez. Manuel López Perez, originario de San José Bochtik, también en el municipio de Pantelhó, fue asesinado de un disparo cuando se bajaba del transporte público en 2015.
Desde entonces, las comunidades indígenas de la zona han vivido asediadas por el crimen organizado. La Asociación de las abejas advirtió de la presencia de “pistoleros de otros estados de la República mexicana, como Campeche y Sinaloa” que habían hostigado a los locales. Con el recuerdo vivo de las promesas que los criminales habían cumplido en otras ocasiones, muchas familias se desplazaron de las comunidades de San Francisco de Asís, Roblar, Dolores Petaquil, Guadalupe Victoria, Santiago los Sabinos, Porvenir, San Clemente, San José Tercero, San Luis, Barrio San Ramón y Barrio Guadalupe. Todos ellos del municipio de Pantelhó.
Faro detalla que su asociación recibe denuncias de asesinatos diarios, amenazas, robos y extorsiones. En consecuencia, muchas familias deciden dejar atrás sus tierras, cedidas ante la presión de los grupos armados. “Hay un impacto de la violencia muy grave. La gente habla de que ha habido una masacre de 25 personas en un poblado al que no hemos podido llegar por los retenes, por lo que no podemos corroborarlo”, explica.
En los últimos meses, las asociaciones civiles han denunciado un aumento de la violencia en la zona. Cada semana se cuentan más disparos y ejecuciones. En la pasada jornada electoral del 6 de junio, un grupo de vecinos de San José Tercero se armaron de valor para denunciar el acoso y la amenaza para que votaran por ciertos candidatos a punta de pistola en las casetas o bien para entregar sus credenciales. En los registros de denuncias se señala que algunos de esos vecinos aparecieron asesinados entre un grupo de 11 cadáveres hace un mes cerca del pueblo. “La violencia y el miedo se han extendido. La misma población ya no quiere denunciar por el terror”, sentencia Faro.
Simón Pérez ha sido la última víctima en este escenario. Faro le recuerda como un compañero firme en sus valores de lucha y resistencia, y le describe como un líder moral y ético. En su funeral, el sacerdote ha implorado porque su recuerdo sea la “semilla para la paz y para la liberación de Pantelhó”. También ha asegurado que su muerte es una consecuencia de la “injusticia, del narco-ayuntamiento, del narcotráfico, del crimen organizado” que gobierna la región ante la tibieza de las autoridades locales, según denuncia el colectivo de Las Abejas de Acteal. En el escrito que presentaron el 26 de junio ante la secretaria de Gobierno, Victoria Cecilia Flores Pérez, los pobladores señalaban los vínculos que creen que tienen las autoridades municipales con los grupos armados que usan esta región cerca de la frontera sur para el paso de droga, armas y tráfico de personas.
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