De la ‘mala pelea’ a la ‘buena pelea’: así celebra López Obrador la batalla de Champotón
El presidente conmemora el enfrentamiento que supuso un rotundo triunfo de los mayas contra el imperio español en la península de Yucatán
En abril del 2019, la última vez que el presidente Andrés Manuel López Obrador visitó Champotón –un municipio costero del estado de Campeche, en la península de Yucatán– hizo una corta aclaración sobre la historia oficial del lugar. “Aquí en Champotón fue la batalla de, dicen, la mala pelea, contó el presidente sobre el pequeño municipio costero donde ocurrió una batalla histórica entre españoles e indígenas en 1517. Pero López Obrador se corrigió inmediatamente: lo que sucedió allí fue en realidad la buena pelea. Buena porque, a diferencia de lo que sucedería en muchas batallas ...
En abril del 2019, la última vez que el presidente Andrés Manuel López Obrador visitó Champotón –un municipio costero del estado de Campeche, en la península de Yucatán– hizo una corta aclaración sobre la historia oficial del lugar. “Aquí en Champotón fue la batalla de, dicen, la mala pelea, contó el presidente sobre el pequeño municipio costero donde ocurrió una batalla histórica entre españoles e indígenas en 1517. Pero López Obrador se corrigió inmediatamente: lo que sucedió allí fue en realidad la buena pelea. Buena porque, a diferencia de lo que sucedería en muchas batallas posteriores, este enfrentamiento lo ganaron los pueblos indígenas maya de Yucatán hace 504 años. “Pues lo mismo le estamos aplicando a los corruptos”, dijo el presidente, asociando la victoria indígena a su discurso oficial. “¡Toma tu Champotón!”.
Dos años después, López Obrador regresa a Champotón este jueves para celebrar el tercero de los 15 eventos que organizó presidencia para conmemorar 500 años de resistencia indígena contra la conquista española (en 1521, cuatro años después de la batalla de Champotón, caería Tenochtitlan ante las tropas de Hernán Cortés), y 200 años desde la independencia. Eventos que, más que narrar de forma distinta el pasado, han sido una plataforma del presidente para dibujarse en la historia como la Cuarta Transformación de México, ante sus ciudadanos y la comunidad internacional. Cada uno ha tenido un invitado especial: para el primero, conmemorando al primer presidente afromexicano Vicente Guerrero, la presidencia invitó a uno de los hijos de Martin Luther King Jr.; para el segundo, conmemorando el Pacto de Iguala que llevó a la independencia, llegó como invitado un aliado en la región, el presidente de Argentina Alberto Fernández. Para este tercer evento estará ahora Luis Arce, presidente de Bolivia, una presencia simbólica para celebrar la rebeldía indígena con el jefe de Estado del país andino plurinacional. “Lo invitamos porque ellos representan la dignidad de todo un pueblo que lucha por la justicia, por las libertades, por la democracia y por hacer valer la soberanía de los pueblos de las naciones”, explicó Obrador.
A principios de este mes, en un evento inaugurando un tramo del Tren Maya en Campeche, el megaproyecto al que se han opuesto organizaciones ambientalistas e indígenas en la zona, López Obrador retomó la explicación de la buena pelea. “Uno de los colonizadores quiso tomar Champotón y el pueblo, los mayas, no lo permitieron. Hubo una batalla y fueron derrotados los invasores españoles de aquel tiempo”, explicó Obrador. “Ellos le llaman con todo respeto La batalla de la mala pelea y los de Champotón, Campeche, México, podríamos decir La batalla de la buena pelea. Es como La noche triste o La noche alegre, depende de cómo se vean las cosas”.
La mala pelea es, efectivamente, una expresión de los españoles. Aunque no es la única, la principal fuente que historiadores encontraron sobre la primera rebeldía militar indígena exitosa en el territorio que hoy es México, viene de una crónica escrita por un soldado español llamado Bernal Díaz de Castillo. Al final de su vida, el soldado escribió sus memorias en Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. “Con mucho trabajo quiso Dios que escapamos con las vidas de poder de aquellas gentes”, recordó Díaz sobre la batalla en la que murieron 57 de los suyos. “Le pusieron por nombre los pilotos y marineros Costa de Mala Pelea”. En el escudo oficial del municipio de Champotón, hoy en día, quedaron grabadas las palabras del soldado español y sus compañeros vencidos: Bahía de la Mala Pelea, dice la insignia del lugar.
“Es la primera fuente que describe de manera detallada la batalla”, explicó a EL PAÍS Alfredo Ávila, profesor de historia de la Universidad Nacional Autónoma (UNAM), sobre el documento del soldado español que luego se uniría a las tropas de Hernán Cortés. “Buena parte de lo que sabemos de la conquista lo sabemos por cartas de Hernán Cortés, juicios de residencia de los conquistadores, y por esta historia de Bernal Díaz del Castillo”.
El soldado había llegado inicialmente a Cuba, la isla de donde partió el 8 de febrero de 1517 con una expedición de 110 hombres divididos en tres navíos y dirigida por Francisco Hernández de Córdoba. Con el beneplácito del gobernador Diego Velázquez, ansioso por reclutar esclavos indígenas y colonizar tierras nuevas en occidente, Díaz y sus compañeros recibieron la bendición de un clérigo y “encomendándonos a Dios Nuestro Señor y a la Virgen Santa María Nuestra Señora, su bendita Madre, comenzamos nuestro viaje”.
Después de varias semanas, cuenta el soldado, encontraron “tierra que jamás se había descubierto ni se había tenido noticia de ella hasta entonces.” Era la península de Yucatán, donde hicieron dos paradas antes de acercarse a la costa de Chakan Putúm, hoy Champetón, para surtir de agua sus contenedores. Allí, “vimos venir por la costa muchos indios guerreros con sus armas de algodón, y arcos y flechas”, escribió el soldado, que en un momento calculó que en la zona había 200 indígenas por cada español. “Hicieron sus escuadrones y nos cercaron por todas partes, y nos dan tal rociada de flechas y varas y piedras tiradas con hondas, que hirieron sobre ochenta de nuestros soldados, y se juntaron con nosotros pie con pie, unos con lanzas y otros flechando, y con espadas de navajas”.
Francisco Hernández de Córdoba, el capitán, recibió diez flechazos y Díaz lo recuerda bañado en sangre. “Viendo nuestro capitán que no bastaba nuestro buen pelear, y que nos cercaban tantos escuadrones (...) acordamos con corazones muy fuertes romper por medio de sus batallones y acogernos a los bateles que teníamos en la costa”. Huyeron a los tres barcos y, heridos de muerte y sin agua para tomar, salieron de regreso a Cuba, donde Córdoba fallecería días después.
“A diferencia del centro de México, donde la mayoría de pueblos indígenas apoyaron a los conquistadores, en la zona de Yucatán ha habido una tradición larga de resistencia militar y luego de rebeliones”, explica el historiador Federico Navarrete, profesor de la UNAM y director de la página de divulgación histórica Noticonquista. Aunque al año siguiente de la batalla histórica los españoles regresaron a Yucatán y lograron dominar a los pobladores de Champotón, el imperio español no logró dominar al pueblo maya sino hasta 1697 –más de un siglo y medio después de la caída de Tenochtitlán– cuando logran apropiarse de Petén, en Guatemala. “Lo que pasó en Champotón no tiene nada que ver con la lo que pasa en México-Tecnochitlan”, explica Navarrete. “Los mayas fueron más difíciles de conquistar que los pueblos del centro de México. En el centro hubo una adaptación cultural, que permitió nuevas identidades indígenas dentro del régimen colonial. A mí me gustaría, en el mundo ideal, que se reconocieran que hubo muchas respuestas diferentes: tener en cuenta la diversidad del mismo pueblo indígena en este proceso”.
Al enfocarse en una batalla militar para conmemorar la resistencia indígena de México, dice el historiador, se corre el riesgo de perder todos esos matices necesarios para recordar los 500 años de resistencia desde la caída de Tenochtitlán. “Siempre tendemos a valorar más la resistencia armada que las no-militares, pero las resistencias que han importado para pueblos indígenas son, precisamente, las no militares. La obsesión con las batallas es muy de los estados-nación, que entienden el poder como dominio, como violencia”, dijo a EL PAÍS.
Los 15 eventos que organizó el presidente Andrés Manuel López Obrador son administrados por distintas dependencias del Gobierno, y en el caso de Champotón, los organizadores fueron funcionarios de la Secretaría de Marina. “Nos interesa mostrar cómo el pueblo mexicano resistió en ese batalla, y que esta sea como un ícono de la independencia”, dijo a EL PAÍS el Capitán César Carbajal. Además del discurso de Obrador, y del presidente de Bolivia, la Marina decidió que en el evento también debería haber una representación teatral con actores de Champotón para conmemorar los 504 años de la batalla.
A cargo de la obra ante los dos presidentes estará Albín Fernando Rosado Vela, profesor en el Instituto Campechano, y quien nació y creció en Champotón. Aunque tuvo que recurrir a la ficción para interpretar algunas escenas (menciona tener una actriz maya que levanta su puño al ver la retirada de los españoles, un gesto de celebración que viene de su imaginación), también “trabajé esta interpretación con el libro que maneja Bernal Díaz del Castillo”. Para la obra trabajó con 110 actores, entre los que están estudiantes y maestros del pueblo, pero también 35 marinos que interpretarán al ejército español.
“Yo desde muy chico he visto muchos actos cívicos sobre la batalla, y siempre escuché de Champotón como dice el escudo: nosotros somos la Bahía de la Mala Pelea”, dice Rosado. “El gran mensaje de esta representación es que el pueblo maya, el pueblo de México, hizo todo lo posible por defender sus tierras, el cacique Moch Ko’woj logró combatir a los españoles. Quizás los mayas no escribían, pero este triunfo sin duda no fue la mala pelea. Fue la buena pelea”.
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