La Moneda, el palacio “poco versallesco” en el que Kast quiere vivir
El presidente electo busca romper con los 67 años de ‘soledad’ de la casa de Gobierno
En junio de 1845, el presidente chileno Manuel Bulnes le propuso una idea al Congreso: trasladar la residencia de los mandatarios y las oficinas de Gobierno desde el edificio de la Real Audiencia, que se encontraba “en tal estado de ruina” que hacía imposible ocuparlo “sin exponerse a un inminente peligro” a la Casa de Moneda, donde se acuñaban las divisas, también ubicada en el centro de Santiago. La idea se llevó a cabo y la primera dama de entonces, la ilustrada Enriqueta Pinto, convirtió los amplios salones con lujosos amoblados en el centro de la vida intelectual chilena. Fueron varios los presidentes que la utilizaron como residencia junto a sus familias hasta que Jorge Alessandri rompió durante su mandato (1958-1964) con la tradición que habían seguido la mayoría de sus antecesores. El presidente electo José Antonio Kast pretende retomar la costumbre en su futura Administración -que comienza en marzo de 2026-, aunque su intención está sujeta a varios permisos al tratarse de un Monumento Nacional.
El último presidente en habitar el Palacio de La Moneda fue Carlos Ibáñez del Campo, en su segundo mandato (1952-1958). Vivió en el segundo piso del edificio, en la esquina de Morandé con Moneda, junto a su esposa, Graciela Letelier, y sus hijos Margarita, Nieves, Ricardo y Gloria. Está última incluso instaló un pequeño taller de pintura en el histórico edificio. De aquel grupo solo sobrevive Nieves, de 94 años, pero también los dos hijos de Margarita que alcanzaron a vivir en esa época. El último en llegar fue el actual prorrector de Gestión Institucional de la Universidad Católica, Patricio Donoso, de 67 años. “Mi madre y mis tías tenían buenos recuerdos. Nieves me decía que había un biombo que separaba las habitaciones, el comedor y el escritorio personal de las oficinas. Había mucha interacción con lo que pasaba en el día a día… debe haber sido complicado”, comenta a EL PAÍS.
“Era una vida muy familiar y muy sencilla”, continúa Donoso. “Se habla de un Palacio de Gobierno, pero de palacio no tenía mucho, era un edifico antiguo antiguo, sin ningún lujo, que después fue reconstruido. Uno se imagina que era como versallesco y nada que ver. Eran piezas grandes y altas, sin muchos baños, que es un tema. No era tan hospitalario. Por otro lado, tenía la gracia que mi abuelo tomaba desayuno y empezaba a trabajar, eso implicaba que estaba casi todo el día trabajando, lo que tiene virtudes, pero sus desgastes”, añade.
Si bien han pasado tres cuartas partes de un siglo, todavía existe una memoria viva entre los habituales del centro histórico. Julio Malvino, de 72 años, administra un quiosco en la esquina de Morandé con la Alameda. Heredó el negocio de su madre, quien se hizo muy cercana a Margarita, la hija del presidente Ibáñez. “Mi madre, una mujer muy culta, estaba embarazada de mí y doña Margarita le dijo que ella sería la madrina”, relata Malvino. Cuando su madre dio a luz, la hija del presidente la fue a visitar a la pieza que alquilaba en malas condiciones. Llegó de regalo con los primeros pañales Bambino y la madre de Julio le cobró la palabra sobre el madrinaje.
Margarita, que se casó en la capilla del palacio con Patricio Donoso Letelier, aprovechó esa fecha para que bautizaran al pequeño. “Meses después, mi madrina llevó a mi madre a la población Quinta Bella y le dio las llaves de una casa recién construida. Le dijo ‘Este es mi regalo de compadrazgo”, recuerda Julio con orgullo. A pesar de esta historia personal, Julio rechaza la idea de que Kast viva en La Moneda, no por temas políticos, aclara, sino porque cree que hay que separar las cosas. Lo mismo creía Gabriel Boric cuando resultó electo en 2021 y fue consultado sobre si viviría en el palacio: “No están las condiciones y también hay que cuidar la cabeza. Es importante separar el lugar donde uno trabaja del que uno duerme”.
Kast vive con su esposa, Pía Adriasola, y varios de sus nueve hijos, en Paine, a las afueras de Santiago, en una parcela de 5.000 metros cuadrados. Los atascos que se producen para llegar desde aquella zona rural al corazón de la capital pueden demorar el traslado hasta una hora y media, por lo que no resulta viable que permanezcan ahí durante el mandato presidencial. “Vamos a vivir en La Moneda, somos personas austeras”, sostuvo el republicano esta semana. Aseguró que por las noches pueden cocinar ellos y en el día comerán lo que haya en el casino de la casa de Gobierno. “Es lo mismo que le vamos a decir a todas las personas del sistema público, se come lo mismo que uno le da a las personas a las que va a atender. Uno va predicando con el ejemplo”, añadió. Sobre sus hijos, planteó que los irán a visitar y que si se hace tarde, pondrán una cama nido o un camarote. El mensaje que ha intentado transmitir es que no va a arrendar una casa especial “para generarle más gastos al Estado”.
La Moneda actualmente no está habilitada para hacer de residencia presidencial y si Kast quiere llevar adelante su idea debe elevar una solicitud al Consejo de Monumentos Nacionales, ya que lo más probable es que implicaría intervenir un Monumento Histórico. La Oficina del Presidente Electo (OPE) todavía no solicita formalmente el requerimiento, que incluye la explicación de los criterios de la intervención (instalación eléctrica, sanitaria, remodelación), un anteproyecto que enseñe la situación existente y la propuesta, entre otras. Entre los requisitos no está especificar si el proyecto es para uso habitacional.
Miguel Laborde, especialista en historia urbana y arquitectónica de Santiago, subraya que, de ocurrir, sería bueno para el centro de la capital, que necesita de apoyos tras sufrir un fuerte deterioro desde el estallido social de 2019. Y si bien no se cierra a la idea, afirma que le gustaría entenderla. “En el Gobierno de Ricardo Lagos se planteó la inconclusa Ciudad Parque Bicentenario en el ex aeródromo de Cerrillos, que contemplaba inicialmente una casa de los presidentes. La idea era ubicarla en un lugar menos privilegiado y que tuviera unas características de una residencia del siglo XXI, con jardín, además de extender la trama central de la ciudad hacia el sur poniente. Era comprensible lo que quería transmitir. Ahora, convertir una parte del palacio de Gobierno en una casa de Gobierno para una familia, todavía no lo comprendo ¿Qué quiere transmitir, significar?”, se pregunta.
Sobre el símbolo de austeridad que busca proyectar Kast, el sociólogo Eugenio Tironi dijo a Cooperativa que si era por eso, creía que le salía más barato mantener la casa que tiene el presidente Boric en el barrio Yungay “que hacer las remodelaciones que va a tener que hacer en La Moneda. La comida en la Moneda, sobre todo en presidencia, no es que sea la de un convento, es bastante buena. Tiene mozos, servicios, mayordomo. Es una vida más que de un monasterio, de un pequeño castillo”.
Todavía es una incógnita si los planes del matrimonio Kast Adriasola se harán realidad, pero la intención es clara. Cuando visitaron a Boric tras la noche del triunfo, la futura primera dama, según trascendió, estuvo recorriendo las oficinas con la vista puesta en dónde podría haber una habitación. De no cumplirse por falta de permisos, se pueden hacer cambios más superficiales. Por ejemplo, en su primer Gobierno, la socialista Michelle Bachelet (2006-2010) pintó de verde un comedor que era color blanco invierno. Cuando asumió su sucesor, Sebastián Piñera, de la derecha tradicional (2010-2014), lo volvió a pintar de blanco invierno. Luego, cuando Bachelet fue reelecta (2014-2018), lo pintó nuevamente de verde y, una vez que Piñera regresó a La Moneda (2018-2022), lo volvió a pintar de blanco invierno.