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Envejecer fuera de este mundo

Una mala vejez tiene que ver más bien con salirse mentalmente del mundo y empezar a maldecir contra todo lo que ocurre en el presente y lo que acontecerá  próximamente

Envejecer es un proceso, un cada vez más largo proceso, o sea, algo que no NOS ocurre de súbito y solo porque se ha alcanzado una cierta edad cronológica o biológica. Hay también una “vejez cultural”, que es aquella que padecen quienes llegan a ella en brazos de ideas ultraconservadoras y que profieren denuestos contra el país y el mundo que les toca vivir.

Los mayores suelen desarrollar “efebofobia”, es decir, rechazo a los jóvenes, al cambio, a nuevas ideas que se van abriendo paso, a lo que el mundo nos muestra en la hora presente y a cuanto pudíeremos prever para el futuro. Nunca hemos vivido en lo que se llama el “mejor de los mundos”, y tampoco lo estamos haciendo ahora, pero de ahí a apuntarse al lugar común de que todo tiempo pasado fue mejor, mostrando así una muy mala memoria y sobrevalorando nuestras primeras edades, hay un mundo de diferencia.

Todo tiempo pasado no fue mejor. A veces sí, individualmente, mas no colectivamente. A veces podemos haber llevado una dichosa existencia personal a lo largo de buena parte de nuestra vida. La regla general, en cambio, es que la vejez se viva mal, pero tener en realidad una mala vejez no es algo que tenga que ver únicamente con la enfermedad y la pérdida irrecuperable de nuestras capacidades. Una mala vejez tiene que ver más bien con salirse mentalmente del mundo y empezar a maldecir contra todo lo que ocurre en el presente y lo que acontecerá próximamente.

Nadie puede asegurar que las cosas mejoraran mañana, o pasado mañana, es decir, cuando ya no estemos aquí, y también somos muchos los que no llegaremos a saberlo y a comprobar si las cosas fueron realmente mal o aún peor, pero lo que sí sabemos es que las cosas van a ir cambiando en más de un sentido y que, por tanto, no permanecerán fijas y tal como se las vive hoy en la exacta hora presente. Por ejemplo, en el futuro habrá con toda seguridad otra economía, aunque no la vayamos a ver ni avizoremos cuál será ella y en qué momento va a producirse. Los mayores de hoy no nos enteraremos, pero habrá otra economía, si bien vaya uno a saber cuándo.

A raíz de nuestra vejez cultural, persistirá hasta el fin de nuestros días la idea cuando menos ingenua de que ya tuvimos el mejor de los mundo, congratulándonos de cómo nos libramos del presente que acabaremos de dejar atrás y añorando la mayor parte de nuestro pasado.

Como estamos ya cerca de dejar el mundo, damos la espalda a este y nos sumimos en el más negro y fatal de los pesimismos.

Esa es, sin embargo, la peor forma de envejecer.

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