Los monstruos
Nadie imaginó que Trump, Musk y compañía actuaran con el grado de brutalidad con que lo han hecho en sus semanas en el poder, como si estuvieran empeñados en realzar su carácter de monstruos
“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. La afirmación, como es sabido, está contenida en los Cuadernos de la Cárcel del filósofo y dirigente político comunista Antonio Gramsci, que reúne textos escritos mientras permaneció en prisión bajo el régimen de Mussolini desde 1926 hasta su muerte en 1937, con solo 46 años.
La sentencia en cuestión ha sido ampliamente empleada para analizar los períodos de agudo cambio social: el claroscuro hace referencia a la incertidumbre y angustia que sobreviene tras el desplome del orden conocido y una titubeante transición hacia uno nuevo que aún no se termina de vislumbrar, y los monstruos simbolizan los desplazamientos políticos inesperados y los liderazgos inimaginados que emergen cuando la población es víctima de esta sensación de vacío y ausencia de horizonte.
Gramsci buscaba comprender, con ese marco, el fascismo de Mussolini en su Italia natal, el nazismo de Hitler en Alemania, e indirectamente, el totalitarismo de Stalin en la Unión Soviética; pero el mismo se ha empleado para interpretar otros momentos históricos en todas las latitudes, incluyendo el Chile de los primeros años de Pinochet. No sería descaminado, entonces, recurrir una vez más a Gramsci para encontrar el sentido al gran fenómeno político de nuestros días: el control sobre el Gobierno de los Estados Unidos de Trump y los tech-oligarchs, encabezados por Elon Musk, con la intención de materializar la versión más extrema del imperialismo americano en todas sus dimensiones: militar, territorial, política, cultural, económica, tecnológica. Éste es el monstruo que hoy convulsiona al mundo.
¿Alguien lo vio venir? En el campo académico se podrían apilar las publicaciones sobre el auge de la ultraderecha como respuesta a la angustias que brotan de la globalización, la inmigración, las pandemias y la mediocridad económica. Nadie imaginó, sin embargo, que Trump, Musk & Co. actuaran con el grado de brutalidad con que lo han hecho en sus semanas en el poder, como si estuvieran empeñados en realzar, no en camuflar su carácter de monstruos.
Quién sí lo anticipó a la perfección, como sucede a menudo, fue el cine, que es experto en monstruos de toda especie.
Basta con mirar la historia reciente. En La forma del agua, el premiado film de Guillermo del Toro estrenado en 2017, con Trump en su primer mandato, el monstruo no es la criatura acuática sino el burócrata y torturador Richard Strickland, y con él los humanos incapaces de tolerar lo diferente. En el Joker, con un magnífico Joaquin Phoenix de protagonista, el monstruo nace de la reacción a una sociedad que no ofrece otra respuesta a la alienación y la injusticia que la violencia y el nihilismo, lo que fue fuente de inspiración de los numerosos estallidos sociales que sacudieron al mundo en los años siguientes.
Frente a lo que está en curso tras la asunción de Trump, el monstruo anticipatorio lo encontramos en El Pingüino, la serie de HBO estrenada en septiembre del año pasado y protagonizada por Colin Farrell. Ella cuenta cómo un mafioso de poca monta, Oz Cobblepot, consigue el control de Ciudad Gótica, una urbe destruida y oscura, donde sus habitantes viven en las cloacas, cada uno tratando de salvarse a sí mismo; donde no existe el amor, lealtad ni misericordia, solo fuerza, corrupción y crimen.
“El poder no se da, cariño. Se toma”. “Lo curioso del caos es que, si lo manejas bien, se parece mucho a una oportunidad”. “Un buen susto mantiene la lealtad bajo control”. “Me han subestimado toda mi vida. Es hora de cambiar eso”.
Las frases de Oz, pronunciadas frente a su madre, su amante, su rival y su discípulo, ¿no son parte del guion diario de Trump y Musk? Si hay casos en que la ficción se anticipa a la realidad, éste sería otro de ellos.