Los entretelones de la investigación que dio con el bombero y el brigadista, acusados del megaincendio de Viña del Mar
El voluntario Francisco Mondaca y el trabajador de la Conaf Franco Pinto han sido imputados como autores del fuego que empezó el 2 de febrero y dejó 137 muertos. Previamente, en la zona se habían registrado 19 incendios en apenas cuatro meses
A las 9.30 horas de la mañana del sábado 3 de febrero, mientras los sectores altos de Viña el Mar como Achupallas y El Olivar, y parte de Quilpué, en la Región de Valparaíso de Chile, eran arrasados por el mayor incendio forestal de su historia –que comenzó un día antes, por la tarde –, y las víctimas subían dramáticamente hasta llegar a las 137, dos policías, los comisarios Juan Pablo Garrido e Iván Navarro, ingeniero agrónomo y medioambiental, respectivamente, buscaban pistas para hallar el origen del fuego. Con guantes, los ojos más que abiertos y el terreno todavía humeante, rastreaban el área de la Reserva Lago Peñuelas donde ya sabían, por las imágenes, que se había iniciado la catástrofe. Era una investigación compleja, contra el tiempo, pues en estos casos la evidencia se destruye en cuestión de segundos.
Pero, al mediodía de ese sábado, y más rápido de lo que pudieron imaginar, a la orilla de la berma, y después de tres horas de rastreo, Garrido y Navarro, de la Brigada Investigadora de Delitos Medioambientales (Bidema) de la Policía de Investigaciones (PDI), hallaron un artefacto que confirmaba su hipótesis: que la catástrofe había sido intencional. Eran rastros de filtros de cigarrillos, amarrados con un hilo, rodeados de fósforos quemados. De inmediato, con la adrenalina de “un hallazgo que no se ve todos los días”, dice Garrido a EL PAÍS, llamaron al fiscal de Valparaíso Osvaldo Ossandón y le avisaron.
Casi cuatro meses después, ese hallazgo inédito se convirtió en una de las varias pruebas que derivaron en la detención, el viernes 24 de mayo, del bombero Francisco Mondaca (22) y el brigadista Franco Pinto (31), quien era parte de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), el organismo estatal que previene y combate los fuegos. Según la confesión de Mondaca al fiscal, fue Pinto quien le enseñó a fabricar el artefacto, motivado porque, mientras estuviera activa la temporada de incendios, más horas extras podía cobrar en su trabajo. Ambos viven en Placilla, un municipio situado a pocos minutos de Peñuelas, y están imputados por incendio con resultado de muerte.
Para llegar a los autores, sin embargo, hubo un minucioso camino que empezó en febrero y se concretó en mayo. Pero que no ha terminado. Tras las detenciones, la Fiscalía debe resolver al menos dos grandes interrogantes en torno al caso. Una de ellas es reconstruir la relación, hasta ahora esporádica, entre los imputados. Y la otra, averiguar por qué entre octubre de 2023 y enero de 2024 en el sector de Peñuelas, en el Camino viejo que une Santiago con Valparaíso, hubo otros 19 incendios que antecedieron la tragedia.
Ya hay algunas pistas que Ossandón reveló en la audiencia de formalización de cargos: que el teléfono de Mondaca está referenciado en otros seis incendios en la zona. Pero no son las únicas. Tres años antes, cuando tenía 19 años, la policía encontró a Mondaca deambulando en medio de un siniestro en el mismo sector. Cuando le preguntaron por qué estaba allí, respondió: “Lo único que quiero es ser bombero”.
Un cielo rojo
La Reserva Nacional Lago Peñuelas, con más de 9.000 hectáreas, ha sido para los históricos habitantes de Valparaíso un lugar de paseos familiares. Con tres tipos de vegetación, entre ellas un bosque mixto y matorrales; más de 100 especies de aves; 10 tipos de roedores; mamíferos como zorro culpeo, zorro chilla y el coipo, además de lagartijas, culebras, sapos y ranas, debiera hacer noticia más por su belleza que por sus catástrofes. Sin embargo, es el sector que sufre más siniestros forestales en Chile. “En promedio, hay de 20 a 40 incendios por año”, señala Ossandón a este periódico.
Por ello, cuando la tarde del 2 de febrero arrancó el fuego, el fiscal suspendió de inmediato sus vacaciones, que recién habían comenzado. ”Empecé a ver un cielo rojo, indicio típico de incendio forestal. Me llamó la atención la magnitud, pues donde yo vivo no era usual que llegara ese color”, recuerda Ossandón.
Entonces se activó la red con la Conaf y la Bidema y, en una reunión por zoom, el fiscal coordinó al equipo. Era un grupo que se conocía bien, y que ya había encontrado el foco de inicio de otro gran incendio de Viña del Mar, en la víspera de la Navidad de 2022, en el murieron dos personas, hubo 130 viviendas afectadas y un detenido por encender una fogata que prendió un árbol y provocó la tragedia.
Pero esta vez era diferente. Era una alerta mayor que, tal como los meses anteriores, volvía sobre la Peñuelas, una zona que, dice Garrido, “permanentemente se está tratando de incendiar”. “Era demasiado recurrente. Eso es lo que pensamos cuando iniciamos la investigación”.
Mondaca en Peñuelas
Por protocolo, desde hace cinco años, explica el fiscal que, cada vez que hay un incendio en la región llama a la Bidema, que debe llegar apenas se pueda entrar a la zona cero y comenzar la indagatoria. En este caso se identificaron cuatro focos de fuego en menos de 2 kilómetros en la ruta que une Valparaíso con Santiago. Es un sector rural, con escasa vigilancia y de poco tránsito vehicular, pero con muchos árboles y maleza, conocido como el Camino viejo, pues se usaba antes de que se construyera la carretera. Y fue precisamente en el foco 3, que junto al 4 fueron los que desataron la catástrofe, donde fue hallado el artefacto incendiario.
En paralelo, otro equipo buscó testigos y recolectó fotos y videos, lo que permitió acotar el horario en que comenzó el desastre. El cruce de esos datos, el trayecto de 2 kilómetros con la hora del inicio de las llamas, entre las 11.56 horas y las 12.06 del viernes 2, confirmó que era un lapso tan reducido, que solo una persona en un automóvil podría haber provocado cuatro focos de fuego. Y el rastreo de cámaras, lo confirmó: finalmente, solo dos autos habían circulado por el Camino viejo en ese intervalo, y uno de ellos era el que conducía Mondaca. Era el 23 de febrero, apenas 21 días después de la tragedia, cuando fue identificado.
Luego comenzaron a seguirlo, y la georreferenciación de su teléfono arrojó tres datos muy relevantes. El primero, que cinco minutos antes del primer foco de fuego, Mondaca llamó a Pinto. El segundo, que después de lanzar el último artefacto, Mondaca manejó rumbo a la 13° Compañía George Mustakis Dragonas de Placilla, en la que era voluntario desde diciembre de 2022. El tercero fue que, la última vez que estuvo en el el área de Peñuelas, fue el 2 de febrero, lo que más tarde serviría como prueba de que no era un destino habitual en él, sino que había ido especialmente.
Mondaca fue detenido poco antes de las 14.00 del viernes 24, mientras almorzaba junto con sus compañeros en la compañía de bomberos de Placilla. En su casa se encontraron, guardados en una caja, seis de los mismos artefactos que a inicios de febrero lanzó encendidos por la ruta, mientras que en la maletera de su auto tenía media docenas de bengalas.
Delante de los bomberos de su compañía, Mondaca dijo no saber de qué le hablaban los detectives, pero al llegar al cuartel policial, cuando se enteró de que sabían minuto a minuto qué había hecho en los últimos tres meses, decidió confesar ante el fiscal Ossandón y detallar el papel que tuvo Pinto: “Él me dijo que el 2 de febrero estaba ‘bueno’ debido a las condiciones climáticas que existirían esa jornada, como el calor y el viento. Además, me indicó que estaría ‘bueno’ en el sector de la Reserva Forestal Lago Peñuelas y por la ruta conocida como Camino viejo a Santiago, ya que existía abundante pasto seco en ese lugar”.
Hasta el momento, Franco Pinto, el brigadista, ha guardado silencio.
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