​Las mujeres como constructoras de paz

Entre los principales procesos de paz producidos entre 1992 y 2019, solo una media del 13% de los negociadores, el 6% de los mediadores y el 6% de los firmantes eran mujeres

Una mujer sujeta un cartel donde se lee 'Paz en el Mundo' durante una protesta en Moscú (Rusia).Alexander Zemlianichenko (AP)

El espiral de violencia que arrastra el conflicto entre Israel y Palestina que aumentó semanas atrás con la masacre terrorista de la milicia islamista de Hamás y el contrataque Israelí, me llevó a reflexionar sobre el invisibilizado papel de las mujeres en el alcance de la justicia política, social y económica en las diferentes guerras existentes hoy en el mundo.

Casi 23 años han transcurrido desde que ...

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El espiral de violencia que arrastra el conflicto entre Israel y Palestina que aumentó semanas atrás con la masacre terrorista de la milicia islamista de Hamás y el contrataque Israelí, me llevó a reflexionar sobre el invisibilizado papel de las mujeres en el alcance de la justicia política, social y económica en las diferentes guerras existentes hoy en el mundo.

Casi 23 años han transcurrido desde que la agenda de la organización de Naciones Unidas Mujer, Paz y Seguridad (conocida como resolución 1325), exhortó a la comunidad internacional a que no solo bastaba poner el foco en las dinámicas que subyacen al conflicto para gestionar los procesos de paz que permitan garantizar un entorno seguro; sino la necesidad de incluir la mirada y aporte de la mujer en ellos.

Para la aceptación de esta propuesta, las mujeres trabajaron en redes que traspasaron fronteras, llevando a cabo cientos de reuniones antes de lograr la institucionalización de las demandas y planes de acción en el ámbito de la construcción de la paz con perspectiva de género. Estos esfuerzos finalizaron con el compromiso de los estados integrantes de la organización de Naciones Unidas.

Desde la incorporación de la agenda se han establecido otras 10 resoluciones. Dentro de ellas, una que hace mención a la creación de una representante especial del Secretario General sobre la violencia sexual en estos conflictos.

A pesar de todos los esfuerzos desplegados por las mujeres para integrar la dimensión de género, durante todos estos años, en la mayoría de los procesos de paz están ausentes. Si hablamos con cifras, podemos decir que entre los principales procesos de paz producidos entre 1992 y 2019, solo una media del 13% de los negociadores, el 6% de los mediadores y el 6% de los firmantes eran mujeres (Council on Foreign Relations 2022).

¿Qué factores impiden a las mujeres ser reconocidas y participar en procesos de paz? Consultando literatura para esta columna me encuentro con análisis de autores como Sanam Anderlini, Birgit Brock-Utne y Peter Wallensten, que dan cuenta de que las estructuras de poder elitistas lideradas por hombres, llevan a una resistencia y perpetuación del sexismo, a una percepción masculinizada de que en los conflictos y las guerras no cabe la perspectiva de género o bien, que los procesos de paz no son el lugar para discutir temas de género.

Por otra parte, un constructo que me parece muy interesante, es el que tiene relación con la dicotomía mujer-paz/hombre-guerra, instalada en el marco normativo internacional que lleva, además de sesgos y estereotipos, a concluir que son los hombres los que ejercen mayoritariamente la violencia y, por lo tanto, están mejor instalados para resolver el conflicto. Una idea que reforzaría que los procesos de paz son eventos de élites masculinizadas por lo que la participación de las mujeres resulta casi irrelevante o meramente testimonial.

Carmen Magallón, física española plantea en su libro Mujeres en pie de paz. Pensamiento y prácticas que las mujeres somos la mitad de la sociedad y, por lo tanto, la mitad de la solución en los conflictos. Desde ahí me instalo para afirmar que tanto las mujeres ucranias como las palestinas e israelíes, por mencionar sólo los últimos acontecimientos, son las llamadas a sentarse a la mesa de negociaciones, apelando a la agenda en todos los procesos de deliberación. Está comprobado que las decisiones políticas son mejores cuando más diverso es el grupo que define, lo que es especialmente cierto en las regiones de conflicto y crisis.

Hoy más que nunca necesitamos resignificar y valorar el aporte de las mujeres a los procesos de paz y su mantención con una participación política equitativa e irrestricta en el ámbito de la paz y la seguridad, destacando el derecho a vivir una vida libre de violencia, a la construcción de una sociedad más inclusiva, igualitaria y democrática.

Las Premio Nobel por la Paz Ellen Johnson Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkul Karman, mujeres activistas, nos han interpelado a lo largo de los años a reforzar nuestro compromiso político con las operaciones de mantenimiento de la paz. Les insto a seguir trabajando con sentido de urgencia. No olvidemos a las niñeces y adolescencias muertas.

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