El fiscal Nisman fue asesinado: la justicia argentina se ratifica en sus conclusiones, pero no resuelve quién lo mató
Un informe del magistrado a cargo del caso reitera que el funcionario muerto el 18 de enero de 2015 fue víctima de un homicidio. Pero reconoce que no se sabe quiénes fueron los responsables materiales ni los intelectuales
El fiscal investigaba un atentado terrorista y había denunciado por encubrimiento a la entonces presidenta del país. Un día antes de presentarse ante el Congreso para fundamentar su denuncia, apareció muerto en su departamento, con una bala en la cabeza y una pistola a su lado. ¿Se suicidó o lo asesinaron? Desde hace 10 años el misterio sobre la muerte de Alberto Nisman sigue abierto en Argentina. Este viernes, la fiscalía que investiga el caso presentó un nuevo informe y revalidó el dictamen de que fue un homicidio. También apuntó al rol de agentes de inteligencia y solicitó al Gobierno acceso a archivos reservados, a lo que el Ejecutivo ya accedió. Además de detallar las múltiples trabas que ha enfrentado la pesquisa, el informe reconoce que aún “se encuentran en curso la producción de medidas tendientes a determinar la identidad de aquellos que ejecutaron el hecho y de quiénes lo ordenaron”.
Entre 2004 y el 18 de enero de 2015, cuando falleció, Nisman estuvo a cargo de la Unidad Fiscal dedicada a desentrañar el atentado a la mutual judía AMIA, que en 1994 dejó 85 muertos y cientos de heridos en Buenos Aires. Su hipótesis, la que sigue vigente, era que detrás del ataque estaba Irán. Cuatro días antes de morir, Nisman se había presentado en los tribunales judiciales para acusar a la presidenta Cristina Kirchner y otros funcionarios por presuntamente encubrir a los imputados por el atentado, a cambio de un pacto comercial con Irán. El encubrimiento se habría materializado en un acuerdo firmado en 2013 por el Gobierno de Kirchner con autoridades iraníes, con el declarado propósito de cooperar para intentar esclarecer el ataque a la AMIA. La expresidenta será juzgada por esa imputación.
“El fiscal federal Natalio Alberto Nisman fue víctima de un homicidio” y “su muerte estuvo motivada en su labor en la Unidad Fiscal-AMIA y, concretamente, con su accionar vinculado al Memorándum de Entendimiento con la República de Irán”, concluye el informe de 56 páginas difundido este viernes por el fiscal federal Eduardo Taiano, quien tiene en sus manos el expediente por la muerte de Nisman.
El informe precisa que la investigación inicial del caso “estuvo plagada de irregularidades y de acciones tendientes a desviar su curso”, en las que sugiere la intervención de funcionarios del Gobierno de entonces. Sobre esa base, están imputados el exsecretario de Seguridad Sergio Berni y autoridades policiales, entre otros. La fiscalía resalta la participación de espías, tanto de la Secretaría de Inteligencia como del Ejército. Por eso, requirió la desclasificación de archivos secretos. El Gobierno de Javier Milei dejó saber este viernes que ya envió una primera serie de documentos.
El trabajo de la fiscalía también recorre las idas y vueltas de la pesquisa. El primer peritaje del Cuerpo Médico Forense, por las manchas de sangre halladas en el baño donde estaba el cadáver, “determinó la ausencia de patrones que indiquen el traslado del cuerpo, manipulación de objetos o desplazamiento de personas”, lo que hacía suponer un suicidio. Un segundo estudio, realizado por la Gendarmería Nacional dos años después, sostuvo que Nisman fue asesinado por dos personas: “uno manipuló el arma, mientras el otro lo asistió y manipuló el cuerpo de la víctima”. La fiscalía se basa en ese estudio y afirma que los asesinos, “con la idea de simular un suicidio, lo obligaron [a Nisman] a colocarse de rodillas y le dispararon a la cabeza”.
El arma utilizada pertenecía a un colaborador de Nisman: el técnico informático Diego Lagomarsino siempre sostuvo que Nisman le había pedido prestada la pistola y que él se la había entregado horas antes de su muerte. La fiscalía no le cree y advierte que mensajes borrados en los teléfonos de ambos indican que quien primero inició las comunicaciones aquel sábado 17 fue Lagomarsino. El informe insinúa que el técnico, hoy procesado como partícipe necesario de homicidio, sería un espía inorgánico.
El fiscal Taiano destaca que, el día de su muerte, “Nisman fue dejado solo, totalmente desprotegido”, durante más de 12 horas, por sus custodios, quienes abandonaron sus puestos de vigilancia ante el edificio ubicado en el selecto barrio de Puerto Madero, en Buenos Aires. Tres policías que debían resguardar a Nisman están procesados por encubrimiento y un cuarto, por incumplimiento de sus deberes.
La pesquisa, mientras tanto, sigue su curso. Los investigadores solicitaron “nuevas medidas de prueba”, principalmente pedidos para entrecruzar llamadas entrantes y salientes de un centenar de líneas telefónicas. Asimismo, continúa el proceso de declaración como testigos de agentes de inteligencia que mantuvieron “comunicaciones relevantes” el fin de semana de la muerte de Nisman. Sin embargo, el propio informe de la fiscalía reconoce que todavía, a diez años del hecho, no hay indicios de quiénes habrían cometido el asesinato, ni de quiénes lo habrían ordenado.
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