Cristina Kirchner vuelve para dar pelea a Milei
La expresidenta se pone al frente de la reconstrucción de peronismo, mientras la justicia confirma una condena en su contra de seis años de cárcel por corrupción
Cristina Kirchner está de vuelta. No es que se hubiese ido del todo, pero ahora ha decidido tomar, por primera vez en su larga historia política, la dirección del Partido Justicialista, la forma legal del peronismo. Kirchner asumió formalmente la presidencia del movimiento fundado por Juan Domingo Perón este domingo 17 de noviembre, con un acto por el Día de la Militancia Peronista en Santiago del Estero (norte). Prometió “organizarlo” tras el varapalo electoral que sufrió el año pasado frente al ultraderechista Javier Milei. Se trata, en el fondo, de hacer oposición a un Gobierno que hoy avanza con lanzallamas en tierra arrasada. El liderazgo de Kirchner, sin embargo, ya no tiene los apoyos de antaño, cuando su palabra, y antes la de su marido, el expresidente Néstor Kirchner, no tenían contrapesos. Hoy le disputan el liderazgo desde el interior de Argentina, donde abundan los peronistas “no kirchneristas”. En la provincia de Buenos Aires, la más grande y rica del país, intenta además asomar la cabeza el gobernador, Axel Kicillof, su “hijo político” y principal apuesta de un sector del partido que busca una renovación.
Los problemas judiciales de Kirchner no ayudan a fortalecer el liderazgo que reclama. En diciembre de 2022, cuando era vicepresidenta de Alberto Fernández, un tribunal federal la condenó a seis años de prisión en una causa por corrupción. Desde su despacho en el Senado, donde escuchó el fallo, Kirchner proclamó su inocencia y se consideró víctima de lawfare, como se llama al uso político del sistema judicial para perseguir opositores. Pero eso no fue todo: cuando nadie lo esperaba, anunció que no sería candidata “a nada” en las elecciones generales de 2023 e instó a sus acólitos a emprender la construcción de nuevos liderazgos en el peronismo. El Gobierno de Alberto Fernández, un experimento político surgido en la cabeza de la expresidenta, ya se hundía en el descrédito y anticipaba lo que sería la peor derrota del peronismo en sus casi 80 años de historia. El dolor fue máximo porque el responsable era un personaje estrafalario nacido a golpes de insultos en los programas de variedades de la televisión. El peronismo, forjado al calor de las grandes batallas políticas, perdía con un advenedizo sin pergaminos.
Con Milei en el poder, el peronismo se fracturó. Las facciones son múltiples: gobernadores de provincia necesitados del dinero federal para sobrevivir, sindicalistas duros o “dialoguistas”; dirigentes del peronismo de centroderecha que siempre detestaron la deriva “izquierdista” del kirchnerismo; aquellos que, pese a todo, son fieles a la expresidenta.
Si el partido pretende detener a Milei en las legislativas de 2025 y tener posibilidades en las presidenciales de 2027 debe antes resolver los problemas en casa. En el entorno de Kirchner consideran que solo ella puede resolver con éxito esta atomización, una consecuencia natural, dicen, del resultado electoral de 2023. “Cuando hay una derrota nacional hay discusiones internas y dispersiones. Cristina tiene como objetivo unificar al peronismo para en 2025 y 2027 tener un frente electoral más armado de lo que está hoy. Ni más ni menos, y siempre por la vía democrática”, dice un dirigente muy cercano a la expresidenta. Es por eso por lo que ha decidido volver al ruedo. Kirchner no busca cargos, asegura, porque “ha sido dos veces presidenta” y, por lo tanto, “la apetencia en términos electorales no está en su mapa de prioridades”.
Esta semana, un tribunal de apelaciones ratificó la condena que Kirchner recibió en 2022. Solo le queda la Corte Suprema para apelar la decisión y evitar seis años de prisión domiciliaria, un beneficio que se concede a los mayores de 70 años. Pero lo que más preocupa a la expresidenta es que el fallo suma a la cárcel la inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos. Ella insiste en que eso es “una proscripción”, similar a la que padecieron o aún padecen Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia o Rafael Correa en Ecuador. Pese a la acumulación de problemas, el votante más duro no abandona Kirchner. “En términos de opinión pública no eludió el desgaste que supuso el Gobierno del Frente de Todos, tanto por haber seleccionado a Alberto Fernández como por la manera en que se desarrolló ese Gobierno”, sostiene Juan Courel, consultor político y asesor en la campaña de Fernández y Daniel Scioli. “Pero a pesar de eso, hoy es la figura más importante del peronismo. Y como el peronismo es opositor, es entonces la principal referente de la oposición”, explica. Kirchner retiene el fervor de entre un tercio y un cuarto del electorado, aunque cosecha también niveles récord de desaprobación. “Ella es además un animal político, es su esencia, y los animales políticos no se jubilan”, advierte Courel.
Kirchner pretende moldear bajo su tutela un peronismo que pueda hacer frente a la “guerra cultural” que plantea Milei. El presidente la ha elegido como su enemigo a vencer, en un juego dialéctico que ya han usado alguno de sus predecesores, como Mauricio Macri (2015-2019). Como la encarnación de todos los males nacionales, Milei coloca al kirchnerismo en el equipo de “la casta”, los “zurdos de mierda” que pretende destruir con la ayuda de “las fuerzas del cielo”. Kirchner tiene ante eso un desafío enorme, porque no todos están de acuerdo con que sea ella la timonel de la reconstrucción. El gobernador de la provincia de La Rioja, Ricardo Quintela, intentó disputarle sin éxito la presidencia del peronismo. Derrotado, advirtió esta semana que el partido finalmente se unirá, pero “no detrás de ella [Kirchner], sino en contra del actual Presidente”.
En este escenario de fragmentación, sobresale el gobernador Axel Kicillof, al menos hoy el más “presidenciable” del peronismo “Algunos imaginaron que su liderazgo podía venir acompañado por una jubilación política de Cristina”, dice Courel. “Pero eso era porque lo veían como un heredero, no como un rival. La centralidad de Axel es porque Cristina pareció indicar que al no querer o no poder ser candidata, él era el heredero natural. Kicillof es el único actor político que logro construir un liderazgo sin antagonizar con Néstor o Cristina”, agrega. La situación se tensó, sin embargo, cuando Kirchner decidió quedarse con la presidencia del partido. “La discusión surgió porque muchos hombres y mujeres del peronismo se expresaron a favor de Cristina y el único que no lo hizo fue Axel”, explica el dirigente kirchnerista. “Pero es un tema que ya pasó”, dice, “y el futuro nos encontrara unidos”. Está por verse si el futuro del peronismo estará en Kirchner, Kicillof o algún otro gobernador del peronismo.
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