Alberto Fernández: “No supimos sintonizar con la sociedad argentina”
El presidente de Argentina recibe a EL PAÍS a menos de tres semanas de entregar el poder al ultraderechista Javier Milei
El peronista Alberto Fernández (Buenos Aires, 64 años) entregará en el 10 de diciembre el bastón de mando a su sucesor en la Presidencia de Argentina, el ultra Javier Milei. Ha estado al frente del país durante cuatro años convulsos, marcados por la pandemia de la covid-19,...
El peronista Alberto Fernández (Buenos Aires, 64 años) entregará en el 10 de diciembre el bastón de mando a su sucesor en la Presidencia de Argentina, el ultra Javier Milei. Ha estado al frente del país durante cuatro años convulsos, marcados por la pandemia de la covid-19, la ruptura con la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y una economía endeudada, sin reservas y con una inflación de más del 140%.
“Fue un momento muy difícil el que me tocó vivir”, asegura Fernández al hacer balance de su gestión, sin esquivar la responsabilidad de su Gobierno por no haber logrado “sintonizar con la sociedad argentina” y abrir la puerta al ascenso de la ultraderecha. Le cuesta incluso encontrar un día feliz a lo largo de su mandato. Recibe a EL PAÍS en su despacho de la Casa Rosada, la sede del Gobierno argentino, donde ya ha comenzado la mudanza. Aún cuelgan de las paredes los cuadros de los grandes próceres del país sudamericano con los que reemplazó los de arte contemporáneo que había elegido su predecesor, el liberal Mauricio Macri.
Pregunta. ¿Cómo fue la reunión que mantuvo el martes con Javier Milei?
Respuesta. Fue una reunión de tipo institucional. Busqué sacarle dramatismo a una reunión institucional donde una fuerza política deja el poder y otra fuerza política se hace cargo. Fue una charla cordial, donde claramente no pensamos igual, pero pudimos escucharnos.
P. Lo que él propone son medidas muy radicales. Dada su experiencia, ¿qué posibilidades tiene de llevarlas a cabo?
R. Él básicamente entiende que todo el problema se concentra en el déficit fiscal, que hay que bajarlo drásticamente, que para eso hay que dejar de hacer obra pública, de invertir en educación y en salud y, si no alcanza el dinero, hay que vender las empresas del Estado. Esto es menemismo puro. Él reivindica mucho a [Carlos] Menem (1989-1999). Nosotros ese tiempo ya lo hemos vivido y las consecuencias no fueron buenas.
P. ¿Por qué tanta gente está dispuesta a dejar pasar la experiencia menemista de los noventa?
R. Hay motivos que tienen que ver con el presente. El proceso inflacionario que estamos viviendo lastima el bolsillo de la gente y enoja mucho. Puedo entender que mucha gente, en ese enojo, votase lo contrario a lo que estaba sin entender qué significaba.
P. ¿Por qué están tan enojados los argentinos?
R. Porque este presente es muy difícil. La Argentina este año perdió 23.000 millones de dólares como consecuencia de la sequía. Los precios en la Argentina se vinculan al dólar y si faltan dólares eso se traslada a los precios de todos los bienes y servicios. El proceso inflacionario es muy nefasto.
P. ¿Se podría haber hecho otra cosa para evitar llegar a esto?
R. Faltándote 23.000 millones de dólares no se puede hacer nada. Es como si te quitaran de tu sueldo el 30%, es muy difícil poder hacer algo.
P. Había un lugar común en la política de Argentina que decía que el peronismo era una vacuna contra el surgimiento de figura disruptivas como [Alberto] Fujimori o [Jair] Bolsonaro. La llegada de Milei parece decir que el peronismo ha perdido esa capacidad....
R. (interrumpe) Son fenómenos post-pandemia. La pandemia ha dejado efectos psicológicos en la sociedad muy difíciles. Hemos visto morir 15 millones de personas y en ese ese momento tan trágico la derecha de todo el mundo se fortaleció, también en Argentina.
P. Pero en Argentina no fue la derecha tradicional la que se fortaleció, porque surgió un personaje distinto.
R. Acá la derecha se llama antiperonismo y el antiperonismo tiene aproximadamente el 40% de los votos. Esta vez llegó a 55%.
P. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, dijo que había que crear nuevas canciones para el peronismo. ¿Cuál sería ese nueva canción, tras la derrota?
R. Me preguntaron si me sentía responsable de la derrota y lo que creo es que acá no hay que buscar un responsable. Está claro que el que gobierna tiene una responsabilidad en todo esto. Está claro que hubo algo que no supimos sintonizar con la sociedad e hizo que la sociedad no nos acompañe. Tenemos que tener un sincero debate, que no es un debate contra nadie. Acá todo el mundo está pendiente si yo la trató mal a Cristina [Fernández de Kirchner], si Cristina me trata mal a mí.
P. O si no la trata.
R. Sí, pero el problema que yo tengo no es Cristina, es la derecha. Algunos se ofenden más, se ofenden menos, por algo que uno dice tratando de explicar una situación, pero el verdadero problema lo tenemos ahí. Ya habrá un momento para que podamos juntarnos todos y decir qué salió mal, qué hicimos mal, qué fue lo que no pudimos sintonizar con la sociedad argentina, en qué fallamos.
P. ¿Cuál es su hipótesis sobre por qué fallaron?
R. Una primera hipótesis es que tuvimos demasiado debate público interno. También que el año de la sequía fue un año catastrófico para la economía argentina. Dejemos claro que en 2021 y 2022, Argentina creció 16 puntos y los salarios empezaron a recuperarse, pero vino la sequía y nos arruinó todos los planes. En 2022 sobrecumplimos las metas con el FMI, pero en 2023 se nos hizo imposible.
P. Argentina ya arrastraba una crisis política previa a la sequía, al menos desde el rechazo del kirchnerismo al acuerdo que se firmó con el FMI.
R. Eso es parte de los debates internos.
P. Fueron más que debates, hubo una ruptura interna.
R. No fue ruptura, porque siempre preservé la unidad y todos hicimos esfuerzos para preservarla. Lo peor que nos puede pasar es que nos rompamos. Estamos en un momento muy doloroso y si hablamos llenos de este dolor es muy posible que lastimemos a otros y a nuestra fuerza. Yo no quiero romper nada, yo quiero unir.
P. El expresidente Macri, como aliado de Milei, ha dicho que en la calle hay que enfrentar a los orcos que se opongan a las medidas del nuevo Gobierno. ¿Qué piensa?
R. Verifica una vez más que es un caradura. Macri debería llamarse a silencio. Su honestidad en este mismo despacho la puedo poner en tela de juicio por muchas cosas y estoy esperando que responda ante la Justicia por varias causas por las que la justicia todavía no lo citó.
P. ¿Pero cree que habrá resistencia?
R. Lo primero, y se lo dije a Milei, es que nosotros tenemos que bajar los decibeles de la confrontación interna, tenemos que recuperar la convivencia democrática, es decir, respetar que otro piense de otro modo. Eso no quiere decir que nos tengamos que quedar callados porque ahora ganó el opositor.
P. ¿No teme a los cuestionamientos de Milei a los consensos democráticos?
R. ¿Por ejemplo?
P. Negacionismo de la dictadura.
R. Ese es un grupo.
P. El de Victoria Villarruel, y será vicepresidenta.
R. Veremos. Quiero creer que ella siendo vicepresidenta no seguirá teniendo una mirada negacionista de lo que fue la mayor tragedia argentina. Entiendo que viene de una familia militar y que debe haber vivido esa situación como una tragedia personal. Descubrir que se ha vivido entre torturadores, asesinos y desaparecedores de gente debe ser muy traumático para cualquiera, pero no puede negarse semejante cosa.
P. Cuando consulta con los militares, no todos están de acuerdo con Villaruel.
R. Yo fui el primer presidente de la democracia cuyo jefes de las Fuerzas Armadas, todos, salieron de la democracia. Esos jefes no han participado en nada de esto y no tienen ganas de que se los involucre y no merecen ser involucrados. Además, son cuentas saldadas institucionalmente. Se trata de casos que fueron enjuiciados y condenados con todas las garantías que ofrece el debido proceso. Me parece que es un tema que no está en discusión, por más que alguien lo levante. Entre muchos de los que los han votado no está esa vocación negacionista.
P. ¿Cuál es el día que más va a añorar de su presidencia?
R. Fue una presidencia donde pasaron muchas cosas. La verdad es que nos pasó de todo. La deuda que heredamos de Macri, la pandemia con un sistema de salud que había sido desmantelado; cuando salimos de eso nos pasó la guerra en un momento en que la Argentina tenía que importar energía para poder seguir produciendo, luego la peor sequía en 100 años. En el medio se nos murió Maradona, en el medio atentaron contra Cristina. La muerte de Maradona y el atentado contra Cristina fueron dos tremendos episodios que me tocaron vivir.
P. ¿Por qué fue tan fuerte la muerte de Maradona para el Gobierno?
R. Estábamos en mitad de la pandemia y Maradona fue, es y será un ídolo nacional, es un ser al que amamos profundamente los argentinos, que valoramos eternamente. Celebramos la existencia de Messi, pero Maradona es Maradona y se me murió en el medio de la pandemia y teníamos que rendirle los tributos que Maradona merecía cuando no se podía hacer eso.
P. ¿Cómo fue el debate para autorizar gente en la plaza? Se criticó mucho que se permitiese aquel funeral.
R. Fue imparable, porque era Maradona. El otro día, ordenando cosas para volver a mi casa me encontré con las dos camisetas dedicadas de Maradona y, la verdad, me puse a lloriquear. Maradona es único, inigualable.
P. Le preguntamos por el día más bueno, pero usted solo habla de los más difíciles
R. Siempre hablamos con Néstor [Kirchner] que cuando vos estás acá es difícil recibir buenas noticias. Pero recuerdo el día que pusimos en marcha el plan de vacunación contra la covid. Estaba pendiente de la llegada del avión que traía las vacunas, había hablado cuando había salido de Moscú con [la ministra de Salud] Carla [Vizzotti] y [la asesora presidencial] Cecilia [Nicolini].
P. ¿Lo que hereda su sucesor va a ser mejor de lo que usted recibió?
R. Ustedes le hicieron un reportaje a Sergio Massa y le preguntaron qué diferencia va a haber entre el Massa ministro y el Massa presidente. Él contestó: 40.000 millones de dólares de diferencia. Los 40.000 millones que yo no tuve acá los va a tener el que viene.
P. ¿Cómo es criar una familia en una residencia presidencial? Tuvo un hijo durante su mandato.
R. Es igual que en cualquier otro lado, solo que con muchísimo más espacio. No me voy de Olivos sin darle un beso a Francisco y llego a Olivos y lo primero que pregunto es dónde está Francisco. Para mí fue muy lindo. En un momento muy difícil que me tocó vivir, fue un haz de luz en mi vida.
P. ¿Y qué planes tiene para el 11 de diciembre?
R. Tengo algunas propuestas para irme a España a volver a dar clases. Me parece que está bien que tome distancia. Felipe González decía que los expresidentes somos floreros chinos, porque somos valiosos pero no saben adonde meternos. Hay que dejar que el que llega pueda trabajar sin tener eso que uno tuvo desde el primer día, que fue el acoso permanente de no dejarnos hacer.
P. ¿Va a participar del debate interno del peronismo?
R. Claro que voy a participar.
P. ¿Teme la deriva que pueda tener la política exterior argentina?
R. Sí, ya lo estoy sintiendo. Lo he hablado con Milei y le he advertido mi mirada sobre cómo geopolíticamente Argentina está parado en el mundo y los riesgos que significan las miradas que él ha planteado. Llamarlo a [Luiz Inácio] Lula [da Silva] comunista es cuanto menos llamativo. Podemos hablar con [Joe] Biden, con [Vladímir] Putin, con Xi Jinping o con Pedro Sánchez y no quisiéramos perder esa libertad. Ya no existe Occidente y el comunismo, lo que hoy hay es una disputa comercial entre China y Estados Unidos. He recibido la preocupación del Gobierno chino, he hablado con Lula y he hablado con el presidente electo y le he dicho que tenga cuidado con estas cosas.
P. ¿Tuvo una respuesta positiva?
R. Sentí que me escuchó, no sé lo que hará.
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