La periferia de Buenos Aires, territorio en disputa donde se refugia el peronismo
Milei acude al histórico bastión, donde viven 11 millones de personas y vota el 24% del electorado
Sobre la mesa, hay panfletos peronistas, mate y galletitas; hay una caja de cartón forrada con la cara del candidato y hojas que preguntan: “¿Por qué creés que la gente votó a Milei? ¿Sabés todos los derechos que perdemos si gana? ¿Con qué partido te identificás? ¿Qué pensás de las medidas de Massa?”. Escritas en bolígrafo color azul, los vecinos de La Matanza han dejado sus respuestas. En las elecciones primarias de agosto, los argentinos votaron, en su mayoría, ...
Sobre la mesa, hay panfletos peronistas, mate y galletitas; hay una caja de cartón forrada con la cara del candidato y hojas que preguntan: “¿Por qué creés que la gente votó a Milei? ¿Sabés todos los derechos que perdemos si gana? ¿Con qué partido te identificás? ¿Qué pensás de las medidas de Massa?”. Escritas en bolígrafo color azul, los vecinos de La Matanza han dejado sus respuestas. En las elecciones primarias de agosto, los argentinos votaron, en su mayoría, al candidato ultra Javier Milei (La Libertad Avanza); pero acá, en el área metropolitana de Buenos Aires, donde se concentra la mayor cantidad de electores, el triunfo fue para el peronista Sergio Massa. Pese al golpe a nivel nacional, el peronismo tiene en el conurbano bonaerense su refugio y confía en conservarlo en las elecciones generales del domingo.
En este conglomerado de más de 11 millones de habitantes y 24 municipios que rodean a la ciudad de Buenos Aires por el norte, el sur y el oeste votará el 24% del padrón argentino, según datos de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Su importancia electoral es tan alta que todos los candidatos concentran la recta final de sus campañas en este territorio. Las encuestas muestran a Milei a la cabeza, aunque ese dominio no le daría para ganar en primera vuelta, como analiza Jorge Galindo para EL PAÍS. De producirse una segunda vuelta, Massa es su rival más probable, aunque la ventaja que tiene con Patricia Bullrich, de la derecha tradicional de Juntos por el Cambio, está dentro del margen de error.
La disputa por el voto en el conurbano es puerta a puerta. “Tenemos fe”, afirma Daniel González, un hombre de 31 años que reparte este jueves panfletos con el rostro de Sergio Massa en una calle peatonal de Laferrere, en La Matanza. González avanza con una decena de integrantes de una agrupación barrial peronista. Aunque el peronismo retuvo este histórico bastión en las primarias, ellos hablan con los vecinos, intentan convencer, porque han visto el avance de la extrema derecha. Es temprano y los comerciantes comienzan a abrir sus locales e instalar sus puestos. Venden calcetines, viseras, chipá, bijou. A pocos metros pasa el tren.
Uno de los primeros panfletos de la mañana se lo entregan a Miguel Ángel Escobar, de 68 años, que vende pendientes en un puesto sobre la calle. Él llegó al conurbano a los 18 años, “expulsado” de la capital. No terminó el secundario, al igual que su esposa, pero sus tres hijos estudiaron en la universidad pública. No se define como votante peronista, aunque apoyará a la coalición que encabeza Massa, el actual ministro de Economía de un país en el que la tasa de inflación se acerca al 140% interanual. “Yo soy partidista de un Gobierno popular, que se preocupe de la gente como uno”, asegura mientras atiende a clientes que preguntan, pero no compran.
— ¿Qué precio tienen?
— Estos están a 1.000 pesos. Son para lucirse esos aritos [pendientes].
“Le dije 1.000 pesos [menos de un dólar]. Este arito, la semana pasada, yo lo vendía a 700. Ayer fui a comprar a mi proveedor y me sale 700 de costo. Qué voy a hacer”, explica. “La situación, no hay que mentir, está muy difícil”. Pero aun así apoya al candidato peronista. “Lo que uno espera es que la gente tenga trabajo, que cuando llegue el verano se pueda ir diez días a la costa o a visitar a algún familiar a 1.000 kilómetros. Son cosas que se pudieron hacer. Yo lo pude hacer durante el Gobierno de Néstor y Cristina [Kirchner], durante el Gobierno peronista. Después no. Cuando vino el macrismo, me había comprado dos [aparatos de] aire acondicionado y no los podía usar porque no podía pagar las tarifas”.
Este territorio se configuró a partir de un proceso que inició tras la crisis de 1929, según fecha el historiador Carlos Pagni en El nudo. Por qué el conurbano bonaerense modela la política argentina. Su urbanización estuvo ligada al modelo industrialista impulsado por el peronismo en los años cuarenta del siglo pasado y, en 2001, el terremoto de la crisis económica, política y social que sacudió Argentina tuvo allí el epicentro. Las cifras muestran que el 46% de sus habitantes viven en situación de pobreza y que el desempleo supera el 8%. Es, sin embargo, un mosaico heterogéneo y desigual. En un municipio como Presidente Perón el porcentaje de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) alcanzaba el 19% en 2010, el último dato disponible; en el otro extremo está Vicente López, con un 2,4%.
“Es como un país condensado”, compara Bárbara Couto, decana del Instituto del Conurbano de la UNGS. La socióloga explica que el arraigo del peronismo en esta zona tiene que ver con que la agenda del movimiento “está muy vinculada al empleo urbano” y a la articulación política “en el diálogo con las corporaciones”. “Muchos trabajadores que son expulsados de las economías regionales buscan en las grandes ciudades oportunidades de empleo, y el conurbano es donde está la concentración de fábricas y de oportunidades en empleos vinculados a los servicios, al comercio, etcétera. A su vez, eso nuclea colectivos más o menos organizados”, sostiene.
El sostén del conurbano
En las elecciones primarias de agosto, la alianza peronista Unión por la Patria fue la tercera fuerza más votada en el país. Fueron los peores resultados de los últimos años. Los precandidatos presidenciales que se disputaban la interna, el actual ministro de Economía, Sergio Massa, y el dirigente social Juan Grabois, obtuvieron en conjunto el 27,2% de los votos. Delante del peronismo quedaban la alianza conservadora Juntos por el Cambio, que obtenía un punto de ventaja entre sus dos candidatos, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, y el candidato ultra de La Libertad Avanza, Javier Milei, que fue el más votado.
Al enfocar el conurbano, sin embargo, la situación cambia. La fuerza más votada en este territorio fue Unión por la Patria, que ganó en 18 municipios, seguido por la coalición conservadora Juntos por el Cambio, que obtuvo victorias en seis; La Libertad Avanza quedó segunda o tercera y no llegó a ser favorita en ninguno. El gobernador provincial, el kirchnerista Axel Kicillof, hizo también una buena elección y los sondeos auguran que logrará su reelección.
“El peronismo en las elecciones primarias se sostuvo en el noreste del país y en la provincia de Buenos Aires. Gran parte de ese sostén se dio con el voto obtenido en el conurbano”, explica el politólogo Facundo Cruz, autor del boletín La gente vota, de Cenital. “Ese sostén es doble: en términos nacionales y provinciales. Sin duda, a nivel nacional, uno de los principales apoyos a Unión por la Patria fue el voto en el conurbano; lo mismo ocurrió en la provincia. En un segundo nivel, más local, muchos de los intendentes identificados con el peronismo fueron ratificados”, explica Cruz.
El politólogo dimensiona el peso de este territorio en las elecciones argentinas: “Primero, ahí está una gran proporción de los electores: la mayor concentración en términos nominales y por kilómetro cuadrado está radicada en la zona del conurbano; es un caudal electoral que cualquier espacio político trata de ir a conquistar. Segundo, representa una gran afluencia de votos que históricamente han sido peronistas”. “Cuando al peronismo le va mal o cuando está dividido”, indica Cruz, “muchas de las explicaciones se van a buscar primero al conurbano”.
Este territorio en disputa es clave para los candidatos en un escenario de tercios como el que ha quedado configurado de cara a las elecciones generales del 22 de octubre. Los tres candidatos presidenciales intensificaron los recorridos por los municipios de esta geografía tras las primarias. Sergio Massa, el ministro-candidato, anunció desde allí medidas que pretenden paliar la devaluación del peso e inauguró obras; Patricia Bullrich salió de gira a bordo de la Patoneta, su motorhome de campaña, y Javier Milei visitó la zona motosierra en mano.
Milei, el cambio radical
Escoltado por Carolina Píparo, su candidata a gobernadora bonaerense, Milei ha salido a la caza de votos entre aquellos desencantados tanto con el kirchnerismo como con el macrismo. Hace un par de semanas, en el partido bonaerense de San Martín, unas 500 personas participaron en la caravana del candidato ultra. Eran pocas, pero ruidosas. La música de los bombos se mezclaba con gritos de “¡Viva la libertad, carajo!” y el sonido de la motosierra que usa el candidato en sus mítines. Es un símbolo del recorte de privilegios políticos y de gasto público que se avecina si llega a la Casa Rosada.
“Lo voy a votar porque estoy harto, los políticos llevan años robando”, critica Ezequiel, repartidor de comida de 24 años. Se acercó a la caravana de San Martín con su madre, Teresa, a quien intenta convencer para que también lo vote. “Estoy enojada con Alberto [Fernández] porque no hizo nada de lo que prometió. Estamos peor, no mejor que antes”, cuenta esta vendedora de 42 años, quien cree que el presidente y su segunda, Cristina Fernández de Kirchner, estuvieron más ocupados en pelear por el poder que en resolver los problemas de los argentinos. En las primarias no fue a votar y aún no ha decidido si lo hará en las generales del 22 de octubre.
Milei cree que los escándalos que han salpicado en las últimas semanas al peronismo gobernante pueden favorecerlo por aumentar aún más la indignación contra la “casta” política. El más sonado lo protagonizó Martín Insaurralde, uno de los hombres fuertes del Gobierno bonaerense, quien tuvo que renunciar al cargo y a su candidatura a concejal de Lomas de Zamora. Las fotografías y vídeos de Insaurralde a bordo de un yate de lujo en Marbella con la modelo Sofía Clerici se viralizaron con rapidez y provocaron duras críticas, incluso desde las propias filas.
El peronismo ganó en las primarias en Lomas de Zamora, donde viven más de 400.000 personas. Sin embargo, muchos vecinos no perdonan al exalcalde esas ostentosas vacaciones, que contrastan con la miseria creciente en los barrios periféricos. “Vi las imágenes y me enojé mal, sentí que nos tomaban el pelo. Insaurralde tendría que estar acá resolviendo los problemas de la gente, la inseguridad, y no en España”, asegura Gonzalo, un programador informático lomense de 41 años. “Siempre fui peronista, pero me harté de los políticos corruptos”, sentencia.
La oposición quiere sacar rédito del descontento vecinal: tanto Milei como Bullrich han convocado actos electorales en Lomas de Zamora en la última semana de campaña. En la caravana de Milei celebrada este lunes, más de 1.000 personas se apretujan para intentar llegar lo más cerca posible del Peluca. Lo graban con sus teléfonos celulares, le acercan libros, carteles y peluches para que se los firme y lo vitorean al grito de: “la casta tiene miedo”, “se siente, se siente, Milei presidente”. A su alrededor flamean banderas amarillas con el logo de un león, el animal rey con el que se identifica el candidato ultra.
“Muchos están enojados”, reconoce Liliana Tastaca, de 45 años, que como Daniel González reparte panfletos azules con la cara de Sergio Massa. “Mucha gente busca estar mejor. Pero entendemos que el camino es este”, defiende. En las encuestas que han realizado en los últimos días, las respuestas muestran que los votantes piden al próximo presidente que atiendan unas prioridades que se repiten: “seguridad para todos”, “trabajo”, “educación”, “orden”, “economía”. En unos días concurrirán a las urnas.
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