Axel Kicillof: “Milei quiere resolver los problemas de Argentina con ideas ridículas del siglo XIX”
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, principal dirigente del kirchnerismo y aspirante a la reelección, habla de la crisis económica, del peronismo y del crecimiento electoral de la ultraderecha
En una temporada inesperada de cisnes negros el peronismo gobernante debió, en agosto, asimilar el tercer puesto en las primarias de las elecciones presidenciales y el éxito de Javier Milei, el líder de la derecha más radical. El segundo cisne negro apareció el sábado pasado. El gobernador Axel Kicillof (Buenos Aires, 52 años) hablaba en un acto en San Vicente cuando recibió en su celular las historias de Instagram de las que empezaba a hablar la Argen...
En una temporada inesperada de cisnes negros el peronismo gobernante debió, en agosto, asimilar el tercer puesto en las primarias de las elecciones presidenciales y el éxito de Javier Milei, el líder de la derecha más radical. El segundo cisne negro apareció el sábado pasado. El gobernador Axel Kicillof (Buenos Aires, 52 años) hablaba en un acto en San Vicente cuando recibió en su celular las historias de Instagram de las que empezaba a hablar la Argentina. Su jefe de gabinete, Martín Insaurralde, y la modelo y emprendedora Sofía Clerici, compartían en una fecha incierta de septiembre un día de navegación en el yate Bandido, en la costa de la española Marbella. En las historias aparecieron, también, regalos suntuosos en la misma semana que se conoció que la pobreza había superado el 40% del país.
Kicillof llamó de inmediato por teléfono a Insaurralde, ex intendente del partido de Lomas de Zamora y de extenso recorrido en el peronismo bonaerense. Ambos acordaron su salida del Gobierno provincial antes del cierre de la edición dominical de los periódicos. Desde entonces existen múltiples hipótesis sobre las publicaciones en Instagram. El funcionario despedido ha dicho en privado que es víctima de una extorsión y ahora debe afrontar procesos judiciales por enriquecimiento ilícito y otros. Aún resultan impredecibles las derivaciones del caso y su impacto en las elecciones nacionales y provinciales del 22 de octubre.
Kicillof no es cualquier dirigente peronista. Es el custodio del último baluarte del peronismo: la provincia de Buenos Aires, con 17,5 millones de habitantes, representa el 37% del padrón nacional. Doctor en Economía, ex ministro de Hacienda de Cristina Fernández de Kirchner, ganó las elecciones primarias de la provincia con el 36% de los votos contra el 32% de la suma de los dos precandidatos del opositor Juntos por el Cambio y el 24% de Carolina Píparo, de la Libertad Avanza de Milei.
Este miércoles, en su despacho de la ciudad de La Plata, el gobernador habló durante dos horas y media sobre Milei, el caso Insaurralde, el gobierno nacional, su gestión en Buenos Aires y la necesidad de componer nuevas canciones para renovar al kirchnerismo. Lo que sigue es una ajustada síntesis.
Pregunta. En 1999 usted participó del 501, un grupo de jóvenes que se fueron a más de 500 kilómetros del lugar de la votación el día de la elección presidencial como un gesto de repudio a las ofertas electorales de entonces. ¿Por qué creé que ahora vuelve esa bronca y cómo se ve desde el Gobierno?
Respuesta. Participo en política desde los 13 años y creo profundamente en la política, en la democracia. La elección de 1999 marcaba los pasos previos a lo que terminó siendo la crisis más grande de la historia de Argentina, la crisis del 2001, con una destrucción del aparato industrial y productivo y un crecimiento sistemático del desempleo. Los dos candidatos con posibilidades de ganar [el radical Fernando de la Rúa y el peronista Eduardo Duhalde] eran una continuidad con el neoliberalismo y nosotros éramos muy críticos del neoliberalismo. Nuestro punto no era “que se vayan todos”, sino que aparezca algo nuevo. La enorme mayoría de los que participamos de esa reacción y de esas manifestaciones terminó sumándose de una forma o de otra al kirchnerismo. Ahora hay un sector de la sociedad, no tan mayoritario como en 2001, que sí descree de las opciones políticas mayoritarias: una de derecha, que es Juntos por el Cambio, y otra peronista y kirchnerista. Hubo dos gobiernos seguidos: el de Mauricio Macri que fue un desastre total y estos cuatro años de gobierno peronista que, pandemia, guerra en Europa y sequía de por medio, no pudo dar respuesta a un problema central, que es el de la redistribución y el poder adquisitivo de los salarios.
P. ¿Qué otros factores explican esa bronca?
R. Hay insatisfacción con la calidad educativa, con la prestación de salud, con problemas de acceso a la vivienda, de acceso a la tierra. Lo que Cristina [Kirchner] llamó “insatisfacción democrática”. Lo más fuerte de esta etapa, tiene que ver con que se esperaba que después del desastre del macrismo hubiera una rápida recuperación de niveles de ingreso y de niveles laborales. El Gobierno que votaste no te resolvió lo que vos considerás que te tenía que resolver.
P. Javier Milei representa parte de esa bronca y tienen una coincidencia con usted: ambos son economistas y ven Argentina y el mundo desde ahí. Uno de sus libros, basado en su tesis doctoral, propone desde el título Volver a Keynes y Milei quiere enterrarlo para siempre. ¿Cuáles son sus diferencias con el Milei economista?
R. Milei es miembro de un grupo muy pequeño, marginal, desplazado hoy de la academia y sin ningún peso, que son los economistas austríacos. Es una escuela cuyos últimos avances teóricos ocurrieron en los últimos tres decenios del siglo XIX. Más antiguo,más fuera de época, más refutado no puede ser. Es una escuela muy fudamentalista que piensa que el mercado solo resuelve todo. Y a veces brota esta escuela en momentos determinados, generalmente vinculados a determinadas crisis y, obviamente, termina con soluciones de extremo como la dolarización, que es en realidad una manera de decir que no debe haber ni Estado ni moneda. Es como un terraplanismo en economía. Es una novedad: nadie hasta ahora había dicho ‘voy a resolver los problemas de la Argentina con ideas añejas y ridículas de economistas austríacos del siglo XIX’.
P. ¿Y cómo se explica que con esas ideas tenga tantas chances de ser presidente?
R: No creo que sus ideas económicas le hayan dado el triunfo. ¿Hay mucha inflación? Sí. ¿Hay muchas cosas que no andan bien? Sí. ¿Hay frustración? Sí. Milei tampoco va a convencer con argumentos económicos. ¿Qué es lo que ofrece entonces? Un milagro. Lo voy a hacer con una metáfora. Una persona tiene una enfermedad, consulta a su médico y no se lo resuelve. Consulta a otro médico y tampoco se lo resuelve. Y entonces termina en el curandero, y lo digo sin menospreciar ninguna creencia. Pero lo que aparecen son milagros. Presuntos milagros. Dolarizar.
P. Pero hay algo muy eficaz que parece ser la denuncia de una casta política privilegiada que con episodios como los de su ministro Insaurralde en Marbella parecen corporizarse y salir de ese esoterismo.
R. Empiezo con Milei y la idea de casta y luego voy a lo otro. Milei sortea su sueldo de diputado. Yo fui diputado, si no cobraba el sueldo me moría de hambre porque no tenía otra forma de ingreso. Y tengo una familia. Yo vivo de mi sueldo. El gerente de un supermercado grande gana más que yo y tengo bajo mi responsabilidad 650.000 trabajadores y trabajadoras del Estado. Milei está flojito de papeles en relación a la casta. Está rodeado de un sistema de casta, que es la gente que hace mucho tiempo hace política y ya fracasó. Y segundo, él ha vivido siempre de asesor de diputados, trabajando para empresas privatizadas que son contratistas del Estado. Después está la cuestión de lo que pasó acá en la provincia de Buenos Aires. Ver una foto de un dirigente político, de un funcionario, que está en una situación tan alejada de la realidad, y sí, es algo que enoja y levanta preguntas.
P. ¿A usted lo enojó?
R. Y sí, por supuesto. Yo no lo sabía. Si me hubieran consultado sobre ese viaje obviamente le hubiera dicho que no. Entonces se lo apartó del Gobierno.
P. ¿La designación de Insaurralde como jefe de Gabinete fue una sugerencia de Máximo Kirchner (hijo de la presidenta y muy próximo al funcionario renunciado)?
R. Yo formo parte de un Gobierno de coalición. Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora por muchos mandatos consecutivos, cuarto distrito más grande de la provincia, con una gestión que tiene para mostrar, es parte de esa coalición. No es el Gobierno de Axel Kicillof.
P. ¿Fue satisfactoria su gestión como jefe de Gabinete?
R. La Jefatura de Gabinete la ejerció y tuvo un problema por el cual se tuvo que ir. Obviamente con su estilo, con sus responsabilidades. No sabía que estaba en un yate y eso no es compatible con mi Gobierno.
P. Pero sí sabía que tenía una relación de mucha proximidad, entre otros, con empresarios del juego, y era algo muy evidente en toda su carrera política.
R. Pero yo no soy juez.
P. No es un tema judicial.
R. Si hubiera habido denuncias o sentencias y hechos de corrupción vinculados a eso o cualquier cuestión, obviamente que hubiese sido un impedimento. No es que quiero tirar la pelota. Es campaña, lo que pasó es un hecho grave. El macrismo conformó un Gobierno con gente como Daniel Angelici [ex presidente de Boca Juniors] y gente vinculada al juego o en los peajes y eran directamente dueños de empresas.
P. No recuerdo si Angelici estaba procesado o condenado, pero no fue jefe de Gabinete.
R. Los vínculos que se conocen o se sospechan o que circulan no son prueba de determinado delito.
P. Pero son señales o decisiones políticas, poner de jefe de Gabinete a alguien asociado a…
R. (se adelanta) ... el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires regula muchísimas actividades. Yo observo algo y actúo inmediatamente, pero no puedo actuar sobre presunciones. Un ministro de Seguridad en ejercicio del Gobierno de la Ciudad, en medio de un hecho de inseguridad, estaba en el abierto de Estados Unidos. Tardaron, encubrieron, taparon, se hicieron los distraídos, no dieron la cara. Yo di la cara inmediatamente y actué inmediatamente.
P. ¿Le pidió la renuncia o Insaurralde renunció?
R. Ese día tenía que renunciar. Él presenta la renuncia y yo la acepto. Y después todas las explicaciones ante la sociedad las tiene que dar él. Me da bronca, estamos en campaña y ahora es el único tema. Nosotros actuamos e incluso empecé los pasos para disolver la Jefatura de Gabinete.
P. El martes, Sergio Massa (ministro de Economía y candidato a presidente del peronismo) corrió a Insaurralde y puso el foco en Sofía Clerici, la modelo que lo acompañaba: dijo que tiene antecedentes y dio a entender que hay algo sospechoso, ¿cuál es la hipótesis que tienen?
R. Oí y escuché un hervidero de hipótesis. Tampoco puedo decir ahora ‘le plantaron algo’, como escuché, o ‘se la armó' o ‘es una extorsión”. Tampoco puedo dedicarle mi día entero a esto. Los bonaerenses no me perdonarían que yo esté viendo si esta señorita…
P. Este episodio es contemporáneo al caso de un empleado de la Legislatura detenido con casi 50 tarjetas de débito con los que cobraba sueldos de fucionarios y reportaba a Federico Otermín, presidente de la Cámara, candidato de Lomas de Zamora y la persona de más absoluta confianza de Insaurralde. En su libro Y ahora qué, publicado antes de llegar a la gobernación, usted sostiene que hay dos modelos posibles de financiamiento de la política: el privado a lo Macri o el estatal a la mexicana y opta por lo segundo. A la luz de estos casos, ¿creés que hay que avanzar hacia esa financiación puramente estatal?
R. Yo vengo hablando de eso hace tiempo y presenté una ley de transparencia y ética pública. Hay una doble vara clarísima: la ex gobernadora ¨[la macrista María Eugenia Vidal] se compró un departamento y creo que está judicializado porque fue un crédito que le dio alguien. Vengo trabajando con el modelo mexicano y me parece importante avanzar.
P. Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia, viene planteando la necesidad de una reinvención de la izquierda continental. Usted lo puso en otros términos: componer nuevas canciones. ¿En qué está pensando?
R. Álvaro es un intelectual de referencia. Hay un sector de la sociedad que hoy tiene un malestar, un enojo o insatisfacciones democráticas. Nosotros no estamos encontrando el registro, el vocabulario, los temas y, más todavía, las propuestas y las soluciones para interpelar, para convencer. Tal vez decir lo mismo de una manera distinta y que se entienda mejor. Ahora, ¿uno está dispuesto a decir cualquier cosa para que suene atractivo? La respuesta es no. Ahora parece que el que se enoja gana. No es una discusión sobre nuestros principios lo que está en juego, ni sobre nuestra orientación ni sobre nuestro propósito: es sobre cómo llegamos ahí, cómo transmitimos y cómo acumulamos en términos, no de votos, sino de representación política. La rebeldía es enfrentarse con los poderes establecidos, no andar puteando gente en los canales de televisión. Y cuando te enfrentas a los poderes establecidos pasa lo que le pasa a Cristina: persecución judicial, intento de asesinato. Milei no confronta con los intereses dominantes de Argentina. Es el mejor amigo.
P. No queda claro cuáles serían esas nuevas canciones.
R. Cristina dijo ‘nuestro movimiento es nacional, popular, democrático y feminista’. Bueno, eso fue una nueva melodía. Hemos creado un Ministerio de Ambiente que Milei quiere cerrar porque piensa que no hay cambio climático. Terraplanismo. Frente a eso, el ambientalismo popular, que es una discusión novedosa.
P. En la próxima etapa que viene, ¿cómo el peronismo debería reformular la conducción política después de la no satisfactoria relación entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta?
R. Massa está planteando un Gobierno de unidad nacional, que es más grande que una coalición. Incluso dijo que podría tener funcionarios de otras fuerzas políticas. Puesto en marco histórico, diferencias puede haber, el tema es cómo se dirimen, cómo se tramitan, cómo se resuelven y finalmente cómo se toman las decisiones. Tenemos que estar claros con algunos aspectos, como dijo Cristina. Sergio planteó otra actitud distinta ante el Fondo Monetario Internacional, que coincide más con mi perspectiva que con la que, por ejemplo, tuvo [el exministro de Economía Martín) Guzmán, que era decir ‘el Fondo cambió y quiere ayudar’. ¿Cuál fue mi respuesta desde el día uno? No hay programa bueno del Fondo.
P. ¿Entonces qué debería hacer la Argentina con el Fondo?
R. Plantarse con el Fondo y que el Fondo reconozca que fue un crédito político el que le dió a Macri. Ahora van a decir ‘le echan la culpa al Fondo’, pero la realidad es que el Fondo Monetario vuelve en 2018 y a partir de ahí se dispara la inflación. Los programas del Fondo dicen que si vos tenés una inflación de 2% tiene que haber al mes siguiente una devaluación del 2%. Entonces, si cada vez que hay una inflación te obligan a hacer una devaluación igual, eso espiraliza la inflación. No quieren ayudar a la Argentina. Quieren cobrar. Te prestaron en dólares, para que vos les puedas devolver los dólares que te prestaron.
P. Un tribunal neoyorquino acaba de fallar contra Argentina y la condenó a pagar 16.000 millones de dólares por haber expropiado un 51% del capital de YPF, su empresa petrolera. Usted era el ministro de Economía. ¿Por qué no se hizo la expropiación o la nacionalización completa, como indicaba el estatuto?
R. Acá estamos hablando de otra cosa. Se nacionalizó porque la empresa estaba en camino a su vaciamiento. Lo hablé con el propio Antonio Brufau, que estaba a cargo de la YPF de Repsol. ‘Nosotros somos una empresa privada y preferimos invertir en otro lado’, me dijo. Ya se había descubierto Vaca Muerta y estaba cayendo la producción y las reservas de hidrocarburos en Argentina por la actitud que tenía Repsol, que era dueña de 40% de Vaca Muerta. Había que cortar esa sangría rápidamente haciendo simplemente que YPF invirtiera en Argentina. ¿Entonces qué hace el Congreso? Declara como bien público el autoabastecimiento energético. Y dice que para qué haya autoabastecimiento energético lo más urgente y lo más necesario es tener el control sobre la compañía. ¿Cómo se nacionaliza? Haciendo la mínima erogación posible. Entonces lo que se expropió fue 51% del paquete accionario a un sólo accionista. Hay una ley nacional que tiene jerarquía constitucional que dice si un país cualquiera o Argentina ve que algo es de interés nacional, entonces el Congreso, no el Gobierno o el poder Ejecutivo, tiene que votar. Se votó con una amplísima mayoría y se recuperó el control de la compañía. Desde el principio, cuando plantearon un juicio en Nueva York, dijimos que se trataba de Derecho argentino. ¿Cuál fue el problema después? Que los accionistas dijeron ‘pero acá el estatuto de la compañía dice que si alguien viene y compra un 15% de las acciones tiene que pagarme a mí lo mismo’. Pero acá nadie compró ninguna acción, no hay una compra, hay una expropiación. O sea, en el derecho argentino estuvo perfectamente hecho y aplicado. Después puede haber reclamos judiciales, lógicamente, cualquier operación de estas puede aparecer. ¿Dónde apareció? En Nueva York. ¿Por quién? No por los damnificados, sino por un fondo buitre que compró el juicio para accionar en un tribunal. Obviamente vale más la Constitución Argentina, obviamente vale más lo que diga el Congreso. Es un disparate jurídico lo que se está tratando en Nueva York y va contra la soberanía jurídica, económica y nacional. Es una sentencia absolutamente disparatada.
P. Hay una frustración general en los gobernantes con las cosas que imaginaban que podían hacer y que después por las contingencias no pueden hacer. ¿Cuáles son esas frustraciones al frente del Gobierno de la provincia?
R. No son frustraciones. Yo nunca pensé que eran cosas para resolver en dos minutos. En todo hay imperativos a los que hay que dedicar el doble de los esfuerzos para concretarlos. Tuvimos casi un año y medio de pandemia, absolutamente inesperado. ¿Qué expectativas había? Que el sistema sanitario de la provincia de Buenos Aires iba a ser el primero en colapsar. No hubo un solo bonaerense que se quedara sin una cama, sin atención médica, sin respirador. En otras provincias sí pasó y no tienen la complejidad y la dimensión de la provincia de Buenos Aires. Yo asumo, además, en tierra arrasada. Sabía que recibía una provincia endeudada y en la cual el primer día de gobierno tenía 16.000 presos en huelga de hambre, porque había una deuda y no se les pagaban los insumos de comida y de remedios al sistema penitenciario bonaerense. ¿Qué expectativas? Hemos hecho un montón de cosas que yo no había prometido. ¿Qué esperaba? Hacer lo máximo posible. Hicimos 201 escuelas. Y tuvimos que reestructurar la deuda mientras hacíamos todo esto. El gobierno de Vidal, en promedio, gastaba 4% en obra, en bienes de capital, en infraestructura. Nosotros hemos llegado en el presupuesto al 11%.
P. En uno de sus libros usted critica a Macri por haber elegido a una ministra de Seguridad (Patricia Bullrich, candidata a presidenta de Juntos por el Cambio) pensando más en Rambo que en políticas de seguridad. Su ministro de Seguridad durante toda la gestión, Sergio Berni, por estilo, y por formas, responde también al modelo Rambo. ¿Finalmente el modelo Rambo no es tan malo?
R. Cuando yo hablaba de Bullrich, que justo está de moda ahora, y dije esto de Rambo, era porque acababa de aparecer vestida de militar como si estuviera ahora en Ucrania. Berni hace otra cosa totalmente distinta a lo que hace Bullrich. Está todo el día en la calle. Se mete en los barrios, va primero en el batallón, no manda a los soldados. Cuando recibimos la policía de la provincia de Buenos Aires le habían bajado un 30% el sueldo. Compramos 4.500 patrulleros y los distribuimos en toda la Provincia, compramos chalecos antibalas. La transformación profunda lleva tiempo. Recuperar la confianza de la sociedad con la policía lleva tiempo.
P: Carlos Pagni, columnista de EL PAÍS, publicó este año El Nudo, un libro muy importante sobre la provincia de Buenos Aires. Allí no se advierten tantas rupturas en su gestión, sino más bien una crisis extendida desde 2001. Y plantea que para desatar el nudo se requiere un cambio en la matriz productiva que puede llevar entre 30 y 35 años.
R. Hay partes que me gustan del libro y otras no, como las partes históricas. Durante los 12 años de Néstor Kirchner y Cristina hubo grandes inversiones en la provincia. Para cambiar o seguir cambiando más se requiere de una gran inversión, una megafondo del conurbano. Pagni dice que hubo una desindustrialización y ya no se puede volver. Yo creo que sí, que puede tardar 35 años, y que mañana puede ser el primer día de esos 35 años.
P. Hay un escenario posible, a juzgar por la foto de las encuestas, de un Gobierno de Milei a nivel nacional que conviva con uno suyo a nivel provincial. ¿Cómo imagina esa convivencia?
R. Yo no sé qué velocidad qué magnitud tendrían las reformas de Milei. El dijo algo que, por ignorancia, beneficia a la provincia: si cada provincia se va a quedar con todo lo que aporta a la Nación, la provincia sale ganando. Ahora aporta el 40% y se queda el 20%. Ese esquema de Milei beneficia a la provincia, pero es un gran golpe al país federal. El plan Milei es el mismo programa del gobierno de Carlos Menem [presidente peronista de 1989 a 1999] y el de Macri y Vidal: financiarización y primarización de la economía. A la provincia de Buenos Aires eso la destruye. Si hay un Gobierno nacional ajustador, antiindustrial y privatizador la provincia no puede hacer, por ejemplo, las 100.000 cuadras de tierra que debe asfaltar. Así de sencillo y claro.
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