Argentina investiga el asesinato de una periodista que denunciaba a la policía local de su provincia

Los familiares de Griselda Blanco, que murió estrangulada y por cuyo crimen fue detenida su expareja, denuncian que fue asesinada por sus investigaciones periodísticas

Griselda Blanco, en una imagen de sus redes sociales.RR SS

La periodista Griselda Blanco fue asesinada el sábado pasado en Curuzú Cuatiá, una ciudad de la provincia de Corrientes, en el noroeste de Argentina. Blanco, que tenía 45 años y trabajaba como cronista radial y reportera independiente, fue golpeada y estrangulada. La policía halló su cuerpo en su casa el sábado por la noche y arrestó durante el fin de semana a su expareja. Las autoridades todavía investigan las causas del asesinato, con la principal hipótesis de la vio...

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La periodista Griselda Blanco fue asesinada el sábado pasado en Curuzú Cuatiá, una ciudad de la provincia de Corrientes, en el noroeste de Argentina. Blanco, que tenía 45 años y trabajaba como cronista radial y reportera independiente, fue golpeada y estrangulada. La policía halló su cuerpo en su casa el sábado por la noche y arrestó durante el fin de semana a su expareja. Las autoridades todavía investigan las causas del asesinato, con la principal hipótesis de la violencia machista, aunque los familiares han denunciado que la mataron porque era periodista “Ella decía verdades que nadie se animaba a decir”, escribió su hijo Lautaro Cesani en redes sociales. “La querían ver callada y no pudieron”.

La denuncia de que el asesinato de Griselda Blanco pudiese haber sido motivado por su profesión ha conmocionado al país. Argentina, cuya dictadura desapareció a casi dos centenares de periodistas entre 1976 y 1983, apenas ha vivido crímenes contra la prensa desde el retorno de la democracia. El único antecedente es el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, en enero de 1997. Ese verano, Cabezas había sacado la única fotografía hasta el momento del empresario Alfredo Yabrán, uno de los empresarios más poderosos del país vinculado entonces a las corruptelas del poder. Yabrán se suicidó un año después, prófugo de la justicia y como principal sospechoso de ordenar el crimen. El reclamo de justicia por Cabezas aún es la gran bandera por la libertad de expresión en el país.

Griselda Blanco tenía su propia batalla contra el poder. En una página de Facebook, con unos 5.000 seguidores, solía reportar sobre delitos en su ciudad natal (de 45.000 habitantes, a 300 kilómetros de la capital provincial de Corrientes), y los abusos de poder de la policía. En las últimas semanas, había denunciado un supuesto caso de negligencia médica: la muerte de una mujer llamada Débora Serrano, que falleció en un hospital público y cuyo caso también investiga la justicia provincial. “Ella recibía amenazas permanentemente, pretendían obligarla a mencionar la fuente”, contó a la agencia Télam la abogada Silvia Casarrubia, que asesora a los hijos de Blanco y relató este lunes que la periodista le había pedido que los contacte en caso de que le pasara algo.

El principal sospechoso del crimen es, hasta ahora, la expareja de Blanco, un periodista llamado Armando Jara, que fue arrestado mientras continúa la investigación. La investigación buscará determinar si la periodista fue víctima de un crimen de violencia machista o asesinada por su trabajo periodístico, una situación inédita en el país en los últimos años. La fiscal a cargo de la investigación ha pedido la intervención de la Policía Federal Argentina para continuar con las pesquisas.

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