Marcelo Gallardo se despide de River Plate tras ocho años en el banquillo
El entrenador, ganador de 14 títulos al frente de uno de los equipos más grandes de Argentina, pone punto final al ciclo más largo de un director técnico en el último medio siglo del fútbol en el país
El fútbol es tan sensible que puede doler a través de la alegría: este jueves, los millones de hinchas que River Plate tiene desperdigados en Argentina –y en otros países– entraron en un shock emocional cuando su director técnico durante los últimos ocho años y cuatro meses, Marcelo Gallardo, anunció que dejará el club al finalizar su contrato, es decir este 31 de diciembre.
Apenas el entrenador comunicó la novedad en una conferencia realizada en una sala contigua al estadio Monumental, una ole...
El fútbol es tan sensible que puede doler a través de la alegría: este jueves, los millones de hinchas que River Plate tiene desperdigados en Argentina –y en otros países– entraron en un shock emocional cuando su director técnico durante los últimos ocho años y cuatro meses, Marcelo Gallardo, anunció que dejará el club al finalizar su contrato, es decir este 31 de diciembre.
Apenas el entrenador comunicó la novedad en una conferencia realizada en una sala contigua al estadio Monumental, una oleada de desdicha y pesadumbre pareció esparcirse por los sectores rojos y blancos de Buenos Aires y del resto de Argentina. Muchos y muchas hinchas lloraron y otros sucumbieron a una tristeza interior, silenciosa, aunque el origen del estremecimiento era el mismo: la felicidad y el agradecimiento de haber convivido con un entrenador ácrono, sin fecha de vencimiento, difícil de repetir en estos tiempos en que al fútbol se lo dirige desde la ansiedad y la urgencia.
Gallardo, de 46 años y que dirigirá por última vez en el Monumental este domingo en el partido ante Rosario Central –a la Superliga argentina le quedan dos fechas y River jugará el encuentro siguiente como visitante de Racing-, consiguió una alquimia: trajo al siglo XXI los registros de hace varias décadas, cuando el fútbol era solo un deporte y no una industria. Así como hace algunos años Lionel Messi y Cristiano Ronaldo replicaron rachas goleadoras que solo parecían posibles en el deporte en blanco y negro, Gallardo también se convirtió en el técnico de mayor vigencia en su cargo en el último medio siglo de Argentina.
Como un Alex Ferguson de las pampas, el Muñeco asumió el 6 de junio de 2014, hace ocho años, cuatro meses y siete días: en su despedida contra Racing, prevista para el domingo 23, totalizará 424 partidos. Para encontrar en Argentina a otro entrenador con mayor tiempo de permanencia en un club de Primera hay que retroceder hasta la década del 50 del siglo pasado. La estadía de Gallardo solo fue superada por los ciclos de Victorio Spinetto en Vélez (14 años, de 1942 a 1955), de José María Minella en el propio River (13, de 1947 a 1959) y de Guillermo Stábile en Racing (nueve, de 1945 a 1953). De los últimos tiempos, solo se acercó Carlos Griguol, que estuvo siete años y medio al frente de Ferro, de 1980 a 1987.
Gallardo, que ya había ganado seis torneos como futbolista de River, solventó su ciclo con una catarata de títulos. Bajo su mando, el millonario fue campeón 14 veces, siete de ellas por competencias internacionales, aunque ninguna más importante que las dos Copas Libertadores, primero la de 2015 ante Tigres de México y luego –y fundamentalmente- la de 2018 ante su clásico rival, Boca, en lo que fue considerado “el partido de todos los tiempos”. Mayor ganador de ligas argentinas, principal proveedor de jugadores a la selección albiceleste en los Mundiales y cuna de varias de los principales figuras exportadas a Europa, River tenía una deuda cuando salía a competir fuera de las fronteras: Gallardo la saldó. Perdidas entre tantos títulos, quedan pequeñas proezas aisladas, como un 8-0 a Wilstermann de Bolivia en 2017, otro 8-0 a Binacional de Perú en 2020, un 8-1 de este año ante Alianza Lima o el día en que, con un jugador como arquero (Enzo Pérez), River venció 2-1 a Independiente Santa Fe de Colombia en 2021.
Pero fue aquel triunfo 3-1 ante Boca del 9 de diciembre de 2018 en el Santiago Bernabeú, definido en gran parte gracias a un gol del colombiano Juan Fernando Quintero, el que terminó de convertir a Gallardo en la mayor leyenda de un club lleno de leyendas, ya sea de equipos como La Máquina, la famosa delantera de los años 40, o de jugadores icónicos como Bernabé Ferreyra, el Charro Moreno, Norberto Alonso, Enzo Francescoli o Ariel Ortega. Tal vez al nivel de Gallardo en River solo esté Ángel Labruna, multicampeón durante 40 años como jugador y como técnico, entre 1939 y 1981, a quienes los hinchas le construyeron una estatua ubicada junto al ingreso del Museo River, contiguo al Monumental. En las próximas semanas se le sumará una similar de Gallardo, ya realizada por una artista plástica.
Pero si el Muñeco pronto será una estatua –otra forma de vencer al tiempo-, su ciclo no solo se construyó con triunfos, sino también de una relación umbilical, más propia de los héroes que de los ídolos. Siempre en el limbo entre deporte y religión, Gallardo se tornó en un líder espiritual, incluso profético, para los hinchas de River. En medio de las semifinales de la Copa Libertadores 2018, River perdió 1-0 como local el partido de ida ante Gremio de Brasil. La eliminación, ante el entonces vigente campeón sudamericano, parecía irreversible. Pero en la semana Gallardo alentó a sus jugadores y al público con una frase que se convertiría en miles de tatuajes sobre la pie de los hinchas: “Que la gente crea porque tiene con qué creer”. River terminó ganando 2-1 en Brasil y accediendo a la final que luego le ganaría a Boca.
“Es una de las decisiones más difíciles y sentidas. Todo tiene un final, es el momento de terminar, de cerrar un ciclo muy valioso, muy hermoso. Quiero agradecerle al hincha por cada pequeño homenaje al ingresar a un campo de juego, que será imborrable para mí. Ha sido una historia hermosísima”, confesó este jueves Gallardo al borde de la emoción, con la voz casi quebrada, ya en el final de su año más desangelado en River, un 2022 en el que Boca se consagró campeón del primer torneo local y está a punto de volver a consagrarse en el segundo semestre.
Mientras River comienza a delinear su futuro sin Gallardo, el próximo club en la carrera del técnico por ahora es incierto. Seguramente recibirá ofertas del fútbol europeo o de selecciones nacionales, aunque es posible, también, que prefiera descansar unos meses luego de un trabajo ininterrumpido durante ocho años y cuatro meses.
“Espero expresar una cultura futbolística en la cual los hinchas de River nos sintamos reconocidos”, había dicho Gallardo en su primera conferencia de prensa, la de su presentación como técnico, el 6 de junio de 2014. Consiguió mucho más: que los hinchas, agradecidos por haber sido contemporáneos de un ciclo fuera de época, lloraran su salida.
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