El joven que entró en la jaula de una leona en Brasil tenía esquizofrenia y el sueño de ser domador
Varios funcionaros que trataron a Machado, fallecido a los 19 años, han denunciado su desamparo tras crecer en centros de acogida
Gerson de Melo Machado era un chaval de 19 años con un diagnóstico de esquizofrenia, como su madre, y el sueño de viajar a África para domar leones. Murió brutalmente este domingo tras invadir la jaula de una leona, en el parque zoobotánico de João Pessoa (Brasil), y ser atacado por el felino. Eran cerca de las diez de la mañana cuando Machado escaló con gran agilidad un muro de seis metros, superó los paneles protectores de la jaula, se abrazó a una palmera y descendió tranquilo por ella hasta el interior, donde el animal llamado Leona estaba tumbado al sol, según los vídeos grabados por otros visitantes. En segundos, Leona se levanta y le ataca. Conocido como Vaqueirinho, Machado se crio en la red pública de acogida, que tuvo que abandonar al cumplir los 18 años. Acabó en prisión. Varios profesionales que lo trataron han denunciado públicamente, este lunes, su desamparo. “Era una tragedia anunciada”, según un funcionario penitenciario. “Gerson tenía que estar en tratamiento psiquiátrico, no entre rejas”, ha dicho una consejera tutelar.
La consejera tutelar Verónica Oliveira ha contado, en redes sociales y en entrevistas con la prensa brasileña, detalles de la vida de este chaval, al que conoció con 10 años cuando la policía lo encontró vagando por una autopista. Su madre había perdido la custodia de los cinco hijos porque padecía una grave esquizofrenia y sus dos abuelas también sufrían la misma enfermedad. Mientras los otros cuatro hermanos eran adoptados, Machado no consiguió una nueva familia porque ya mostraba indicios de padecer esquizofrenia, decía que oía voces, según Oliveira. Como tampoco tenía parientes que pudieran cuidarlo, creció en centros de acogida.
La consejera tutelar ha contado que el diagnóstico se demoró, pese a los indicios. La actitud y los incidentes que protagonizaba Vaqueirinho de niño y adolescente eran atribuidos por los psiquiatras a problemas de comportamiento, no mentales.
La profesional ha recordado que Machado no tenía ninguna noción de riesgo. Una vez, la llamaron desde el aeropuerto para alertarle de que lo habían localizado encaramado en el tren de un avión, listo para viajar como polizón. “Ya de pequeño decía que iba a ir a África de safari para domar leones”, según Oliveira.
La consejera tutelar ha denunciado que, al cumplir la mayoría de edad, las autoridades lo dejaron desamparado. Porque su ciudad, João Pessoa, carece de “un albergue donde se trabaje la autonomía y la acogida, donde hacer un seguimiento. Al cumplir los 18, lo dejaron a su suerte. Salió de la acogida institucional y entró en el sistema penitenciario”, informa G1. Cometía pequeños delitos que le llevaban a la cárcel, donde recibía tratamiento, y luego lo soltaban. Entró y salió varias veces.
Uno de los funcionarios carcelarios que lo trató, Ivison Lira, ha recalcado que el joven Machado se comportaba como un niño de cinco años y necesitaba más ayuda de la que podían brindarle en prisión. Machado incluso acudió a los servicios sociales en busca de tratamientos psiquiátricos que no lograba seguir. “Era una tragedia anunciada. Vaqueirinho, sin el tratamiento necesario, sin seguimiento, en la calle. Ahí está el resultado”, ha lamentado Lira, informa O Globo.
Hace unos días ese funcionario, jefe de disciplina de la penitenciaría, difundió un vídeo donde denunció el desamparo de Machado, que cometió dos delitos en un solo día en un intento desesperado por ser internado de nuevo. El caso ha generado un debate sobre la atención a los enfermos mentales en situaciones de extrema vulnerabilidad, como la de Machado.
La impotencia de quienes siguieron de cerca la trayectoria vital de Machado desde niño y se toparon con constantes dificultades para que fuera tratado adecuadamente contrasta con los esmerados cuidados que recibe Leona.
El parque zoobotánico da Bica, en João Pessoa, cerró sus puertas inmediatamente después del ataque mortal que siguió a la invasión de la jaula. Sus responsables explicaron en un vídeo en el perfil de Instagram del zoo que cumplen todas las medidas de seguridad requeridas. “Algunas cosas no podemos preverlas porque se salen de la normalidad”, explicó todavía nervioso el veterinario Thiago Nery.
Gracias a entrenamientos periódicos, lograron confinar a Leona sin necesidad de dardos tranquilizantes. Nery contó que el felino “estaba estresado, en un estado de shock que fue bajando gradualmente. Está asustada, como todo el equipo [del zoo] y la población”. Añadió que el animal es “atendido por un equipo de biólogos, técnicos y veterinarios que harán un seguimiento de semanas, como dictan los protocolos, cuando un animal salvaje tiene contacto con un ser humano”.