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Las dos niñas que sobrevivieron al accidente de autobús en Perú gracias a los brazos de su madre

En el siniestro, en el que murieron 37 personas, murió Rebeca Apaza Arcos que abrazó a las dos pequeñas para amortiguar el golpe

Heber Quispe está tratando de hallarle un sentido a lo que sucedió la madrugada del miércoles en una carretera de Perú. El autobús donde viajaban su esposa y dos de sus tres hijas, un bebé de 10 meses y una niña de cuatro años, se precipitó sobre un acantilado, en el kilómetro 780 de la Panamericana Sur, en la región costera de Arequipa, y cayó doscientos metros abajo hasta quedar a orillas del río Ocoña, en la zona sur del país.

Rebeca Apaza Arcos se dirigía hacia la capital del departamento para una de las terapias de la niña de cuatro años, que en junio sufrió quemaduras de tercer grado en el cuello, el pecho y los brazos al caerle agua hirviendo. Al ser una familia de escasos recursos, sus vecinos del centro poblado de Mollehuaca recolectaron un fondo para los traslados de la familia, quienes viven a diez horas de Arequipa.

Quispe, quien se gana el sustento como obrero, sintió un escalofrío cuando llegó al Hospital de Apoyo de Camaná y le comunicaron la noticia de que su esposa Rebeca había fallecido y que sus pequeñas habían sobrevivido. Ambas se encuentran entre los 25 heridos de una tragedia que se cobró la vida de 37 personas.

“Mi bebita solo tiene un rasguño en la cara y mi niña de cuatro años solo tiene raspones en los brazos y las piernas. Les darán de alta pronto. Pero mi señora…no sé qué decir. No tengo palabras”, dice Quispe por teléfono, con la voz entrecortada. El hombre tiene además otra hija, de nueve años, que se quedó en casa y un hijo mayor de otro compromiso. Su cuñado Ronal Apaza Arcos asegura que este milagro se debe a que “su hermana las protegió hasta su último respiro”. “Ella siempre decía: ‘mis hijas son primero’, ha declarado.

Las pesquisas señalan que la desgracia se originó porque una camioneta blanca invadió el carril contrario y el autobús, para evitar chocarlo, le dio de costado y perdió el control. Al volante de la camioneta iba Henry Apcalla Ñaupari, de 35 años, quien permanece detenido y es investigado por homicidio culposo. En las últimas horas, un hecho ha elevado la indignación de los familiares de las víctimas: sus exámenes de alcoholemia han dado como resultado cifras por debajo del límite permitido a pesar de que dio positivo al primer dosaje etílico que se le practicó. Según la Policía, la paradoja se habría dado porque el segundo examen se lo realizaron once horas después de los hechos.

A Apacalla Ñaupari se le ve posando con botellas de licor en sus redes sociales. Incluso acostumbra compartir imágenes donde ironiza sobre el consumo del alcohol. Además, cuenta con dos multas graves entre 2023 y 2024 por estacionar en lugares prohibidos. Mientras, Apaclla, el presunto causante del accidente, continúa con vida y permanece detenido hasta que se dilucide su situación legal. El chofer del autobús, Francisco Marco Ruelas Condori, murió.

Ruelas, de 63 años, contaba con cerca de 40 años de experiencia al volante de buses interprovinciales. Por eso su familia está convencida de que no fue negligencia suya. “Siempre nos hablaba de que tenía temor de las personas imprudentes. No es justo que alguien en estado etílico haya ocasionado un tremendo accidente. No debe quedar libre. No queremos enterarnos de que se manipulen las cosas y lo limpien de alguna forma”, ha expresado una de sus hermanas. El conductor de la empresa Llamosas deja en orfandad a seis hijos, dos de ellos menores de edad.

No es la primera vez que se escribe una desgracia en esa curva. Hace siete años, en febrero de 2018, un bus se desbarrancó en el mismo kilómetro 780 de la Panamericana Sur, a la altura del sector Ocoña. Murieron 45 personas. Hubo cinco niños entre las víctimas. Se trata de un serpentín de curvas cerradas al borde de un precipicio. El vehículo de la empresa Rey Latino hizo la misma ruta: de Chala, en la provincia de Caravelí, hasta Arequipa. Aquella vez se instaló un puente aéreo para trasladar a los heridos y la Municipalidad Distrital de Camaná declaró tres días de duelo. La bandera de la provincia fue izada a media asta en la plaza principal. El chofer fue a prisión y a la empresa se le canceló el permiso porque no contaba con la autorización vigente para circular.

“En el Perú los accidentes de tránsito son la primera causa de muerte y, además, la primera causa de lesiones graves”, cuestiona Walter Oporto, gerente regional de salud del Gobierno Regional de Arequipa. “No hay una cultura vial. Los choferes no respetan las normas de tránsito, conducen en estado de ebriedad y las vías son estrechas y están deterioradas en su mayoría. Son problemas estructurales que el Estado debe darle prioridad alguna vez”, añade. Oporto destaca que su equipo realizó todos los esfuerzos necesarios para atender a los accidentados, pero reconoce que “no cuentan con un sistema para atender adecuadamente situaciones como estas”.

Algunos heridos debieron ser trasladados hasta Camaná, a una hora y media del siniestro, y los más graves fueron conducidos hasta Arequipa, a una distancia de cuatro horas. La ciudadanía critica que la construcción del nuevo hospital de Camaná está paralizada desde hace siete años y que no hay visos de solución. De haberse concluido, los heridos hubiesen recibido una atención más oportuna. “Obviamente hubiese sido de gran ayuda. Pero problemas surgidos de anteriores gestiones han entrampado el asunto. El Gobierno actual está trabajando para reiniciar las obras”, dijo Oporto.

Las empresas de transporte también deben hacer su parte. Uno de sus vicios es permitir transbordos informales a mitad de la ruta. Oficialmente el bus, de dos pisos, llevaba 38 pasajeros, pero el total de las víctimas, entre muertos y heridos, fue de 62. Ese subregistro ha complicado el trabajo de las autoridades. Pero además de la historia de Rebeca Apaza Arcos hay un detalle que ha conmovido a los peruanos: entre los fallecidos se encuentra Paola Villegas Sanga, una mujer embarazada a la que le faltaba menos de un mes para dar a luz. Las carreteras del Perú siguen siendo esa mala noticia con la que comienza cada mañana.

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