Ecuador en disputa

Hay 1,2 millones de votos por los que se pelearán Luisa González y Daniel Noboa. De esos, 500.000 tienen un dueño y se llama Leónidas Iza

Luisa González y Daniel Noboa en Ecuador.

Cada cita electoral nos deja diferentes lecciones políticas. He aquí algunas de las más relevantes para el caso de Ecuador.

1. Se termina un ciclo corto de alta fragmentación partidaria a nivel presidencial.

En las dos últimas elecciones, 2021 y 2023, los dos candidatos más votados concentraron apenas el 50% d...

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Cada cita electoral nos deja diferentes lecciones políticas. He aquí algunas de las más relevantes para el caso de Ecuador.

1. Se termina un ciclo corto de alta fragmentación partidaria a nivel presidencial.

En las dos últimas elecciones, 2021 y 2023, los dos candidatos más votados concentraron apenas el 50% de los votos válidos, y la otra mitad se distribuyó entre el resto. Por ejemplo, la suma del tercero y el cuarto en el 2021 fue de 35%; en el 2023 fue de 30%.

Por el contrario, en esta ocasión, entre Noboa y Luisa acumulan casi el 90%.

Seguramente necesitaremos algo más de perspectiva para saber si es tan así, pero por el momento es pertinente reconsiderar la posibilidad de que, luego de un periodo de alta inestabilidad política y electoral en la que se impuso una suerte de modelo de Democracia Spotify (mucha oferta y mucha volatilidad), el sistema vuelva a reacomodarse en busca de dos polos diametralmente opuestos, que confronten y que, a su vez, ordenen el tablero político.

2. La segunda vuelta tuvo lugar en la primera.

Y, ahora, llega el turno de la tercera vuelta en la que hay 1,2 millones de votos en disputa. De esos, hay 500.000 que verdaderamente tienen un dueño y se llama Leónidas Iza; líder indígena que tiene el respaldo de un electorado fuertemente ideologizado y organizado, concentrado territorialmente en la Sierra Central. Él, si quiere, podría ser determinante apoyando explícitamente a una de las dos opciones. A ciencia cierta, su electorado seguiría la orientación.

Aún es pronto para saber qué hará Iza en estas próximas semanas. Por su biografía, deberíamos sospechar que no huirá de esta gran responsabilidad histórica. Siempre afrontó sin tibiezas cada situación complicada. Y, además, lo hizo con valentía, oponiéndose a las políticas neoliberales. Por eso, en esta tesitura, apostaría a que acabará decantándose. Tal vez no lo hará de manera tan directa como algunos pretenden. Pero, me parece que finalmente optará por decirlo a su manera, es decir, señalando a quién no hay que votar para evitar que el neoliberalismo continúe gobernando a sus anchas.

Por su parte, los otros candidatos, digan lo que digan, no tendrán capacidad de teledirigir su voto, porque apenas gozan de la fidelidad requerida para ello. Así que, por mucho que se insista en la estrategia de buscar una fotografía con el mayor número de candidatos posibles, esto valdrá de poco. La ciudadanía suele caminar por un sendero muy distinto al de ciertas burbujas que sobreestiman en exceso este tipo de maniobras.

3. El correísmo sigue vigente como identidad política. Ni la persecución judicial ni el paso de los años han podido hacerla desaparecer. ¿Por qué? Porque lo que se hace, en gran medida, queda en el imaginario formando parte de los surcos profundos de cada sociedad. Y, además, el transcurso de estos años difíciles, en los que la mayoría vive peor, tanto en lo económico como por la inseguridad, favorece la teoría del péndulo en clave latinoamericana. O lo que es lo mismo: cuanto peor lo hacen los Gobiernos de derechas en su gestión, se reevalúa mejor lo que se hizo antes.

Con este contexto de fondo, al correísmo le fue bien, con Luisa González como candidata y con Rafael Correa como líder presente. Mejoró significativamente su desempeño electoral, si comparamos las cifras con los años 2021 y 2023. Logró anticipar una buena parte de un voto que siempre había esperado a apoyarles en la siguiente instancia.

Y, a partir de ahora, necesita sumar un poco menos de 600.000 votos para ganar el próximo 13 de abril, siempre y cuando el voto nulo y blanco se comporte como en la primera vuelta (cosa que ha pasado casi siempre en la historia reciente del Ecuador, a excepción del año 2021). Para ello, necesitaría garantizar el 90% de un electorado que optó por candidaturas mucho más anti Noboa que anti Correa. Entre ellos, el de Leónidas Iza será clave.

4. Noboa monopolizó el espacio político conservador. No hubo ningún otro rival que le arañara votos. El que había, Topic, fue descarrilado por la vía judicial.

Logró un excelente guarismo en intención de voto, pero se parece más a su techo que a su piso.

Su pésima gestión no fue tan penalizada electoralmente. En gran medida, porque todo su aparato comunicacional logró imponer el relato del “he tenido poco tiempo y todo es culpa de los anteriores”.

¿Le bastará con esta estrategia de ‘relato sin resultado’? Lo tiene cuesta arriba, porque debe convencer a votantes que tiene muy poco que ofrecerles. A los anticorreístas ya los tiene. Y a los más ideologizados, también. Y el resto no creo que apoye masivamente a un candidato que les dejó sin luz tres meses consecutivos, día tras día.

Corolario: el resultado electoral definitivo será explicado mucho más por la Política que por la propia campaña electoral. El mejor jingle jamás puede competir con una buena idea.

Nota final. De nuevo las encuestas dieron un bochornoso espectáculo. El único exit poll autorizado que salió a dar resultados dio una ventaja de 8 puntos a favor de Noboa y con un número por encima de 50, proclamándole vencedor en primera vuelta. La noche anterior muchas encuestas también filtraban la posibilidad de victoria en primera vuelta para el actual presidente. Y nada de eso fue así.

Creo fervientemente en las encuestas como herramienta, pero no cuando son manipuladas para crear marcos. Desgraciadamente, así hacemos un flaco favor a la demoscopía.

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