La isla de Margarita se queda a oscuras durante 20 horas al día

Una explosión en un gaseoducto deja sin luz el principal foco de turismo de Venezuela y paraliza parte de la actividad industrial del país

Una tienda sin luz en Caracas, Venezuela.Gaby Oraa (Reuters)

Una violenta explosión sucedida esta semana dentro del Complejo Gasífero Muscar, uno de los más grandes de Latinoamérica, perteneciente a la División de Punta de Mata de PDVSA-Gas, en el estado Monagas, ha dejado cinco heridos y ha producido un grave trastorno en el servicio eléctrico del oriente del país -ya de por sí bastante defectuoso-, y en la producción industrial nacional. El epicentro de la crisis eléctrica de esta ocasión son las islas de Margarita y Coche, que conforman el estado Nueva Esparta; y el propio estado Monagas, también en oriente, zonas afectadas que dependen del suministro termoeléctrico.

En Margarita, el núcleo turístico más importante del país, se reportan al momento hasta 20 horas sin luz durante varios días, y una situación muy compleja con la atención al público, con pérdidas millonarias. Se han suspendido las clases, se han limitado las jornadas laborales y se han descompuesto los artefactos eléctricos y la comida de muchas personas.

El accidente industrial, uno de los muchos que ha tenido PDVSA en los últimos 15 años, tendrá repercusiones en la producción nacional de petróleo -que tiene meses aumentando luego del histórico derrumbe del período 2014-2019-, puesto que el gas asociado es fundamental para ser inyectado en pozos reactivados. También un impacto inmediato en las empresas petroquímicas y siderúrgicas del país, que se alimentan de gas para sus procesos.

Expertos consultados, como el economista petrolero Rafael Quirós, profesor de postgrado de la Universidad Central de Venezuela, estiman que la producción local de petróleo puede caer temporalmente unos 200.000 barriles diarios (de los 970.000 actuales, a unos 750.000), mientras se hacen las reparaciones, que se pueden tomar varias semanas. “El accidente ha producido una caída del 78 por ciento en la producción de gas de oriente”, dice Quirós.

Como ya ha sucedido antes, la vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, ha denunciado que lo sucedido en Punta de Mata se trata de “un ataque” y ha anunciado que hay 11 detenidos. “Ya las responsabilidades se han detallado”, afirmó Rodríguez en una alocución en cadena nacional. “Hay un extranjero evadido. Se fue del país el mismo día que realizó esta maniobra dolosa que causó la explosión en el corazón de la distribución de gas del país.” La página web de Petróleos de Venezuela informa de la situación hablando de “un nuevo ataque terrorista contra PDVSA”.

Rodríguez acusó directamente a la líder de la oposición, María Corina Machado -acaba de ser imputada por una supuesta traición a la patria-, y al empresario y exmilitar estadounidense, Erik Prince -que ha amenazado reiteradamente al gobierno de Nicolás Maduro en las redes sociales- de ser los responsables de un sabotaje, “junto a otros criminales, terroristas, con conexiones paramilitares, mercenarios y narcotraficantes colombianos”.

Fuentes vinculadas a la industria petrolera que han preferido mantener su nombre en la reserva relatan que la explosión de Muscar tuvo lugar cuando se ejecutaban maniobras de limpieza de una tubería por el personal encargado, puesto que se estaban presentando problemas de ingreso de flujo desde la estación Musipán.

Los trabajadores, cuenta la fuente, “lanzaron un “poli pig”, material sintético que recorre la tubería y arrastra sus sedimentos, con el objeto de despejar el ducto. Había una fuga en una de las terminales, y ahí se genera la explosión; se quemaron dos turbinas enormes, más grandes que una casa de tres pisos”.

Más allá de los micrófonos, en el alto gobierno se le ha dado máxima prioridad a la reparación de este comprometedor entuerto, que además puede amenazar sus ingresos fiscales. El envío de gas a Pequiven (Petroquímica de Venezuela) y las empresas de acero y aluminio de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) se ha paralizado por completo, procurando suplir, aunque sea parcialmente, la demanda para el uso doméstico de luz en oriente.

“A lo mejor no toma tanto tiempo hacer las reparaciones”, comenta un analista petrolero que ha preferido no identificarse. “Es un accidente de gravedad, y ha podido ser peor. La producción interna de gas nacional cae a la mitad con lo sucedido. Con un trabajo exigente eso puede quedar resuelto en dos o tres semanas; habitualmente se hace una especie de enlace, de by pass, con la tubería. Los materiales para la reparación están en el país y PDVSA se puede encargar de esa operación”.

Los accidentes industriales, producto de la falta de mantenimiento, la diáspora de su fuerza laboral, la politización de sus objetivos y la corrupción en sus estructuras, se han convertido en un hecho frecuente en los últimos años en Petróleos de Venezuela.

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